Víctimas de trata son sometidas en hoteles de Güiria antes de llevarlas a Trinidad

Kelly Anyeline Zambrano, una de las desaparecidas del bote «Ana María», se hospedó en el hotel Timón de Máximo de Güiria, estado Sucre. Pero no hay registros legales de su presencia allí.
La joven de 19 años viajó desde Rubio —estado Táchira— el domingo 12 de mayo y llegó la noche del martes 14 a Güiria. La embarcación supuestamente saldría al día siguiente hasta Trinidad y Tobago pero zarpó el jueves 16, día en que desapareció con 33 personas a bordo.

Hizo saber a su novio que el lugar donde se hospedó no le gustaba y si el jueves el peñero no partía se devolvería a Rubio. Pero sí salió. De acuerdo con los avances de las investigaciones que lleva la comisión de la Asamblea Nacional (AN) acerca de la desaparición de este bote, los hoteles Plaza y Timón de Máximo han servido para hospedar a las jovencitas sin registrarlas.

Al diputado Robert Alcalá, miembro de esta comisión, le llama la atención que los empleados de estos lugares no son investigados ante las sospechas de una red de trata de personas que opera entre Güiria y Trinidad, y que presuntamente albergan a sus víctimas en estos sitios.

“Entre los detenidos por el naufragio del bote Jhonnalys José [ocurrido el 23 de abril] detuvieron a 18 personas, entre ellos recepcionistas de los hoteles que luego dejaron en libertad y quedaron detenidos nueve”, explicó Alcalá.

Ocho días después de la desaparición del bote Ana María no hay rastros de un posible naufragio y el operativo de búsqueda se suspendió sin resultados. Esta situación hace presumir a los familiares de las víctimas que fueron sometidos por una banda que opera entre ambos países.

Fuentes de Crónica.Uno detallaron que la explotación sexual a mujeres jóvenes —entre Güiria y Trinidad— es un secreto a voces entre los habitantes, que aseguran no es una práctica reciente. Indicaron que hay complicidad entre los funcionarios y pranes de cada zona, para que las embarcaciones salgan de manera clandestina con sus víctimas.

Generalmente, estos peñeros cargan a más de 20 pasajeros y zarpan en horas de la noche. Se detienen en distintas playas, incluyendo a Macuro, para recoger a más personas que van ilegalmente.

El modus operandi de esta red de trata de personas es captar a través de amigas o conocidas a la víctima. Le ofrecen un trabajo como mesonera, camarera, niñera o modelo con un buen sueldo en dólares. También les prestan dinero para cancelar el pasaje del bote, que cuesta entre 200 y 300 dólares.

En el caso de Kelly Zambrano, una amiga de nombre Rommy —quien se encuentra en Trinidad— le propuso un empleo de camarera en un resort, en el cual ganaría 1000 dólares. La hermana de esta joven, que vive en Táchira, le prestó 200 dólares a Kelly para que cancelara el pasaje del peñero.

“A ella le dio ilusión el monto porque de esa forma podría ayudar a su mamá, con esta situación del país. Pensaba trabajar hasta diciembre y ahorrar todo lo que pudiera para regresar”, contó un allegado quien por seguridad prefirió mantener anonimato.

Parecida fue la situación de Ani Villalobos, otra de las desaparecidas. La joven de 22 años le contó a su mamá, Carmen Pérez, que una amiga la había invitado y viajó desde Caracas hasta Sucre.
El diputado Alcalá sostuvo que los miembros de esta red someten a las jovencitas una vez las tienen en los hoteles y si quieren salir, deben pagarles 300 dólares, dinero que no tienen.

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU) la trata de personas es el tercer negocio ilícito más lucrativo del mundo. 80 % de las víctimas en América Central y el Caribe son mujeres; más de la mitad, niñas.
En las lanchas que salen de Güiria también viajan pasajeros que emigrarán. Así es el caso de Luis Guanipa y cinco miembros de su familia, a quienes fue a buscar a El Tigre, estado Anzoátegui. Los seis, incluyendo a dos niños y una mujer embarazada, iban en el bote Ana María.

Decidieron abandonar el país por la crisis económica y hace dos años Luis emigró, y poco a poco fueron llegando sus seres queridos. Ellos cancelaron 1600 dólares para salir de forma ilegal en el peñero desde La Playita, en Güiria.

“Los botes son el único transporte y la mayoría de las personas se va ilegalmente. Esto es con la complicidad de las autoridades que le dan la autorización de zarpe y les cobran vacunas. Es un negocio lucrativo para los dueños de los botes, también para la Guardia Costera, la Capitanía de Puerto y los guardacostas. Ellos deben velar por que se cumplan las normas de zarpe y socorrer en accidentes. Tenemos información de que el Cicpc también está involucrado en esta situación”, dijo Alcalá.
Sospechan que otros botes se llevaron a náufragos
El martes 23 de abril zarpó el peñero Jhonnalys José con aproximadamente 36 personas a bordo. Luego de su paso por Boca del Dragón, naufragó. Un sobreviviente contó a Crónica.Uno de forma anónima que hubo presencia de otras embarcaciones en la zona y se presume que rescataron gente.

Esto ocurrió cuando llevaban más de dos horas de camino, por lo que cree que ya estaban muy cerca de Trinidad. Otras fuentes indicaron que el capitán bajó la velocidad del peñero para llamar y por la fuerte corriente una ola volteó la lancha.

A esta víctima la captaron cercanos ofreciéndole un cómodo trabajo. Y antes de zarpar estuvo sometida en un hotel de Güiria.

El diputado Alcalá informó que una de las desaparecidas en este naufragio, Luissany Betancourt, se comunicó vía telefónica con su mamá y le dijo que estaba en Táchira. Pero luego de que la familia denunciara pudieron rastrear la llamada y detectaron que se encontraba en Güiria.

La comisión de la AN también investigó que el 26 de noviembre de 2018 una lancha deportiva llamada Ropina, con siglas ADKND-8532, naufragó a la altura de Puente de Hierro, en la vía a Trinidad. Este accidente no fue visibilizado, sobre todo la desaparición de Omar Caputto, de 46 años, uno de los pasajeros.

“Rescataron a siete personas menos a Omar. Según información, le hicieron saber a su familia que está vivo”.

En un mes desaparecieron al menos 50 personas durante los viajes entre Güiria y Trinidad. Los parientes de las víctimas del bote Ana María recibieron amenazas de civiles si seguían denunciando.
Incluso prometieron la muerte a un pariente de los desaparecidos en dos oportunidades. Atemorizadas, estas personas decidieron salir de Güiria pero continuaron con las denuncias acompañados por los diputados de la AN.

Los familiares no recibieron apoyo gubernamental en Güiria. Desde el naufragio del Jhonnalys José, las autoridades no se han pronunciado al respecto ni han informado de investigaciones.

Crónica Uno

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