REFLEXIONES| Educar es culturizar. Por Luis Acosta

Pasan los años y cada día es más problemática la vida educativa del estado y los pueblos venezolanos. Unos porque quieren politizar, no a los hombres sino a la escuela. Otros, porque desean politizar a los maestros y a los estudiantes. Los demás, porque no quieren que se haga nada. Por lo tanto, las reformas propuestas, hasta ahora, han sido vacías, sin fuerzas gramaticales, ni políticas de avanzada, y, sí, contradictorias para la clase política de pocos atrevimientos.

Ya, en tiempos de la independencia, se asomaron toques de informalidades con el maestro Simón Rodríguez  en la formación universal de Bolívar quien, cuando conoce a María Teresa, había leído a Rousseau, Montesquieu y Voltaire. Luego aparece Andrés Bello, caraqueño de prestigio y con una acción profunda en la poesía y en el trabajo educativo que llega hasta las partes más firmes en la preparación académica de Simón Bolívar, de padres españoles pero nacido en Caracas en 1783.

Después, en nuestros días, aparece la figura de un hombre estudioso y fecundo, Don Arturo Uslar Pietri, abogado, educador, economista y político que luce en el panorama cultural venezolano con fuerza y originalidad y que presento la tesis de la escuela para “educar para el trabajo”.

Así mismo, aparecieron los políticos copeyanos Eduardo Fernández y su combo dando un vuelco a las propuestas educativas colectivas bajo la propuesta de un Ministerio de Educación para manejar: “La Educación, empresa nacional”, que manejan como propuesta política.

A esta idea le salió al paso Luis Beltrán Prieto que se metió por el medio, amparado en el apoyo de los maestros izquierdistas que llegaron para quedarse y que dieron impulso al deseo de politizar al gremio, conquistar las ideas del “estado director y programador de la educación, sin dejar que la sociedad y su grupo de sociólogos, pedagogos y maestros establecieran la mejor conducta para implementar el plan educativo nacional.

En efecto, todo esto no es nuevo. Ya, bajo la Vice-Presidencia de Santander y el viejo Maestro Gervasio, después de la batalla de Junín y sin ocupación española, la cosa no había nacido y la educación organizada no existía.

De suerte pues, que los dirigentes lucen que no les interesa educar sino mandar. Se tiene pánico al hombre ilustrado y al amigo defensor de los derechos del hombre, regularmente usurpados sin piedad y con mucha arrogancia mantenida al compás de los tiempos, dejando que el control político juegue con la voluntad, el cerebro y el corazón de los individuos. En adición, la patria está cansada de los desengaños que no paran, ni en la vida ni con los anos, mientras el sector social educativo de los pueblos sigue esperando recibir civilidad para el arreglo de las normativas educativas y de convivencia.

Todo esto, cuando ya había pasado la aparición de los fundamentos del Marqués de Condorcet que presentó los esquemas de la educación para el progreso por los años 1791, ocho años después del nacimiento de Simón Bolívar. Así pues, el Marqués de Condorcet es de los más nítidos ejemplos de lo que se ha dado en llamar la Ilustración. Sus palabras “Luces, virtudes públicas y libertad” contienen el concepto más caro al espíritu ilustrado y caracterizan este movimiento cuyas ideas de progreso fueron tomadas y aupadas por Bolívar años después cuando concluyó “Moral y Luces son nuestras primeras necesidades. Moral y Luces son los polos de una Republica”.

Para Condorcet, sin las Luces, el progreso estaba perdido. Dijo además: “Generosos amigos de la igualdad y la Libertad, reuníos para obtener del poder público una instrucción que la haga popular o temed perder pronto todo el fruto de nuestros nobles esfuerzos”.

De suerte pues que, o acordamos una educación libre, gratuita y obligatoria para el trabajo y el empleo, nacida de la sociedad colectiva en moral, sana y sin señales de controles estadales sino que dependa de un ministerio con leyes diseñadas para dirigir una educación serena y diáfana para culturizar el colectivo venezolano y regir los grandes destinos de la nación, porque educar es culturizar.

Luis Acosta

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