Fallido y forajido. Por Antonio Ledezma (@alcaldeLedezma)

Venezuela, el país suramericano que llegó a ser referencia democrática para el mundo, es hoy presa de una Corporación Criminal que la ha reducido, al mismo tiempo, a un Estado Fallido y Forajido. Su territorio es controlado de forma compartido por grupos identificados con el narcotráfico, el terrorismo internacional y con el vandalismo más ruin, quienes simultáneamente hacen uso indebido de la violencia legitima desviada, para someter a millones de venezolanos, en una extensión geográfica que supera el millón de km2, sólo comparado con los siniestros campos de concentración de la era de Adolfo Hitler. 

 

El régimen que usurpa los poderes en Venezuela es de naturaleza ilegitima, además probadamente incapacitado para garantizar el suministro de los servicios básicos a una población acorralada por una Crisis Humanitaria Compleja, tal cuál como ha sido caracterizada la catástrofe que sobrellevan los venezolanos, por las autoridades de la Organización de Naciones Unidas. 

 

Es un Estado Fallido porque ese régimen no está en condiciones de interactuar con otros Estados como miembro de la comunidad internacional desde la cual Maduro es repudiado por 60 gobiernos democráticos del mundo.

 

El modelo que impera por la fuerza en Venezuela, es un esquema anacrónico fracasado que ha producido un desplome de nuestra economía con una contracción que supera el 70%, panorama que se oscurece en medio de una espantosa hiperinflación -la más grande del mundo-, con una población acorralada en niveles de pobreza, con trabajadores que apenas devengan un salario equivalente a $ 2 mensuales, con la cadena de producción paralizada y con un avanzado deterioro de los servicios públicos que mantienen en un agitado estado de zozobra a una ciudadanía que no puede acceder a servicios de agua potable, luz eléctrica, gas doméstico, alimentos ni medicinas, tampoco cuenta con un Estado capaz de garantizar sus vidas y sus bienes, frente a la criminalidad apuntalada por cárteles del narcotráfico que se apoderan de partes del territorio nacional y de enclaves del terrorismo como Hezbolá, Al Qaeda y Hamás, así como los grupos para-policiales que son promovidos por el régimen usurpador en Venezuela, a los que les garantiza absoluta impunidad. 

 

Desgraciadamente es igualmente nuestro país un territorio y una población secuestrada por un Estado Forajido que violenta cruelmente los más elementales derechos humanos, tal cuál como lo ha certificado la Alta Comisionada Para Los Derechos Humanos de La ONU, la ex presidenta chilena Michelle Bachelet, al confirmar que el dictador Nicolas Maduro, ha sido responsable del asesinato, por la vía extrajudicial, de 7.560 venezolanos. Eso confirma que semejante régimen no atiende a normas éticas ni sociales, siendo más bien practicante contumaz de los métodos propios del bandidaje que incumple leyes y desconoce tratados o convenios internacionales que tienen como finalidad preservar el orden y la paz mundial. Por tal razón, Venezuela es hoy en día el país con más cantidad de presos políticos, civiles y militares, del mundo.

 

Ante semejante drama los venezolanos hemos permanecido en una continua lucha cívica por más de dos décadas, tratando de lograr con nuestros particulares esfuerzos y sacrificios, impedir que se consolide la narcotiranía, mediante la liberación de nuestro país. Las vías del diálogo, negociaciones e incursiones en procesos electorales, aún en medio de inescrupulosos ventajismos, han sido transitadas una y otra vez, esfuerzos de los que pueden dar fe un número significativo de personalidades del ámbito internacional, que de una u otra forma han sido testigos presenciales de dichas infructuosas diligencias. Por eso es que los diálogos terminan siendo parodias que maliciosamente urde el régimen para prorrogarse en la usurpación de los poderes, las negociaciones en farsas que tienen un final fallido y las elecciones en una pantomima a merced de un aparato cívico-militar-delincuencial, que ha producido el hecho infausto de que el sublime derecho del voto libre desaparezca de nuestro país.

