Clausura Juegos de Invierno: Pyeongchang 2018 se despide entre la tradición y la modernidad

Con una ceremonia que alternó entre la modernidad y las tradiciones surcoreanas, Pyeongchang 2018 tuvo una despedida a la altura de lo que propuso desde su inauguración hace 16 días: emoción y un mensaje de paz y amistad.

Juegos de luces de colores con música típica de la península coreana, pero también mucho ritmo pop que intentó darle más movimiento a la fría noche de Pyeongchang, se conjugaron en «The Next Wave» (La Próxima Ola), el nombre elegido para el espectáculo de despedida.

La presencia de Ivanka Trump, asesora de la Casa Blanca e hija del presidente estadounidense, Donald Trump, y del general norcoreano Kim Yong-chol, vicepresidente del Comité Central del gobernante Partido del Trabajo, le pusieron el toque político a la despedida. Tampoco faltó el presidente surcoreano, Moon Jae-in, que otra vez ofició de anfitrión.

A diferencia de la ceremonia de apertura, esta vez las delegaciones desfilaron rápido, al compás del ritmo de la música, mientras los abanderados se ubicaron en el centro del campo, simbolizando la unidad mundial, mensaje repetido una y otra vez durante los Juegos y, claro, también durante toda la noche.

Las dos Coreas vestidas diferentes y Rusia sin bandera de nuevo

Otro cambio notorio respecto de lo ocurrido hace 16 días, cuando los deportistas de las dos Coreas caminaron juntos y lucieron la misma vestimenta, fue que esta vez los 22 deportistas norcoreanos pasearon con sus uniformes rojos con el pecho blanco, justo delante de los locales, que lo hicieron con sus chaquetas blancas.

Lo que sí se repitió fue la ausencia de la bandera rusa, después de que el ejecutivo del Comité Olímpico Internacional (COI) votara por la mañana la continuidad de la sanción a la delegación. Sin embargo, la presencia rusa se hizo sentir, cuando muchos aficionados presentes comenzaron a cantar «Rusia, Rusia» en el momento en que la música se silenció.

La ceremonia contó, además, con un lujo que no se podía haber preparado mejor: la noruega Marit Björgen, que en la última competición de Pyeongchang 2018 se convirtió en la deportista invernal más laureada de la historia de los Juegos Olímpicos con su oro en los 30 kilómetros de esquí nórdico, recibió su medalla de manos de jefe del COI, Thomas Bach, ante la ovación de las 40.000 personas presentes. También recibió su metal el finlandés Iivo Niskanen, campeón en los 50 kilómetros.

Para recuperar intensidad llegó a escena Lee Chae Rin, más conocida como CL, una rapera y cantante surcoreana, que hizo delirar a los aficionados más jóvenes.

Entonces llegó el turno del traspaso de la bandera olímpica, del alcalde de Pyeongchang al de Pekín, sede de los próximos Juegos invernales en 2022.

Bach elogia el mensaje de paz de Pyeongchang

«Gracias a todos, nos vemos en Pekin», cerró su discurso Lee Hee Bom, jefe del Comité Organizador local (POCOG), que agradeció el espíritu y la competitividad de los deportistas durante los 16 días de actividades.

«El deporte envió un mensaje de paz al mundo. El deporte tiende puentes, el deporte une a la gente en un mundo frágil», dijo Bach en sus palabras de cierre, donde valoró la unidad que mostraron las dos Coreas y abogó porque ese acercamiento continúe en el futuro.

El deporte envió un mensaje de paz al mundo» Thomas Bach

Además, consideró que los Juegos surcoreanos marcarán un antes y después en el olimpismo. «Los Juegos Olímpicos de invierno Pyeongchang 2018 son los Juegos de los nuevos horizontes. A los organizadores les digo ‘gracias desde el fondo de mi corazón’. Los felicito por mostrarnos nuevos horizontes».

Para cerrar su discurso, Bach saludó a siete atletas de diferentes partes del mundo, desde la estrella del esquí alpino Lindsey Vonn al tongano Pita Taufatofua, que otra vez apareció con el torso desnudo en la gélida noche surcoreana. También se encontraba el biatleta francés Martin Fourcade, ganador de tres oros en estos Juegos.

«Declaro cerrados los Juegos Olímpicos de invierno de Pyeongchang y, como marca la tradición, llamo a la juventud del mundo a reunirse dentro de cuatro años en Pekín», dijo Bach para dar por terminada la ceremonia formal.

Sólo restaba que se extinguiera la llama olímpica, para que los atletas volvieran al campo para sacarse selfies, se filmaran y bailaran con voluntarios y artistas, bajo la música de un DJ de moda. Como para dejar en claro que los Juegos de Pyeongchang conjugaron a la perfección la tradición con la modernidad.

 

DC / Marca

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