REFLEXIONES | ¡Llegó diciembre! Por Luis Acosta

Que originalidad, magia, destino, suerte, deseos, distinción o maravillosa esperanza se constituyen todos y cada uno de los meses de diciembre y las navidades! De verdad, se vuelven tertulia, amor, disfrute y caridad. Pero, más que eso, destino por llegar y pensar mejor de la vida bella, amplia y decisoria. En este malecón, puerto y desfile de barcos, vapores, balandras, canoas, peñeros y yates que pasan por el Lago de Maracaibo, a la vista de nuestras ventanas, en rutas allende del Lago. Marinando por aguas profundas, turbias y peligrosas pero también de oleaje suave y aires sanos y deliciosos que se prestan para meditar hasta más allá del circuito cercano en el abanicar de nuevos derroteros que debemos superar. Así que, en este año que termina, y el otro que empieza, se deben abrir nuevos horizontes. Si todo se da en el nuevo año, nos traerá el heredero que esperábamos desde 1960. Puras hembras habían llegado durante ese tiempo y un varón se esperaba y faltaba. Así, esperamos que suceda. Esto hace continuar el ancestro de la familia original que se iba corta, por eso se necesitaba alguien que guíe las décadas por llegar. Así, el devenir de nuevos desafíos, también de estrellas y, por qué no, de nuevas ilusiones. Las ilusiones son como un sentir de cosas renovadas y un avance en las especulaciones que siempre se presentan.

En principio, es un pensamiento huérfano pero después se convierte en un arranque del seguir, no es que se trata de abrir  caminos sino de inventar otros senderos que, por exigentes y complejas que sean, no dejan de ser atractivos y reales hacia el futuro. De verdad, nos recuerdan las competencias náuticas de los círculos deportivos, los cuales nos encantan por ver determinando que en la unión esta el éxito en la carrera. Es decir, todos los actuantes reman hacia la misma dirección y meta. Entonces, cuando se triunfa, la felicidad es colectiva y cuando se pierde, el dolor se reparte. Cuando van así, las líneas rectas se ven como son, más cercanas. Mientras las curvas, dada la velocidad, también se acercan y se aceleran para ganar.

Nosotros siempre hemos creído en el crecer, tanto así, que el optimismo nos es propio. En efecto, nos salta y gana la humildad y la sonrisa, y se pone nuestro corazón más sencillo y operante. Desde luego, cuando el corazón opera y vibra, la vida se expande, el contagio sano aviva el ritmo de la sangre en sus diástoles y el espíritu se vigoriza como la fuerza del cuerpo y la elevación del alma. Dice el dicho popular “el que nada sacrifica, a nada tiene derecho”. Este es el mes para la meditación. De verdad, nos cuesta mucho el dar y el esfuerzo del sacrificio, aun más, porque nunca nos sobra y porque, también, nada nos falta. Por eso, esperamos que este pensamiento, de evidencia moral, nos invite al algo sacrificar para tener derecho a nuestras exigencias en el pedir. Además, como dice el valiente, si no se tiene, se ahorra o se busca. Y el que busca, según palabras del Señor, siempre encuentra.

Venezuela está pasando por meses, semanas y años de muchas dificultades con poca patria y mucho egoísmo. Si agregamos las necesidades de tantos terceros que esperan ayuda, la multiplicación del sacrificio crece y el círculo a servir aumenta tanto que se hace exponencial. Luego, empecemos a repartir con grandeza, con generosidad y nobleza. No esperemos que el más necesitado se vaya huyendo del abandono social que recibe. Al contrario, aprendamos que cuando el corazón se dilata, a posteriori, la fuerza sanguínea se vuelca y corre por arterias y venas y se derrama feliz y augusta de bondad y frenesí en las tibias cavas del corazón.

Nosotros estamos repartidos. La vida, el destino y el azar del collar que nos toca nos exigen comprensión y más compañerismo de lejos. A toda la familia zuliana y venezolana deseamos, para amar con cariño, para sentir con tenacidad, vigor y con la ampliación  de la unión, que la repartición se imponga y el calor humano se esparza abrazando al que aparezca al lado no importa quién. Aprovechemos la viscosidad del aceite del amor para hacer aflorar la fe, la esperanza y la caridad que son las virtudes que todos necesitamos.

La inspiración de la Navidad recodó en la terraza de nuestra casa con estos versos de concordia y paz:

Gritar que somos felices, nadie lo cree

Aun así, es conquistable el amor.

Es la forma de sentirse

con fuerza en el corazón.

También es el desahogar al filo de la garganta

lo libre de los pulmones

al resonar el cañón.

Y, volviendo a la añoranza

porque los hijos no están,

unos comeremos hallacas

y otros picaremos el pan.

¡Pero todos sentiremos

que todos queremos Paz!

 

¡Felicidades para el 2019 y Felices Pascuas para este 2018!

Luis Acosta

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