REFLEXIONES| ¡Honor a quien Honor merece!. Por Luis Acosta

Estuvimos recordando en estos días a nuestro nieto Luis Gerardo Núñez Acosta. Nos lo trajo a relación el formidable golfista Tiger Woods por su performance deportista y dedicaciones plenas que le dieron éxito y satisfacciones regias desde el niño prodigio hasta ser considerado el mejor golfista del mundo. Así ha sido nuestro nieto Luis Gerardo. El no ha pedido ésto, empero consideramos que se lo merece. O sea, que si nosotros podemos opinar de lo lejano, con justa comparación podemos ver mejor lo cercano. En efecto, Luis Gerardo, desde temprana edad, se interesó por el periodismo aunque los problemas de cupo en la universidad lo hayan obligado a registrarse en medicina por un año. A los diez años, ya era un entrevistador con ideas investigativas orientadas al diario parroquial y vecinal. No importaba a quien planteaba el trabajo a ejecutar; le daba igual un obrero, un policía o un escultor. Sencillamente, el manejaba su propósito y su obra, y resolvía con nobleza y precisión sin caer en exageraciones. Al joven Luis Gerardo, a ninguna edad posible, su mamá tuvo que ayudarlo a sacar su ropa del mueble para preparar su uniforme escolar y sus libros. El se encargaba de llevar su ropa desde la secadora a su closet y su baúl. Su maleta de viaje, de paseo, o a su trabajo, era y es una verdadera nota de disciplina y orden.

Por otro lado, sus estudios fueron siempre distinguidos. No del sabio, sino del estudiante preocupado y cuidadoso. Sus libros, bien conservados, sirvieron para otros. Los resultados de sus exámenes estaban siempre dentro de los mejores calificados. No eran de 20 puntos a veces en el año, sino todas las veces y todos los años de 16 a 18 puntos. Así llevó su puntuación por toda su primaria, secundaria y universitaria. Era como establecer que la alabanza se gana, no se pide. Se graduó en el tiempo válido para su carrera, mención de Comunicación Social de la Universidad Monte Ávila en Caracas, culminando sus estudios de postgrado en FIU de Miami.

A los 21 años ya era periodista y a los 25 ganaba sus primeros Emmy a la Noticia documentada y a la expresión narrativa llenas de espíritu humano y realidades, sin olvidar el detalle de la creatividad de todo trabajo literario y de la clara posibilidad de su futuro; así, con apresto y fiel lealtad a los principios de los extremos del periodismo que el acoge y distingue con complacencia y sanas costumbres.

Ante la propuesta de un amigo muy allegado de la casa, Joel Lakatos, de preparar unos trabajos literarios, de versos y prosas, dedicados a las diversas performances de nuestros trece nietos, aprovechando las cercanías decembrinas, a Luis Gerardo le tocaron estos. Dicen así: (I) Estudiante fiel y fino/ consecuente con sus libros/ todo tenía aplicación en sus manos/ hasta las reglas de compañía. (II) Siempre se distinguió/ usando el lápiz y la tiza/pero narrando los cuentos/oírlo, era una delicia. (III) Hablando o improvisando/ en el campo o la medicina/ cambiando lados y perfiles/ se volvió una cosa fina. (IV) Así, estudió de primera/ sus clases de periodismo/ cuando llegó a la segunda/ manejaba la noticia. (V) Claro, creativo, talentoso/ elocuente, versátil e inteligente/ habla el inglés bien fluido/ como el mejor de la gente. (VI) De Globovisión lo llamaron/ a la acción para iniciar/ pero empezando las labores / lo intentaron secuestrar. (VII) No huyendo, ni acobardado/ un tiempo estuvo parado/ y unas buenas compañeras/ que sabían su talento/ con interés lo invitaron. (VIII) Cuando nadie lo esperaba/ saltó para New York/ un circuito neoyorkino/ lo fue a buscar donde estaba. (IX) Así se metió con bríos/ con fuerzas y con coraje/ alzó su vuelo y triunfó/ controlando el espionaje. (X) El triunfo le fue prolijo/ seis Emmys tiene ganados/ narración y la noticia/ son premios asegurados. (XI) Luis Gerardo, tu velocidad y octanaje/ preparación y virtud/ sabes más que los que saben/ aunque tu digas que no.

Más, no basta la prosa. A Luis Gerardo le gusta lucir bien y decente y para ello cuida y vigila su indumentaria cada día. Zapatos lustrados por su propio empeño; las combinaciones adecuadamente escogidas, sin romper las reglas dentro del vestir, y si con la pinta de un caballero sobrio, exponencial y cuidadosamente exigente. Por otra parte, dominante del verbo y la extensión de la palabra.

Gracias Luis Gerardo por esa firmeza social que trata de motivar con empeño, distinción y, además, con mesura y humildad.

Luis Acosta

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