La carta que escribió @vuelvoLuengo ante la muerte de Paúl Moreno: Hoy tengo más ganas de marchar que nunca

Muchas han sido las reacciones luego del fallecimiento del joven estudiante de Medicina Paúl Moreno, el jueves 18 de mayo, cuando prestaba servicio de socorrista en la marcha fijada por la oposición para ese día, en contra del gobierno de Nicolás Maduro y en la que de manera sorprendente fue arrollado por una camioneta blanca, de la cual aun se desconoce el conductor o conductora.

Desde todos los sectores el repudio y rechazo a esta acción por demás criminal ha despertado cierta energía y positivismo, sobre todo en los estudiantes de la Universidad del Zulia, LUZ, quienes a pesar del riesgo que esto pueda representar para sus vidas y el dolor que puedan llevar a su hogar, quieren participar en las marchas y en las actividades opositoras en memoria de Paúl Moreno. Luis Luengo, estudiante de Derecho, sintiéndose identificado con el suceso acontecido con Paúl publicó en su cuenta de Twitter @vuelvoLuengouna emotiva carta de las razones porqué ahora quiere marchar, porqué se siente venezolano y cual debe ser la lucha.

A continuación el texto íntegro de la carta:

Carta de Luis Luengo, estudiante de Derecho LUZ, ante la muerte de Paul Moreno: Quiero comenzar este mensaje diciendo que no soy una persona que suele publicar todo lo que siente y mucho menos en una red social, tampoco lo hago para llamar la atención ni mucho menos, sencillamente decidí escribir algo sobre mi experiencia el día de hoy y encontré que este es el mejor medio para comunicarlo.

Hoy, 19 de Mayo del año 2017, asistí a una marcha convocada por la Universidad del Zulia en honor al estudiante caído el día de ayer, Paul Moreno. Debo confesar que nunca lo conocí en persona ni tuve algún tipo de contacto con él, sin embargo, como todo miembro de la comunidad universitaria, su muerte me dolió como si de un amigo se tratara.

¿Por qué me dolió? Por la misma razón que a muchos nos hizo sentir un vacío en el estómago al momento de enterarnos: él era como yo. Era un estudiante, tenía una familia que lo esperaba en casa, iba a la universidad y se sentaba en un pupitre a escuchar a un profesor.

Quién sabe, a lo mejor tenía planes para reunirse en casa de un pana este fin de semana, a lo mejor le dijo a su madre que le guardara su almuerzo y esta le respondió: ‘’Paul, ten mucho cuidado por ahí, hijo’’. Una madre que miró la puerta de su casa esperando que su hijo pasara por ella una vez más, que recibió una noticia y deseó con todas sus fuerzas que fuese mentira, que supo que no volvería ver más a su hijo, que no lo abrazaría, no lo regañaría, no lo vería sonreír.

Admito que al salir de mi casa pensé un par de veces si asistir o no a la marcha, mi padre me dio un sermón de camino y esto sólo me hizo dudar más. Sólo podía pensar: ¿y si esta vez soy yo? ¿Si esta vez es mi mamá quien mira a la puerta esperando mi llegada?

Sentía la misma incertidumbre que nos invade a todos los venezolanos cada vez que salimos de nuestras casas, la duda de si esta será la última vez que le pediría la bendición a mis padres, que me despediría de mi hermano. Porque, ni Dios lo quiera, en la calle me maten para atracarme, un delincuente me confunda con otra persona y me asesine o un guardia piense que voy a protestar y me lleve detenido.

Lo que encontré en la Facultad de Medicina fue algo muy distinto al miedo. Había un tenso silencio, caras tristes y corazones rotos, un ambiente de personas que presencian el futuro de un joven ser arrebatado. Más allá de eso, había esperanza, había juventud, unión, fraternidad, no había una persona que no tuviera un hombro en el que llorar. Llegó a tal punto que recuerdo haber abrazado más de tres personas que no conocía por el simple hecho de consolarlas.

