Roma, cada día más sucia

Hace unos meses, los turistas que paseaban por los alrededores de la Fontana de Trevi se quedaron petrificados cuando vieron cómo las llamas devoraban un autobús urbano en mitad de una céntrica calle. Los romanos se sorprendieron un poco menos. Sólo en los últimos tres años se han producido medio centenar de accidentes similares. La capital italiana posee algunos de los monumentos, museos y rincones más bellos del mundo, pero el degrado, la basura acumulada en los contenedores durante días o la falta de manutención de sus infraestructuras y transportes públicos ha terminado por amargar la ‘dolce vita’ romana.

La capital italiana batió el año pasado su propio récord de accidentes por culpa de los socavones y los baches que se multiplican en la calzada y las aceras de la ciudad. Sólo el año pasado, más de 10.000 romanos acabaron en urgencias con fracturas en rodillas, brazos y caderas por tropiezos atribuibles al mal estado de su calles. Un 11% más que en el mismo período del año anterior, según datos oficiales recogidos por el diario ‘Il Messaggero’.

En 2008 el periodista Massimiliano Tonelli lanzó un exitoso blog en internet donde invitaba a los romanos a «desahogarse» por el abandono de la ciudad «más bella del mundo», a la que comparaba con capitales como Beirut o Calcuta. ‘Roma fa schifo’ (Roma da asco) se llamaba. Más de diez años después, con un nuevo gobierno municipal y una alcaldesa del Movimiento Cinco Estrellas desde 2016, los ciudadanos tienen la sensación de que la situación no ha mejorado.

Así lo creen las seis mujeres que hace un par de años decidieron desafiar a la edil ‘grillina’, Virginia Raggi. Crearon un grupo en Facebook que acabó transformándose en un movimiento popular (Todos para Roma, Roma para todos) y un influyente instrumento de protesta. El año pasado organizaron una manifestación frente al ayuntamiento a la que se unieron 10.000 personas, sin colores ni banderas políticas. «Quisimos poner en evidencia que los ciudadanos no pueden ser considerados clientes de la administración, sino propietarios de la casa, que es su ciudad», cuenta a EL MUNDO una de las fundadoras, Emma Amiconi.

Varias semanas después, la alcaldesa las recibió en privado pero el resultado no fue el que esperaban. «Llevamos 600 fotos, documentación y muchas ideas para mejorar la ciudad porque creemos que no es suficiente con protestar, hay que hacer propuestas para cambiar lo que no funciona», explica. Amiconi reconoce que Roma siempre fue una ciudad «difícil». «Está el Parlamento, el Vaticano, una historia que mantener, y la inversión pública se ha recortado. Pero ahora se encuentra frente a una situación de emergencia y la respuesta del Gobierno no está a la altura», lamenta. Por eso la próxima semana volverán a manifestarse.

Simone Vellucci está de acuerdo. Hace 10 años este treintañero decidió fundar junto a unos amigos ‘Retake Roma’ (Recuperemos Roma) y pasar de la protesta a la acción. Vestidos con su inconfundible chaleco azul, cada fin de semana cientos de voluntarios de la asociación se organizan para barrer las calles, limpiar las pintadas de las fachadas o recoger la basura acumulada en los parques de la ciudad. «Roma ha empeorado en los últimos años y se ha creado una dinámica psicológica negativa porque, cuando te acostumbras a escuchar que la ciudad está sumida en la porquería, te sientes menos responsable si aparcas en segunda fila o tiras el chicle por la calle», sostiene.

Vellucci rechaza a quienes creen que con sus acciones sustituyen un trabajo del que debería ocuparse el ayuntamiento. «Lo que hacemos es dar ejemplo», defiende. «Sirve para llamar la atención de la administración pública y que la gente entienda que tenemos la responsabilidad de hacer que Roma vuelva a ser una bella ciudad».

El Mundo

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