REFLEXIONES| El bendito tema de la familia. Por Luis Acosta

Nada es bastante en el aprendizaje y el andamiaje para dirigir una familia honesta, útil y cristiana. Es decir, allí cabe todo porque todo se tiene que ver, aprender, enseñar y procesar. Por un lado, desde el uso y los atributos del tetero o el biberón, hasta el uso y cuidado de la doctrina del bautismo, la comunión, la sociedad y el sacramento del matrimonio que son las partes que en el camino de la vida se agregan para tu consideración y decisión final. Por el otro lado, pasando por el régimen educacional que constituye, en el fondo espacial y en el modo indicativo, la formación moral, personal, cívica, doméstica y, principalmente, familiar como arte integral para que obtenga concisión, precisión y adecuación para tratar con las leyes, el estado y el resto de sus semejantes. Este trabajo hogareño, cuando se convierte en afán para llevarlo en razón de vida o de vivir con nobleza y distinción, es cierto que logra la mejor disposición para construir una existencia pura y digna para un individuo, caballero, obrero, ciudadano o el macho de la esquina, si sale de tan bello proceso.

Sin embargo, vemos sucesos, cosas y siniestros que lejos de parecer salidos de hechos nobles, normales y de buena conducta, por el contrario, son escandalosas noticias capaces de endurecer el corazón de los más tolerantes y razonables, y añaden penas ajenas con debilidad torpe y enfermiza. En efecto, en México, en días pasados, se registró una manifestación de mujeres para protestar por la violación de una indefensa muchacha atacada y violada de todas formas por 5 agentes de seguridad provenientes de los registros de protección de la policía de México. El caso ha reunido las formas y maneras más odiosas y groseras que basta con comentar que la violación ocurrió con alevosía, premeditación y ventaja, donde 5 agentes, con todas las armas en sus manos y llenos de lujuria y bajeza varonil, sin clemencia y sin medidas, cayeron en la violación colectiva sin contemplaciones.

Pero mucho peor fue la torpe forma y altanera actitud de las manifestantes cuando se vuelcan e irrumpen en alevoso desorden y trato contra la ciudad, el conglomerado y los intereses colectivos, rompiendo y destruyendo todo lo que consiguieron a su paso y marcha, como si la organización urbana tuviera culpa de lo sucedido. En efecto, no queremos afincarnos sino en lo delicado de este siniestro para exigir del Presidente de la República de México, una investigación a fondo, racional y política que sirvan para tomar decisiones sobre leyes que castiguen estos hechos contra las mujeres, que se repiten con frecuencia, y que igual se toquen, definitivamente, el cuerpo policial para adecentar su contenido humano y su comportamiento cívico que dé al traste con sucesos tan escandalosos, llenos de extravagancias y escasez de toda moral ciudadana.

Como si fuera poco, luce totalmente inaudito, que a esta edad de la civilización más moderna y rica de la tierra se den casos de niños encontrados asfixiados y muertos en vehículo cerrado con infantes de corta de edad incapaces de poder defenderse. Ese trato descuidado e inhumano, indigno de padres de familia, no se compadecen con los planes industriales y los precios de los vehículos que oscilan entre los $50.000 y los $50 millones, sin que las autoridades hayan hecho valer de los fabricantes lo necesario para implementar un dispositivo con su alarma “a propósitos” para avisar cuando un niño está atrapado y en peligro de muerte dentro de un vehículo. Nosotros preguntamos, qué costo adicional tan importante tiene sobre un vehículo tal implementación que a la postre pagarían los compradores y los padres de esos niños que merecen más dedicación del estado, la familia y los industriales que bien clara es su obligación vigilante sobre los artículos que salgan al mercado que sean confortables y de uso seguro para todos los usuarios.

Igualmente es preocupante que se viene notando y llegando noticias de varias ciudades importantes de Latinoamérica sobre las propuestas que actualmente se discuten para agilizar los procesos de divorcios matrimoniales. En efecto, queremos llamar la atención de que tales iniciativas son prejuiciosas para la ciudad, pecaminosos dentro de la teoría eclesiástica que recuerdan que “lo unido por Dios no puede ser separado por el hombre” que además son decisiones que dividen la familia, distraen a los comprometidos en cosas que los desordenan y son causas seguras y espontaneas para el alejamiento de los hijos de sus hogares familias y padres.

Entonces, de quien es la culpa de tan lamentables siniestros precisamente, cuando se está planteando la globalización del mundo que nos obliga a pensar y actuar con mayor raciocinio y comunidad? Teóricamente, la sociedad está metida en todo este meollo pero la familia se nota comprometida y azarosa con estos siniestros y, por lo tanto, ¿qué hacer?

Evidentemente, algo hay que hacer. En este sentido, pensamos que la sociedad esta más comprometida que la misma Iglesia, pero, igual, menos señalada que la Familia. Pensamos, como se ha dicho siempre, que la familia es el núcleo principal más valioso de la sociedad de la vida. Ella sigue siendo, dirigiendo y ejerciendo lo más importante. Si ella falla, fallamos todos.

La familia es techo y juicio del conglomerado y, queramos o no, los cinco agentes son miembros de tal familia y las mujeres manifestantes y ofendidas también lo son. Lo son quienes se quieren divorciar. Lo que planteamos al gobierno como solución a sus culpas y abandono, es, sin dudas, volcarnos hacia lo institucional y eso se empieza por organizar lo que se mantiene desordenado. El Estado es el otro pilar para esta tarea. El Presidente de México, como director de la decimoquinta potencia mundial, tiene la palabra.

 

Luis Acosta

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