El problemario universitario. Por Luis Barragán (@LuisBarraganL)

Tarde o temprano, la universidad venezolana tenía que enfrentarse a  la dictadura, como acaece en los días que transcurren.  Por mucho que escurriera el bulto, postergados y cada vez más graves  los problemas,  departamentalizado el asunto como algo secundario, hoy cobra toda la dimensión y el peso de un choque político, por siempre inevitable.
El objetivo estratégico del régimen, persistente y ciertamente enfermizo, ha sido el de controlar y sojuzgar, condicionar y destruir la universidad que sólo lo es y será por libre y autónoma. A nuestro juicio,  por distintas razones, es la única fuerza social articulada nacionalmente, acaso estructural y organizacionalmente por encima de los partidos, capaz de afrontar el reto planteado por la tiranía.
Y, como fuerza social, ha sido quirúrgica y pacientemente tratada por veinte años, desarticulada en todo lo posible, casi con una vocación artesanal, incluyendo el estímulo a la masiva deserción de estudiantes y profesores.  Con las honrosas excepciones del caso, la universidad pública también ha padecido de la confusión, contaminación e infiltración de quienes han urdido todo el poder material y simbólico del Estado para amilanarla y humillarla.
En 1999, fue derrotada la pretensión de ampliar interesadamente a la comunidad universitaria a través de una vulgar maniobra dizque participativa y, hacia 2007,  con el referéndum constitucional, nuevamente Chávez Frías mordió el fracaso en una materia en la que persistieron luego. El aparato judicial, no sin contradicciones, le dio soporte al esfuerzo asaz alevoso por ultimar la independencia de las universidades, desde 2009, esperando con una paciencia y un cálculo insólitos para intentar el zarpazo final.
Días atrás, sin decidir el fondo del asunto, incurriendo en ultrapetita, la tal Sala Constitucional ha fijado un plazo de seis meses para que la UCV célebre sus comicios como a la dictadura le da la real gana, pendiente el resto de las casas de estudios. Obviamente, están prefabricando – por la medida pequeña – el desacato, con las consecuencias del caso, desafiando abierta y claramente al mundo universitario que se resistió o negó al carácter político del conflicto.
Luis Barragan / @LuisBarraganL
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