Hay que matar a los ancianos. Por Noel Álvarez (@alvareznv)

En 1970, Zbigniew Brzezinski, politólogo estadounidense de origen polaco, escribió sobre la aparición progresiva de una sociedad más controlada, dirigida y soportada en la «revolución tecnotrónica», explicando que, tal sociedad sería dominada por una élite, cuya justificación del poder político estaría basada en tener mayores conocimientos científicos. Sin las limitaciones de los valores liberales tradicionales, este grupo privilegiado podría conseguir sus objetivos políticos utilizando las técnicas modernas para influir en los comportamientos públicos, así como también para mantener a la sociedad bajo una estrecha vigilancia y control.  

 

La estrategia del poder tecnotrónico parece ser bastante clara; aprovechan las crisis ya sean provocadas, o no, para meter en cintura a la sociedad desprotegida; hacen ver que los medios prevalecen sobre los fines; imponen todo tipo de medidas coercitivas para paliar las consecuencias de las catástrofes, cuando en realidad, las soluciones técnicas son parches inocuos para los problemas que ha creado el propio sistema; someten a la población según sus criterios para implementar medidas, sin oposición alguna. En este sentido, la dictadura científica se impone como modelo social. La era de los técnicos como tribu dirigente del Estado supone una obediencia y sumisión total por parte de la sociedad que deberá ceder su autonomía y libertad en aras de la seguridad. 

 

El precio que debe pagar una persona para tener la seguridad del Estado es demasiado alto cómo para ser aceptado sin rechistar. Los costos irán en aumento según las expectativas y los planes de la clase dirigente que impondrá un modelo social cada vez más férreo de control y vigilancia, provocando guerras y pandemias de todo tipo para incrementar ese control. Los estados de pánico provocados por distintos tipos de crisis, intencionados o no, van a ir sucediéndose para subyugar todavía más a la sociedad. Todas las medidas que cualquier régimen adopte serán aceptadas conforme la supervivencia de la gente se vea amenazada por la situación en que se encuentre. A juicio de muchos críticos, la pandemia del COVID-19 se está utilizando para montar la mayor operación propagandística en la historia de la humanidad.

 

Al parecer, el problema del virus se resuelve matando a los viejitos. Hay que desaparecerlos como sea, según parece haber dicho, desmentido posteriormente, la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde: “los ancianos viven demasiado y eso es un riesgo para la economía global. Tenemos que hacer algo, y Ya…”. El caso es que lo haya dicho, o no, hay muchas personas que tienen pensamientos similares, aunque prudentemente no los expresen. 

 

Todo esto es una olla podrida, apunta mi amigo y colaborador Agapito Bocanegra. El miedo a la pandemia sirve como pretexto para crear una sociedad indeseable en sí misma, un mal lugar, una anti utopía, una dictadura absoluta bajo el control de un pequeño sector. En ciertos casos, la población “corre el peligro de quedar a merced de la tecnología y convertirse en máquinas controladas”, decía Martin Heidegger. 

 

La dictadura científica se caracteriza por la deshumanización, un declive de la sociedad y la instauración de un estado tiránico como respuesta a un viejo orden en estado avanzado de colapso. Los regímenes gobernantes incrementan progresivamente las restricciones. Se controla al mundo a través de una estricta compartimentalización donde la gente solo conoce lo que necesita para su contribución individual, sin conocer la contribución del resto de la sociedad.

 

En estos tiempos, se aumentan los niveles psicopáticos de los gobernantes, utilizando como pretexto la COVID 19, la gripe prolongada o los rebrotes aún más mortíferos, con el fin de mantener a la población bajo arresto domiciliario. Se prepara el espionaje de todos los individuos por medio del control riguroso del Estado profundo, ya sea con tele pantallas, drones, microchips, robots espías o cámaras ocultas que transmiten hasta el más mínimo detalle ocurrido en los hogares. “El propósito es que las muchedumbres tengan un horario que cumplir para cada actividad, incluyendo mantener relaciones sexuales”, cita una fuente española. 

 

Noel Álvarez / @alvareznv

 

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