Sostén de la democracia. Por Noel Álvarez (@alvareznv)

Existen tres virtudes que es conveniente poner en práctica dentro de este mundo convulsionado, represivo y destructivo: la humildad, la paciencia y la caridad. Los tiempos oscuros que atormentan a la era actual son personificados por los bárbaros que se hacen eco, en la política, de un pasado fascista y que han llegado a gobernar varios países. Los diseñadores de una nueva generación de fascismo, dominan cada vez más, algunas organizaciones políticas y otras instituciones económicas y sociales, en todo el mundo. Su reinado de pesadilla, de miseria, violencia y destrucción parece estar legitimado, en parte, por su control sobre un gran número de aparatos culturales, los cuales producen una vasta maquinaria de consentimiento.

 

El fascismo nunca ha sido completamente enterrado y las condiciones que producen sus supuestos centrales nos acompañan continuamente, iniciando un período de barbarie moderna que parece estar llegando a unos extremos homicidas. Esta formación educativa reaccionaria incluye los principales medios de difusión, las plataformas digitales, Internet y la cultura impresa, todos los cuales participan en un espectáculo continuo de violencia, destrucción de bienes y del medio ambiente. La violencia, creada por el hombre, recorre el mundo entero. Las instituciones democráticas, como los medios de comunicación independientes, las escuelas, el sistema legal, ciertas instituciones financieras y la educación superior, se encuentran bajo asedio.

 

El totalitarismo engendra cinismo y es enemigo de la esperanza militante y social. La esperanza debe ser atenuada por la compleja realidad de los tiempos y vista como un proyecto y condición para proporcionar un sentido de agenda colectiva, oposición, imaginación política y participación comprometida. Sin confianza en quienes están al frente de las instituciones de cualquier país y de quienes buscan el poder, incluso en los tiempos más terribles, no hay posibilidad de resistencia, disensión y lucha. La agenda es la condición de la lucha, y la esperanza es la condición de la agenda.

 

Henry Giroux, profesor norteamericano, en un artículo denominado, Terrorismo pedagógico y esperanza en la era de la política fascista, dice: “la promesa de democracia está retrocediendo a medida que los fascistas actuales trabajan para subvertir el lenguaje, los valores, el coraje, la visión y la conciencia crítica”. El profesor señala que, la educación se ha venido convirtiendo progresivamente en una herramienta de dominación a medida que los fomentadores del odio despliegan aparatos pedagógicos para atacar a trabajadores, jóvenes negros, refugiados, inmigrantes y a otros, a quienes consideran desechables.  

 

En la época actual, el lenguaje de la democracia ha sido saqueado, despojado de sus promesas y esperanzas, dejando solo mentiras por doquier. Si se quiere derrotar al fascismo, es necesario hacer de la educación un principio organizador de la política y, en parte, esto se puede hacer con un lenguaje que exponga y desenmascare las falsedades, los sistemas de opresión y las relaciones corruptas de poder, aunque estas provengan de nuestros propios correligionarios, pero, al mismo tiempo que vislumbre la posibilidad de un futuro alternativo.

La educación puede ser entonces el medio más cercano para fortalecer la democracia, porque es, a través de ella que se gesta la formación de personas con capacidad de debatir sobre el mejoramiento del sistema mismo, pero, por sobre todo, para fortalecerla y hacer de ella un núcleo más fuerte con el pasar del tiempo, adaptándola a las necesidades futuras, con los cambios necesarios para su mantenimiento. 

El desafío de las democracias frente a los totalitarismos es poder sobrevivir como regímenes políticos. Subsistir para intentar garantizar la mejor vida posible a los seres humanos, con todas las contradicciones y diversidades que éstos presentan. Para perdurar, la democracia, no solo requiere contar con más instituciones, sino que precisa de mayor cantidad de ciudadanía, de más personas movilizándose a su favor, para lo cual debe haber entregado, previamente a los ciudadanos, a través de la educación, herramientas para buscar las soluciones o planes de soluciones para sus demandas. 

 

Entonces, el reto fundamental para quienes defendemos el pluralismo, la tolerancia y la libertad, es instruir a los ciudadanos sobre los principios y valores de la democracia, pero, sobre todo, acerca de un aspecto que es muy difícil de percibir a simple vista: su carácter sublime. Esa excelsitud debe ser resaltada, desde un punto de vista estratégico, porque al ciudadano común, se le hace muy difícil entender estas exquisiteces, mientras mantiene el estómago vacío.  Así las cosas, estoy convencido del papel fundamental que juega la educación en el desarrollo y prevalencia de la democracia.

       

 

Noel Álvarez / @alvareznv

 

 

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