Quien me conoce sabe que no soy una persona muy sentimental y, sin embargo, este ha sido uno de los días en los que más he llorado. Tengo en mi mente grabado el momento en que todos se tomaron de las manos para hacer un camino al rectorado y gritaron ‘’Valiente, valiente, valiente’’ o ‘’Paul, hermano, tu muerte no fue en vano’’. ¿Cómo no recordarlo si fueron los momentos donde más llore?

Más allá de llorar por un compañero estudiante lloraba por un país destruido por un gobierno que me ha quitado los mejores años de mi vida, un gobierno que no me permitió preocuparme por las cosas más superficiales como los jóvenes de otros países lo hacen sino que me obligó a estar al tanto de qué tanto se me veía el celular, si lo tenía bien escondido al salir a la calle, de tener las llaves listas para que al llegar a la casa abrir la puerta lo más rápido posible. Me obligó a pasar noches de insomnio, días de luto y llanto por un compañero muerto como Paul cuando debería estar de fiesta y celebrando mi juventud.

Esta llamada Revolución nos ha robado años y experiencias que jamás tendremos la oportunidad de disfrutar de nuevo. Hoy decidí que estoy cansado de que lo haga, no quiero ver más familiares ni amigos irse del país, no quiero ver a mi mamá llorar o sentir impotencia por llegar a la casa con las manos casi vacías de un día de hacer compras, no quiero ver a mi papá matarse trabajando todo el día para que apenas le alcance para darnos de comer.

Quisiera que al leer esto decidieras que estás cansado igual que yo lo estoy y que saldrás a marchar o al menos a ayudar a aquellos que lo hacen, al menos llevándoles agua o unas galletas, compartiendo información, de cualquier manera que veas posible.

También quiero dirigirme a esas personas que dicen ‘’¿Qué se ha logrado con esto además de muertos?’’ o a aquellos que hacen comentarios para que dejen de trancar calles porque quieren volver a su llamada ‘’normalidad’’. Amigo, ¿de qué normalidad hablas? ¿Quieres volver a donde no consigues medicinas para tratar a tu abuela enferma? ¿O a donde no tienes qué comer? ¿Quieres volver a donde una madre tiene que decidir dejar de comer para alimentar a sus dos hijos? ¿O a esa normalidad donde las personas buscan en la basura algo de comer?

Me extendí más de lo que quería pero para finalizar quiero compartirles lo que me dijo mi papá mientras volvía a mi casa después de la misa de Paul. ‘’Nuestro miedo más grande es verte así, en una urna’’, un sentimiento que deben compartir todos los padres de las personas que salen día a día a protestar o marchar.

Papá, yo también tengo miedo de estar en una urna, yo también tengo miedo de ser otra cifra, otro estudiante muerto, otro caído, otro héroe, otro mártir. Pero igual que tengo miedo de eso, tengo miedo a salir de casa día a día sin saber si volveré, tengo miedo de que un día simplemente no tengamos que comer, tengo miedo de que al graduarme no tendré donde trabajar porque vivo en un país donde no se respeta la ley, tengo miedo de un futuro incierto, de que algún día salgas a trabajar y no vuelvas, tengo miedo de tener que despedirme de mi hermano en un aeropuerto algún día porque en el país no le brinda oportunidades. Pero si algo me has enseñado todos estos años es que debo enfrentar mis miedos, debo luchar por mis sueños y mis metas.

No soy un guerrero, no tengo armas, soy tan sólo un estudiante. De nuevo les recuerdo que mi intención no era llamarlos a marchar (aunque sí lo desee), tan sólo era desahogarme y este fue el mejor medio que encontré. Hoy me siento más venezolano que nunca, hoy me siento orgulloso de ser parte de LUZ. Gracias por leerme.

Paul, hermano, tu muerte no fue en vano.

Atentamente, Luis Luengo.

https://twitter.com/vuelvoLuengo/status/865717867362344960

https://twitter.com/vuelvoLuengo/status/866615286820163585

 

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