El altar de la gasolina. Por Eugenio Montoro

La conocida y útil gasolina, subió en estos días a los altares de la opinión pública en Venezuela, primero por las grandes expectativas de unos tanqueros que viajan desde Irán y, segundo, por su escasez, bastante disimulada con las restricciones a la movilización por la pandemia. 

Comentaremos sobre este teatro del absurdo en tres actos, el periplo de los tanqueros, la tragedia de la distribución y la reparación de refinerías para producir gasolina en el país. 

 

Acto 1- El periplo de los tanqueros.

En beneficio de los que no conocen del asunto, les diremos que Venezuela se quedó sin gasolina (sic) y los amigotes de Irán acordaron enviar cinco barcos con un millón y medio de barriles de gasolina. Esto posee el picante de que los gringos están de malas con el régimen dictatorial venezolano y también con el de Irán y, además, tienen varios barcos de guerra en la ruta de los tanqueros. Si bien los barcos gringos tienen la principal misión de morderle el pescuezo a los narcotraficantes, su presencia hace volar la imaginación. 

Como era de esperar el arribo de los tanqueros se convirtió en tema de discusión donde algunos aseguraban que los gringos no dejarían pasar a los buques iraníes para seguir presionando a los mandones rojos, mientras que otros pensaban que era preferible dejarles pasar y tener, al fin, algo de gasolina.

Sucedió que el primer tanquero llegó sin que los barcos de guerra gringos se metieran con él y, además, sin siquiera hablar mucho del asunto. Seguramente los bicharracos rojos esperaban alguna acción sorpresa de los americanos, pero la verdad es que no movieron ni una pluma. Tal vez esto es lo peor que les pudo haber pasado a los rojos. Es como aquel tipo que parrandea toda la noche, llega de madrugada a casa y encuentra a la esposa viendo tv. Él sabe que lo atraparon en falta y espera una explosión de la mujer, pero…… no ocurre nada. Ella lo saluda y nada más. El tipo se va al cuarto, muy extrañado, pero presiente que algo va a pasar y no puede ni dormir. 

Para colmo, el primer tanquero en llegar tiene el “desafortunado” nombre de “Fortune”, pues quiso la suerte se convirtiera en el símbolo de nuestra miseria como país petrolero, hoy, por la magia roja, mendigo de gasolina.

 

Acto 2. La tragedia de la distribución

Por la inmensa escasez de gasolina se generó en los estados fronterizos un contrabando de reversa trayendo gasolina desde Colombia a precios impensables de 2 y hasta 3 dólares por litro. Es de suponer, que los malandros que manejan la gasolina, ya vieron el negocio con la iraní y si bien, para disimular, harán aparecer algunas cantidades en estaciones surtidoras, la mayor parte se la reservaran los mandones y otra parte entrará al mercado negro. Muchos jefes rojos están en la alegre espera para “meterse un billete” con cada cisterna que les toque distribuir. Por primera vez no tendremos contrabando pues los precios negros de aquí son mejores que los legales en Colombia.

Acto 3. La reparación de las refinerías. 

Como muchos conocen los rojos hicieron un buen intento para producir gasolina en la refinería de El Palito, arrancaron algunas plantas, pero ya parece que se rindieron.

Actualmente reparan instalaciones en el Centro Refinador de Paraguaná con igual intención. En nuestra opinión podrían hasta tener algunos éxitos puntuales, pero una operación continua requiere de un disciplinado y talentoso esfuerzo de personas para la operación, mantenimiento y soporte técnico en las plantas principales y, además, similar esfuerzo, sobre un enorme y complejo parque de servicios e insumos como agua tratada para calderas, agua de enfriamiento, aire comprimido, vapor de alta presión, electricidad, combustibles, materias primas, almacenamiento de productos, facilidades portuarias, tratamiento de efluentes y una larga lista de cosas asociadas a logística  que no deben fallar para que todo funcione bien y de manera continua.

Por otra parte, el largo tiempo sin operar hace suponer que, al arrancar las plantas y sistemas, aparezcan muchos de los defectos ocultos en los equipos, impidiendo una operación estable.

De manera que el cuento de los barcos trayendo combustible será, casi de seguro, la única opción real y seguiremos con la vergonzosa charada de ser un país con enormes reservas de petróleo, con un parque refinador de los más grandes del mundo, pero que no puede producir ni sus propios combustibles.

La gasolina seguirá estando en los altares por su escasez y precio.

Eugenio Montoro / montoroe@yahoo.es   

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