Chúo Torrealba: Yo ni soy, ni he sido, ni seré candidato a nada

ara el periodista del Radar de los Barrios, una máxima para cualquier comunicador es que los hechos son caros y las opiniones baratas. Considera que la política y el periodismo van de la mano pues lo primero es la incidencia en lo público y eso se logra, tanto por el activismo ciudadano como por la comunicación.

El 24 de septiembre de 2014, sucedió al constitucionalista Ramón Guillermo Aveledo en el cargo de secretario ejecutivo de la Unidad. “El mismo día en que comenzaron a caer los precios del petróleo”, recuerda. Torrealba asevera que jamás apoyó a Hugo Chávez y que está “en contra de este Gobierno, no desde el 1998, sino desde el 92”.

Insiste en que el único cargo que le interesa es uno que inventaron los romanos: “el de tribuno de la plebe” y que la Unidad debe concertar una estrategia de poder que conjugue una calle activada, una ruta electoral y un proyecto país con un gobierno de unidad.

-Usted aseguró que el cambio por el que debe pasar la coalición no debe ser “cosmético” o de “rostros únicamente”, sino que debe haber una reestructuración profunda en la política ¿A qué se refiere? ¿Cómo sería?

– Los demócratas venezolanos tenemos que asumir el tamaño de la responsabilidad que tenemos. Cuando nosotros éramos una minoría política que estaba enfrentando a un régimen todo poderoso, que tenía un líder carismático y que además contaba con una chequera inagotable, nosotros éramos unas víctimas. Esas víctimas se reunieron para protegerse. En aquel contexto, la unidad era una estrategia defensiva y el contexto cambió de manera radical.

Hoy, el sector oficialista no tiene ni el liderazgo carismático, ni la chequera. Nosotros hemos tenido la congruencia necesaria para conjurar la crisis que vivimos en 2014; para avanzar todo lo que pudimos avanzar en 2015 y obtener la victoria en las parlamentarias; así como para, en 2016, logar el apoyo del 80% del país y el respaldo internacional más amplio que hemos recibido en los últimos 18 años.

Teniendo todo esto, tenemos una nueva responsabilidad. Ya no no somos víctimas, ahora somos alternativa de poder.

-¿Por qué se siguen llamando oposición en vez de alternativa?

– Porque no es un tema de mercadeo sino de asunción. Hay que reestructurar nuestra condición, nuestra imagen y la noción de responsabilidad. Una vez ubicado que en el campo democrático no somos las víctimas de régimen autoritario sino la nueva mayoría nacional, hay que reestructurar el instrumento de lucha que tenemos que es la Mesa de la Unidad Democrática.

Hay que reestructurar por lo que ocurrió en 2016, cuando nosotros con el apoyo interno y el respaldo internacional se produjeron expectativas de cambio en la población, a veces exacerbadas por la propia dirigencia opositora, que no fueron satisfechas. Hay que hacer una revisión y proceder a reestructurar tanto lo que haces, como la manera en cómo lo haces.

-¿En lo concreto?

– Tienes que definir mejor el propósito de tus acciones para entonces cambiar tus acciones y la manera de cómo te organizas. El 20 de octubre cuando el Gobierno secuestró el referéndum revocatorio, cerró la perspectiva del cambio electoral de manera ordinaria y nos colocó en la necesidad de recuperar el voto.

De modo que si estamos en un escenario donde todo el mundo dice que ha sido cerrada la vía electoral, no tiene sentido que te sigas comportando como una alianza electoral. Tienes que pasar a ser un instrumento más útil al país, en tanto que herramienta de lucha en lo social y en lo político.

Esa reestructuración no puede ser simplemente facial. No puede ser de apariencia sino de fondo. Se trata de incrementar la eficiencia del instrumento.

-En tres pasos, ¿cómo se puede incrementar esa eficiencia del instrumento?

– Es una discusión abierta en la Unidad. Mi visión es que primero, hay que convertir a la MUD de alianza electoral en unidad de propósitos. Para una unidad de propósito, necesitas propósitos, perdóname la perogrullada, pero hay que definirlos y consensuarlos. Revisemos el 2016, nos lo pasamos diciendo “la partida de nacimiento”, “el referéndum revocatorio”, “la enmienda constitucional” y la última iniciativa, el abandono del cargo. Todos estos son mecanismos constitucionales que permitirían eyectar a Nicolás Maduro de la Presidencia y convocar a elecciones en 30 días. Lo único que nadie le había explicado al país es qué ocurriría el día 31, y el 32 y el 33. Es decir, qué tipo de gobierno es el que vendría ni qué tipo de proyecto.

