REFLEXIONES| La Doctrina Monroe. Por Luis Acosta

En 1940 teníamos 10 años de edad. Recordamos cuando entramos en el quinto grado en el Instituto Pestalozziano del maestro Hermágoras Chávez en la calle Ciencias de Maracaibo. El maestro León del 5to grado hacia honor a su apellido. Era de verdad un León en la materia de Historia y Geografía Universal. El contenido de esta decisión decía: La Doctrina Monroe, sintetizada en la frase “América para los americanos” fue elaborada por John Quince Adams y atribuida al Presidente James Monroe en 1923. Establecía que cualquier intención de los europeos en América sería vista como un Acto de agresión que requería la intervención de los Estados Unidos de América”.

Desde luego, que la escuela latina fuerte, estudiosa y convencida de que la doctrina iba mas allá de sus ventanas porque sus puertas suponía la entrada de cobertura natural a los países latinos del Sur y Centro y alrededores internos que ofrecían en la vigilia por USA, donde se encontraba a Venezuela y la Islas, dentro de ese territorio que Estados Unidos garantizaba defender y por lo tanto no le podían ver ni lejano ni ajeno a los países latinos. Es decir que si el lema era “América para los americanos” entonces el rol hacia el futuro enseñaba y advertía a esos países que debían sumarse a nuestro lado y defender esa legitimidad consagrada en la doctrina que, de principio, fue tomada con dudas y desganos y luego, a partir de 1923, con todo entusiasmo. La doctrina fue concebida por sus autores, en especial por John Quince Adams, como una proclamación por parte de USA de su oposición al colonialismo.

Pero es honesto y respetuoso no olvidar que para el año 1823 Estados Unidos era solo una potencia regional y sus imposiciones y pretensiones tenían que ser manejadas con prudencia y acato. También, moderadas y limitadas. Igualmente sus exigencias y sus coberturas intrínsecas e inclusivas, observadas con tino conceptual requerido y usable. Así mismo, es el propio Presidente Washington quien, en el año 1796 en su discurso de despedida ante la nación, recomienda encarecidamente que EEUU no establezca complicadas alianzas en política exterior. Este comportamiento era el legítimo para un país que esperaba ser el protector del mundo. Para el año 1940, ya EEUU ha crecido como potencia mundial.

Luego, la Doctrina de Monroe, tal como se aplica en los casos de hoy, de acuerdo a como están las cosas y sucediendo los acontecimientos, las negociaciones son útiles y necesarias. En consecuencia, Rusia, China, Irán, Turquía y Cuba deben respetar la Doctrina Monroe para todo el hemisferio americano con plena idea y hegemonía.

De suerte pues, que la Doctrina Monroe se convierte en el principio de la política exterior de USA de no permitir la intervención de las potencias europeas en los asuntos internos de los países americanos. Igualmente, no se debía imponer cualquier suerte de Gobiernos monárquicos en el hemisferio americano.

En conclusión, la Doctrina Monroe parecía dirigida a la sola porción norteamericana que se expresó de la prudencia de George Washington y del propio James Monroe. Aun así, sin embargo, ambos expresaron en sus decisiones y apuntes que se trata del hemisferio americano en su totalidad y no de una porción del mismo.

 

Luis Acosta

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