 

La trágica realidad es que esa Corporación Criminal ha saqueado las finanzas públicas al extremo de que se manejan cifras insólitas -más de 500 mil millones de dólares- que dan cuenta del monto del robo que han perpetrado, en un país que se hunde peligrosamente en el abismo de la hambruna, la muerte causadas por pandemias que han retornado y una escalofriante inseguridad provocada por las pandillas protegidas por la narcotiranía. 

 

Ante esa tragedia la comunidad internacional por encargo de algunos gobiernos democráticos, han dictado medidas de sanciones contra individuos que son responsables de actos de legitimación de capitales, crímenes de lesa humanidad, tráfico de drogas y terrorismo. Esas sanciones son personalizadas y nada tienen que ver con el descalabro petrolero ni con la quiebra de sectores productivos de Venezuela. 

 

Todo esto acontece con la connivencia de una cúpula protocolaria de la Fuerza Armada que ha sido desnaturalizada por obra y gracia de la narcotiranía venezolana bajo los auspicios de asesorías rusas, cubanas e iraníes. Los venezolanos observamos con asombro como se han arriado las banderas de dignidad y decoro, en señal del desmoronamiento de una institución castrense reducida a unos cuadros represivos, capaces de dar de baja a ciudadanos que simplemente disienten de los procedimientos dictatoriales del régimen, llegando a ser ejecutores de asesinatos de sus propios compañeros de armas, militares que en acatamiento a sus principios democráticos, se han rebelado contra semejante esperpento que desgobierna a Venezuela.

 

Venezuela es hoy una base de operaciones del narcotráfico internacional, que ha sido capaz de facilitar que desde nuestro ámbito territorial, bien sea por aire, por mar o por tierra, salgan cargamentos que superaron el año pasado los 240 mil kilogramos de cocaína. Es tan cierta esta denuncia que en instancias judiciales de los EEUU, se han iniciado procesos contra personeros venezolanos que han convertido a Venezuela en un Narcoestado, porque Venezuela dejó de producir petróleo para ahora producir alarmantes toneladas de cocaína. 

 

Venezuela es hoy, como consecuencia de los acuerdos iniciales de Hugo Chávez con las autoridades de Irán y continuados descaradamente por Nicolas Maduro, una base del terrorismo internacional que avanza en la consolidación de espacios desde los cuales desarrollan provocaciones a gobiernos democráticos de nuestro hemisferio, especialmente contra los EEUU de Norte América. Por eso para el régimen venezolano fue “una pena”, sentimiento expresado en un comunicado de Nicolas Maduro, “el asesinato del Gral. Soleimani, jefe de la fuerza AL Qaeda, encargada de las operaciones exteriores de los Guardianes de La Revolución Iraní”. Recordemos que Mohamed Jatami (o Khatami) también ha visitado Venezuela en tres oportunidades. Durante su visita de 2005, Hugo Chávez lo condecoró con la Orden del Libertador Simón Bolívar y lo llamó un “incansable luchador por todas las causas justas”.

 

 Es pertinente recordar que hubo un hecho ventilado públicamente a través de la conocida agencia internacional de noticias Reuters, al informar que Chávez le dijo a una multitud congregada en la Universidad de Teherán que “Si el imperio de los Estados Unidos tiene éxito en consolidar su dominación, entonces la humanidad no tiene futuro. Por lo tanto, tenemos que salvar a la humanidad y poner fin al imperio norteamericano”. 

 

En ese sentido en medio del trabajo de cooperación nuclear adelantado por Venezuela y Rusia, realizó una visita oficial a nuestro país, el ministro iraní de Ciencia, Investigación y Tecnología, Mohammad-Mehdi Zahedi, encabezando una delegación que tenía como finalidad hacer un seguimiento de la implementación de los acuerdos que habían firmado en 2006, ambos países. Mas recientemente, el pasado 7 de junio aterrizó en Venezuela el Mariscal Jalifa Hafter, lider del Ejercito Nacional Libio (LNA), quien es apoyado por los gobiernos de Rusia y sus aliados, como tutor del Ejecutivo no reconocido y del Parlamento electo al este de Libia.

 

Por todo lo antes dicho es que insistimos en solicitar una cooperación eficaz de la comunidad internacional, para librar al mundo de estas amenazas que ya son una realidad dentro del territorio venezolano. 

 

Antonio Ledezma / @alcaldeLedezma

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