Zidane tiene una prueba de fuego por delante con la reanudación de la Liga

Para el técnico hay más que un título en juego después de vivir la temporada más complicada desde que asumió por primera vez el banquillo blanco en 2016. Se fue ‘tocado’ al parón tras perder el liderato frente al Betis producto de un balance de cuatro puntos de 12 posibles en las cuatro últimas jornadas disputadas, tras una victoria (Barcelona), un empate (Celta, en casa) y dos derrotas (Levante y Betis a domicilio). Ahora el regreso de la competición lo vuelve a poner en el punto de mira.

La temporada empezó con dificultades para Zidane y paró de la misma manera, con el técnico cuestionado tras un nuevo desplome del equipo que le costó el liderato y una dolorosa derrota en Champions ante el City que lo deja al borde del abismo en Europa. El parón ha sido un largo tiempo muerto que ha enfriado los ánimos en el Madrid y que ha permitido al técnico coger aire, pero la tensión sigue latente e irá a más o a menos en función de los resultados.

Zidane necesita la Liga para recuperar el crédito perdido. Al menos, necesita competirla hasta el final. Todo lo que no sea eso, dejaría al técnico en una situación muy delicada. Zizou ya ha salvado varios momentos complicados y la reanudación de la competición lo vuelve a examinar casi de forma definitiva. Y es que los títulos parecen ser lo único que puede inclinar la balanza a su favor a estas alturas después de meses en los que el equipo no ha terminado de transmitir confianza.

Zidane empezó la temporada acusando el desastroso final de la Liga anterior tras su regreso en marzo de 2019 (cinco victorias, cuatro derrotas y dos empates). Luego, su idea continuista en verano chocó con el deseo de renovación de la plantilla del club. El técnico apostó por la vieja guardia y eso erosionó un poco más la relación. Los resultados de la pretemporada terminaron de desgastar a un Zizou que sin empezar la competición oficial ya estaba cuestionado.

El equipo no daba señales de recuperación y los nervios empezaron a aparecer, hasta el punto de que a las primeras de cambio Zidane se encontró con su primera situación delicada. Dos empates en las tres primera jornada de Liga y una goleada ante el PSG en el estreno de la Champions encendieron las alarmas a mediados de septiembre. Zizou afrontaba en la cuerda floja dos visitas comprometidas, al Pizjuán y al Wanda. Las salvó con una victoria y un empate y ganó tiempo para intentar sacar adelante al equipo.

Pero la segunda crisis no tardó en llegar. El Madrid estaba en un lío en la Champions y la dolorosa derrota en Mallorca en octubre devolvió la tensión en el banquillo. Zidane se la jugaba en Estambul ante el Galatasaray y en la visita al Camp Nou, que finalmente se aplazaría. El Clásico, como ocurrió con Lopetegui, podía haber sido una ‘final’ para Zidane.

El caso es que Zidane salvó los muebles nuevamente y lo hizo a lo grande enganchando una racha de partidos invictos que hizo que su figura se reforzarse nuevamente tras unos primeros meses delicados. Una racha triunfal que incluyó el título de la Supercopa de España, todo un espaldarazo para el técnico blanco que en ese momento pareció haber dado con la tecla y haber recuperado la mejor versión del Real Madrid.

Sin embargo, cuando la temporada entró en su momento decisivo el equipo se volvió a caer a raíz de una nueva eliminación copera, a la que le siguieron el desplome en Liga y la derrota en la ida de los octavos de la Champions en el Bernabéu ante el City. Una nueva situación delicada que el parón dejó en punto muerto.

Zidane confía en su mano con el vestuario y con el hecho de que nunca se le ha escapado uno de los dos grandes títulos de la temporada: Liga o Champions. Uno de los dos siempre ha caído en manos del técnico blanco, que ahora los necesita más que nunca para reforzar su situación en el equipo. Es la hora de Zidane.

Marca

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