-¿El proyecto estaba claro dentro de la MUD?

– Ha habido un amplio debate y concreciones importantes, pero tienen que ser asumidas y planteadas al país. Un dragón es un dragón solo cuando un poeta lo decide. Lo mismo pasa con los proyectos. Mientras el liderazgo político no asuma el liderazgo país y no se lo plantee a los venezolanos, entonces es una colección de papeles técnicos muy interesantes.

Para convertir a la MUD de alianza electoral en unidad de propósitos, que son proyecto país y proyecto de gobierno de unidad nacional, hay que fortalecer a los partidos.

Una alianza es tan fuerte o tan débil como lo sean las organizaciones que la integran. Como decía Corín Tellado: dos soledades no hacen una compañía. Varias organizaciones frágiles no hacen una fuerte. He planteado que la vocería política de la organización tienen que asumirla los actores políticos y partidos. Esto aminora los problemas de congruencia.

También debe construirse una sólida alianza entre el liderazgo político y la sociedad civil organizada. Teniendo cuidado de que esto no significa una foto en grupo ni una alianza burocrática. Se puede articular una alianza a nivel de propósitos respetando las autonomías de ambos sectores. Ahora, la reestructuración debe pasar también por signos exteriores.

-¿Entonces son ciertos los rumores de que en las próximas horas saldrá de su cargo en la secretaría de la MUD? ¿Habrá otro secretario o la vocería será una cuota compartida? ¿De ser así, acaso la Coordinadora Democrática no fracasó por esto?

– Generalmente, en los procesos de cambio estructural, la burocracia ejerce resistencia al cambio. En el caso de la MUD, eso no va a ocurrir porque la única institucionalidad que hay es la Secretaría Ejecutiva y es el secretario ejecutivo el que está promoviendo que se produzca el cambio. Eso lo he dicho en todas mis declaraciones desde finales de octubre hasta hoy. Había dicho que no debía terminar el 2016 sin que se produjera el anuncio de la reestructuración. Luego, se dijo “a más tardar el 4 de enero porque el 5 es la instalación de la Asamblea”, luego dije “el 23 de enero sería una fecha extraordinaria” para el anuncio. Lamentablemente, en cada uno de esos momentos no ha sido posible hacer los anuncios. Insisto en la necesidad de que eso se produzca y estaré feliz, que como parte de ese conjunto de modificaciones y de crecimiento, pueda producirse un cambio en la Secretaría Ejecutiva. Yo ni soy, ni he sido, ni seré candidato a nada. No milito ni aspiro militar en ningún partido.

-¿Pero habrá un nuevo secretario de la Unidad? Hay nombres como el del alcalde Gerado Blyde, pero dijo que no le interesaba el cargo.

– Hay caras que son inamovibles en la Unidad que son los jefes de los partidos, pero la cara que sí puede y debe variar es la cara de quien está ocupando la Secretaría Ejecutiva. Si yo llego a salir de aquí, en mi casa y en los barrios va a haber una fiesta.

-El martes, el presidente de la Asamblea Nacional, Julio Borges, dijo que la MUD está atravesando una de sus peores crisis desde 2008. Dadas las circunstancias, ¿no siente que ha debido poner su cargo a la orden públicamente?

– Ciertamente, la oposición tiene hoy una crisis muy importante pero lo que detona la crisis son nuestros avances. Estamos en crisis porque ganamos la Asamblea Nacional; porque el 80% del país quiere cambio y dicen “si la mayoría los está respaldando, por qué los cambios no se logran”. También, estamos en crisis porque tuvimos el respaldo internacional más importante de los últimos años. Tenemos una crisis pero es de crecimiento. La Unidad debe crecer para estar a la altura de la hora venezolana.

-¿El problema de la oposición es la pelea entre el gobernador de Miranda, Henrique Capriles y el líder de Voluntad Popular Leopoldo López?

– Siento que es más complejo. A lo mejor es mi condición de amante de la Historia. Nadie puede pasar indemne por 18 años de autoritarismo y que eso no te salpique. Hay todo un sector de la dirigencia democrática que llegó a la política hace 20 años. Y hace 20 años, el único modelo de liderazgo político exitoso era Hugo Chávez. En mi experiencia de vida como activista social, sé que los salvadores de la patria nunca son gratuitos. Que cuando pasan factura, la factura es costosísima.

-¿Siente que López y Capriles actúan como salvadores?

