Estrenando La Diáspora. Por Eugenio Montoro

Finalmente vino a tocarme el turno. Uno de mis hijos hizo maletas y se fue de Venezuela y los otros, que aún están en Maracaibo, también lo piensan.

Hace 70 años, su abuelo (mi padre) hizo algo parecido. Tomó las maletas y abandonó su España natal para comenzar una aventura en Venezuela. Hoy, en reversa de la historia, este joven venezolano, con la misma edad conque vino su abuelo e igual apellido, vuelve a la tierra de origen de sus mayores. Las razones son parecidas y sencillas: tener una mejor calidad de vida y la posibilidad de crecer.

Consuela saber que va con un contrato de trabajo previamente acordado en su especialidad de ingeniería, soltero y hasta cuenta con el apoyo desinteresado de los familiares en España.

Te vas en caballito blanco, le bromeo, pero sin ignorar los miles de jóvenes dejan su “tierra de gracia” sin algún plan y empujados por la realidad de no tener presente ni futuro en su país. Miles de profesionales excelentes, trabajadores de alta calificación, profesores, artistas, empresarios, médicos, intelectuales, entre muchos otros, han abandonado su tierra por la pobreza económica que se ha creado y por el horizonte sin esperanzas.

La pérdida de centenares de miles de jóvenes talentosos es el mayor crimen que este régimen. Con ello no solo se debilita el desarrollo presente, sino que mutila el futuro nacional.

Aunque en otras escalas y circunstancias, se repite el caso de PDVSA cuando el régimen decidió despedir a 23000 de sus mejores gerentes, supervisores y técnicos. La empresa se debilitó tanto hasta hacerla inoperante. De igual forma la pérdida del talento nacional que está ocurriendo debilita al país entero hasta convertirlo en una nación aldeana del siglo XVI.

Este régimen asesino del futuro sonríe viendo la diáspora del talento por cuanto sabe que con ella se van muchos de los que le adversan y en esa medida crece su poder de influencia sobre aquellos que se quedan y reciben limosnas o premios por fidelidad. Su objetivo  es mantenerse en el poder y desde allí fanatizar a sus esclavos en las utopías comunistas a fin de crear un “hombre nuevo”, personaje al que no dudamos de calificar como castrado intelectual, asquerosamente obediente y sin motivación para la crítica y el cambio superior.

Los que vivimos buena parte de los cuarenta años de la democracia y creemos en ella, tenemos una responsabilidad muy grande frente a la toma de acción para salir de este régimen. Al fin y al cabo, disfrutamos un gran período de libertades gracias al empeño y sacrificio de dirigentes notables del pasado. Ellos lucharon por nosotros y ahora nos toca a nosotros luchar por los chamos, Cada hombre y mujer mayor de 40 años ha vivido tanto en el mundo democrático como en este mundo comunista en Venezuela. Saben comparar y por eso no hay excusa para la indiferencia.

Seguir luchando hasta que salga este régimen es el objetivo. No importa cuantas veces nos enredemos en el camino. Para allá vamos y cada vez es mayor la responsabilidad de los que hoy tenemos cuarenta años o más.

 

DC / Eugenio Montoro / montoroe@yahoo.es

 

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