Crearán minicerebros tridimensionales para tratar autismo

El novedoso proyecto, que desarrollará cerebros tridimensionales de origen humano para estudiar el autismo, será financiado con una beca Marie-Curie de 150.000 euros que la Comisión Europea ha concedido a la joven investigadora portuguesa.

La investigación se desarrollará durante los dos próximos años en el Centro de Neurociencias y Biología Celular (CNC) de la UC, en el ámbito del proyecto «ProTeAN», dirigido por el investigador João Peça del Grupo de Circuitos Neuronales y de Comportamiento del CNV.

El objetivo final del proyecto pasa por «posibilitar una medicina personalizada para cada enfermo de autismo», explicó Catarina Seabra.

Los minicerebros que crearán son unas bolas de células cerebrales humanas que crecen y son capaces de formar estructuras similares a las del cerebro en alrededor de un mes. Las células dentarias, recogidas cuando se cae un diente o de los propios dientes de leche del paciente, serán transformadas a partir de cultivos de laboratorio en neuronas.

«El cerebro tendrá actividad a partir de los 4 u 8 meses y se podrá usar durante un período de dos años, ya que a partir de ese momento empiezan a morirse debido a que no tienen vasos sanguíneos», refirió la investigadora.

Según el grupo científico que participa en la iniciativa, con estos minicerebros será posible explorar de forma innovadora las características del cerebro de personas con autismo, con especial atención a los cambios morfológicos y a la comunicación entre las neuronas. Además, «podremos ver cómo están organizadas las neuronas, su forma y cómo se comunican unas con otras».

Esto los capacitará para hacer comparaciones entre el funcionamiento de un cerebro de una persona saludable con el de otra que padece autismo, enfermedad que, según la UC, afecta a uno de cada 68 niños. Tras la comparaciones, Catarina Seabra, que reside en la localidad de Vila Nova de Tazem -en el Parque Natural Serra da Estrela (centro del país)- explicó que procederán a la aplicación de fármacos para revertir directamente lo que comprobaron en los minicerebros.

A partir de dichos cerebros será posible «analizar los objetivos terapéuticos ajustados a las especificidades de cada paciente autista», dijo. Además, se sustituirán los ensayos convencionales de laboratorio, como los que se realizan con cerebros de ratones.

Uno de los problemas que suelen desencadenarse tras los ensayos con ratones es que los fármacos que se aplican en animales pueden fallar cuando son aplicados en humanos, con las consiguientes pérdidas de tiempo y de dinero.

Hasta el momento, aunque la investigación está en fase inicial, ya han seleccionado a 150 enfermos autistas de los 1.500 que hay registrados en la Unidad de Autismo del Hospital Pediátrico de Coimbra, en los que también analizarán las alteraciones genéticas. En esta iniciativa también colaborará el Instituto para la Investigación del Cerebro del Massachusetts Institute of Technology (MIT) de la ciudad estadounidense de Boston.

 

DC / DERF

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