Felicidad Interna Bruta. Por Noel Álvarez (@alvareznv)

Cuando pensamos en personas felices, imaginamos que son aquellas que viven en los países desarrollados. Atribuimos la felicidad a quienes poseen un elevado índice de prosperidad, quienes disfrutan de un alto poder adquisitivo y que además gozan de un buen grado de seguridad, libertad y justicia. Claro está que, esos son factores determinantes, para que el ser humano se sienta jubiloso, pero no son  suficientes, ya que,  la felicidad va más alláEn su naturaleza cualitativa el hecho de cuantificar la felicidad resulta subjetivo. Para superar esta debilidad, en el reino del Tibet, en Asia, hace muchos años que se trabaja con un indicador llamado “Felicidad Interna Bruta” (FIB), que se toma como base de las políticas de gobierno.

 

El sistema FIB fue propuesto en 1972 por Jigme Singye Wangchuck, para aquel entonces Rey de Bután, como respuesta a las críticas de la constante pobreza económica de su país. Desde 1949, año en que Bután logró independizarse de Inglaterra, retomó los principios del budismo tibetano como principal concepto de vida. La intención del “Cuarto Rey Dragón” fue simple: el ser humano por esencia propia aspira a la felicidad, principio que se define en las sociedades desde el nacimiento de estas, y que para muchos podría ser alcanzado con la estabilidad económica. Esta definición no fue aceptada por el joven Rey que cuando asumió el trono contaba tan solo 17 años.

 

Para el Cuarto Rey Dragón, el desarrollo de un país se debía medir por el grado de felicidad de sus habitantes, pero esta no debería ser considerada por el poderío económico, sino por el bienestar emocional y espiritual del pueblo. Para eso el Rey se hizo la siguiente pregunta: ¿Qué haría feliz a la gente de Bután?. Su respuesta fue muy simple: el butanés disfrutaba compartiendo la vida con otras personas, siendo parte de la cultura de su país, educándose y conociendo los aspectos más fundamentales de la vida; así como también, asegurando una estabilidad que le permitiera no tener preocupaciones por salarios de hambre, falta de alimentos, agua, gas, medicinas, electricidad y vivienda, entre otras cosas. Acogiendo estos criterios, el Rey logró que la búsqueda de la felicidad se transformara en una política de estado.

 

Para los budistas la felicidad es un estado mental que va más allá de conseguir un nivel óptimo de consumo material, de riqueza o estabilidad económica. Según sus creencias todos los seres humanos tienen un mismo deseo: encontrar la felicidad y evitar el sufrimiento, pero muy pocos conocen su origen. Señalan que si las personas desean disfrutar de la prosperidad duradera, deben adquirir y mantener una experiencia especial de paz interior y la única manera de conseguirla es adiestrando la mente con la práctica espiritual para reducir de manera gradual los estados mentales negativos, sustituyéndolos por estados mentales apacibles.

 

A fin de proporcionar al pueblo el mayor grado de felicidad posible, el gobierno de Bután maneja cuatro pilares fundamentales: a)la promoción del desarrollo socioeconómico sostenible e igualitario; b)la preservación y promoción de valores culturales; c) la conservación del medio ambiente;  y d)el establecimiento de un buen gobierno. El FIB es el resultado de las políticas públicas, del buen gobierno, de la equitativa distribución de la riqueza resultante de los excedentes de la agricultura, de la ganadería y de la extracción vegetal; de los ingresos obtenidos por la venta de energía a India; de la ausencia de corrupción; de la garantía general de educación y de la existencia de un óptimo sistema de salud.

 

Mi conclusión es que, los venezolanos estamos condenados a no alcanzar la felicidad mientras el régimen que detenta el poder continúe controlando el Estado: En primer lugar porque las políticas aplicadas por él, van a contravía de lo que se aplicó en Bután y en segundo lugar porque para sumergirnos en la práctica espiritual que, en su máxima expresión, nos llevaría a lograr la paz espiritual, antes debemos: perder un tiempo inconmensurable para obtener 20 mil bolívares en efectivo; noches y días para lograr el pago de la pensión; superar colas, empujones y amenazas para conseguir un paquete de harina precocida; ruletear todas las farmacias para conseguir medicinas; conseguir una inexistente camionetica para ir al trabajo; soportar la malcriadez del vendedor de la bombona de gas y por ultimo tener y mantener un trabajo que nos permita obtener unos ingresos dignos ¡uff! terminé cansado  y todavía no he tenido tiempo para comenzar a meditar.

 

DC / Noel Álvarez / Coordinador Nacional IPP-GENTE / noelalvarez10@gmail.com / @alvareznv

 

 

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