REFLEXIONES| Acerca de “Cien años de Soledad”. Por Luis Acosta

Para intimar y reflexionar con distinción a “Cien años de soledad” se necesita mucho alcance literario, talento filosófico creativo, armónico y preciso, cosas que no tenemos. Empero, sí tenemos, sin pretensiones literarias, la preparación mínima sobre todo de la escuela gramatical del Instituto Pestalozziano y los valores del lenguaje  tal “Cien años de soledad”, creación con gran sentido humano y social, un cuento que podría ser sobre la Venezuela incipiente y un mundo desconocido pero lleno de personajes, paisajes y sucesos capaces de inferir y provocar esta historia ficticia y fascinantemente organizada, merecedora del Premio Nobel de Literatura de la Academia de Estocolmo-Suecia, y la creación de Macondo y su destino final nacido de la pluma mágica del maestro Gabriel García Márquez que desde luego no se parece a ninguna.

No tuvimos la fortuna de conocer personalmente al abogado, filósofo, sociólogo y narrador de este cuento pero, “por sus obras lo conocerás”, como lo dijo el gran hijo de la humanidad celestial, Nuestro Señor Jesucristo. Pero Macondo nació en un sitio donde todos estaban perdidos. Sin saber de mar, de ríos, de otros hombres y sus valores, pero que estaban en un sitio privilegiado aunque no sabían salir. Allí se quedaron y fundaron Macondo.

Como dice Vargas Llosa, “…personajes que no se conocían traban relación, hechos independientes que revelan, como causa y efecto de un proceso, todas las historias anteriores son mudadas de fragmentos de esta historia total en piezas de un rompecabezas que solo aquí rearma plenamente para, en el instante mismo de su definitiva integración, desintegrarse.”

Por otro lado, entran los componentes de la casa de los Buendía, da con sus mudanzas la medida de los adelantos de Macondo, como lo ha comentado el formidable Vargas Llosa. Deja penetrar desde el principio a sus personajes principales, además, ordena la entrada y salida de ellos desde su aparición en el árbol genealógico de los Buendía, presentando a José Arcadio, casado con su prima Úrsula Iguarán, como primera generación hasta Aureliano que conforma la séptima generación, que saltan en esta vida literaria junto a Mauricio Babilonia, Meme, Aureliano Babilonia y Amaranta Úrsula.

De todo esto, y con esto, se arranca la historia de Macondo. El afortunado sitio que dio universo fecundo y profundo para la creatividad absoluta y total de lo que se puede manejar en estos espacios, según muchos, todos los posibles que la imaginación puedan dar con independencia y soltura.

Llama la atención el Glosario que se anexa a la edición de la Real Academia Española, que sale agregado a la terminación de la obra y que contiene cerca de 600 selecciones de términos y locuciones comunes que aclaran no para el significado general sino el sentido concreto en el contexto de la novela.

Después se llega, con muchas ganas de seguir leyendo, al aparte Nombres, donde recogen los nombres propios de todo tipo mencionados en la novela. Así, nos conseguimos con Alejandría, ciudad del norte de Egipto situada en el delta del Rio Nilo. Alexander Von Humboldt, geógrafo y naturalista alemán del siglo XVIII. Alirio Noguera, revolucionario radical que se hace pasar por médico en Macondo. Amaranta, la hija menor de José Arcadio Buendía, el fundador de Macondo, y Úrsula Iguarán. Cantabria: destrucción de la ciudad situada cerca de la actual Logroño. Fue destruida en el año 574 por Leovigildo. Coronel, padre párroco de Macondo, a quien llaman el “Cachorro”, aparece también la hojarasca. Así, de cada personaje se indica su participación en la novela.

¡Es algo espectacular que ningún ciudadano puede dejar de leer no solo por leer siempre, sino también, por encontrarse con Cien años de soledad!

Luis Acosta

 

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