Las idioteces comunistas. Por Eugenio Montoro

El manifiesto comunista, un documento publicado en 1848 por Karl Marx y Friedrich Engels, tuvo un antecesor, dirigido al gran público, y es una especie de catecismo que había escrito Engels en un lenguaje muy sencillo y titulado Principios del Comunismo. Es un folleto de preguntas y respuestas intercaladas que finalmente no se publicó y se reemplazó por el famoso manifiesto.

Cuando pensábamos usar estas líneas para criticar el “catecismo”, nos parecía estar como abusando pues, al fin y al cabo, eran ideas de hace 150 años, pero pronto se nos hizo claro que los mandones rojos que usurpan el poder en Venezuela siguen utilizando las viejas ideas comunistas, así que podríamos hacer nuestra crítica en una actualizada buena lid. Allí va el resultado. Entre comillas segmentos del catecismo de Engels y, de seguida, nuestros comentarios.

“El proletariado es la clase social que consigue su sustento exclusivamente de la venta de su trabajo……nació con la revolución industrial en Inglaterra……las maquinas transformaron los medios de producción …producían más barato y mejor …solo estaban al alcance de grandes capitalistas…. se arruina a la clase media y surgen dos clases el capitalista y los desposeídos…el capital aumenta cuando emplea más trabajo”.

El reconocer que se producía más barato y mejor con las máquinas es admitir que la revolución industrial tuvo su lado bueno y llevó los privilegios y comodidades exclusivas de los reyes a casi todo el planeta. Lo malo era eso de “arruinar a la clase media”. Si el pobre Engels estuviese vivo vería asombrado como en los países avanzados la clase media es ahora la más numerosa. Por su parte, lo de que “el capital aumenta cuando aumenta el trabajo” Engels y Marx tendrían problemas para explicar cómo las grandes fortunas de hoy tienen más de cerebro y creatividad que de brazos y sudor. La simpleza de que se crean dos clases, el capitalista y los desposeídos, caería en pedazos al observar los miles de empresarios pequeños e independientes y a los miles de franquiciados entre otros muchos esquemas modernos de empresa.

“Se produjo más de lo que se podía consumir, las fábricas pararon y los obreros quedaron sin pan…cuando se consumieron los inventarios las fábricas volvieron a funcionar hasta volver a producir demasiado y repetir la crisis cada cinco o siete años…es imprescindible una nueva sociedad…libre de competencia y con un plan para no tener esas crisis…la propiedad privada va unida a la dirección individual…debe ser suprimida,,, una comunidad de bienes…la supresión de la propiedad privada… la principal reivindicación comunista”

Este tipo de fábricas “on-off” quizás existieron en tiempos de Marx, pero lo que llama mucho la atención es que sea el argumento central para eliminar la propiedad privada y de esta manera de evitar que se paren las fábricas y los obreros sean despedidos. Cuesta creer que el inmenso revuelo mundial y el impagable daño que el comunismo hizo, y sigue haciendo, se base en esta dogmática idiotez que, además, es absolutamente falsa.

Las medidas importantes…restricción de la propiedad privada…alto impuesto a las herencias…expropiación de fincas y fabricas…organización del trabajo y eliminar la competencia…trabajo de todos hasta la supresión de la propiedad privada…centralización de los créditos y la banca…finalmente cuando todo esté concentrado en manos de la nación el dinero se hará superfluo, la producción aumentará y los hombres cambiarán tanto que se podrán suprimir las formas de relaciones con la antigua sociedad”

El traspaso de las fábricas y fincas al control central es el mecanismo comunista para hacer un mundo feliz. Olvidaron estos idiotas que todos los sistemas productivos y su evolución tecnológica son el producto de la creatividad y talento de individuos y grupos élite y eso no es transferible.  A la fuerza un gobierno puede expropiar las cosas, pero nunca podrá expropiar la inteligencia de las personas.

Todo esto se parece mucho a lo que Chávez y Maduro han hecho siguiendo unos “Principios del Comunismo” que no han resultado bien en ninguna parte. Si debemos reconocer que, aunque ahora estemos claros de su inutilidad y su capacidad de destrucción, estas ideas, de hace más de ciento cincuenta años, incendiaron la pradera y millones de personas las recibieron como un evangelio salvador que predicaba un mundo mejor y más justo. Aún sobreviven sus coletazos que desaparecerán con los pocos viejos líderes que quedan.

Nos tocó probar una buena dosis de ese veneno, pero pronto vamos a escupirlo y pasará a ser solo un mal recuerdo. Ese fantasma infame destruyó todo, pero no puedo arremeter contra las creencias de libertad y democracia profundamente enclavadas en el corazón de los ciudadanos de Venezuela.

 

Eugenio Montoro / montoroe@yahoo.es

Entérate al instante de más noticias con tu celular siguiéndonos en Twitter y Telegram
Suscribir vía Telegram

Lea también

Le puede interesar además

Loading...

Tu opinión vale...