– No. Yo sentí eso en el 92. Pero en el 92, 96, 98, había personas que se estaban incorporando en la política en esos momentos y que no tenían esa experiencia en relación a la valoración de los liderazgos carismáticos. En ese momento, todo el liderazgo democrático eran unos señores mayores que habían sido derrotados por el caudillo y el único modelo exitoso era el de Chávez. Modelo donde es más importante el individuo que la organización, donde son más importantes las ocurrencias del individuo que la estrategia y el poder que la historia, porque si llego al poder, reescribo la historia. A mí me preocupa, y no estoy hablando de fulanito o sultanito, que tenemos ya casi una generación, en términos históricos, con esta desgracia que algunos llaman Revolución, por lo que es muy difícil atravesar períodos de esta naturaleza sin que esos vicios y morbos terminen afectando a alguna gente. Cuando he clamado por evitar que la Unidad sea una hoguera de vanidades o alfombra roja por la que se pasean los egos, y porque entendamos que es fundamental el fortalecimiento de lo partidos y asumir proyectos colectivos, estoy planteando la necesidad de enfrentarnos y derrotar la cultura política autoritaria.

Cualquiera de estos jóvenes dirigentes y aquí hablo de Capriles y López, y tanto otros, pudieran estar en cualquier parte del mundo con un brillante desempeño profesional, pero están acá peleando por el país y eso hay que valorarlo. También hay que estar muy atentos ante las conductas que sean la expresión de esos valores autoritarios, porque todos somos seres humanos y estamos expuestos a ello.

-¿Las vanidades paralizan el trabajo unitario?

– Todo eso afecta. Pero la solución está en la ciudadanía. La diferencia entre un ciudadano y un fan es que el fan es acrítico. Ahora que somos alternativa de poder, no podemos poner a cualquiera. Nuestro patrón de comparación no puede ser Maduro, tiene que ser los requerimientos que nos hace el futuro.

-Luego de haber estado en las entrañas de la MUD, ¿qué ha sido lo más difícil del cargo como Secretario Ejecutivo? ¿Con qué se queda? ¿Se identifica con la coalición?

– Tengo un gran agradecimiento a los partidos que en un gesto extraño, en un momento de crisis, tomaron la decisión de pedirle a alguien, que no es militante partidista, que asumiera una responsabilidad como esta. También, siento un agradecimiento inmenso hacia el pueblo venezolano porque vio con claridad que la participación nuestra en este espacio es, lo que en realidad es, el ejercicio que hace un ciudadano durante una hora cítrica del país. A mí la gente me para en la calle y me dice que soy el “Chúo” el del Radar. ¿Con qué me quedo? Con algo que para los comunicadores es valiosísimo. Me quedo con la información. A mí no hay nadie que me pueda echar cuentos.

-¿Acaso la oposición no favorece el argumento del Gobierno sobre sus desacuerdos internos al ventilarlos públicamente y en eso lo incluyo a usted? ¿No se resuelven las diferencias a lo interno porque es muy complicado?

– Los partidos están diseñados para competir, no para compartir. Esa competencia puede ser dura y feroz. La tendencia a resolver las cosas a lo interno también es contradictora porque a veces le piden a los partidos que resuelvan las cosas internamente y luego escuchas a la gente diciendo: “pero tiene que haber transparencia, saquen eso a la calle, ¿cómo van a dialogar en un cuarto oscuro?” Ese requerimiento suele ser ambivalente. Lo cierto, es que tenemos que entender que la Unidad no es un instrumento que puedes utilizar como barajita electoral y olvidarte de ella más adelante porque lo que viene va a ser una pelea de largo a aliento. Derrotar al gobierno de Nicolás Maduro democráticamente no va a ser sencillo y después, habrá que construir un modelo de gobernabilidad estable que tampoco va a ser fácil.

-Ya que mencionó el diálogo entre el Gobierno y la oposición, ¿en qué falló? ¿Fue cierto lo que dijeron algunos dirigentes de que se estaban enterando de la negociación por televisión? ¿Realmente lo dejaron solo para ese primer encuentro del 20 de octubre en el Hotel Meliá?

– Todo fue así: el viernes 21 de octubre, teníamos la certeza de que venía el enviado del papa Francisco a Venezuela. Eso fue muy importante porque fuimos nosotros los que habíamos solicitado que viniera el Vaticano. Claro, nosotros lo solicitamos en otro contexto, cuando estaba vigente y activa la posibilidad de realizar un referéndum revocatorio. Queríamos que el Vaticano viniera para que nos ayudara a despejar los obstáculos ilegales que el Gobierno había puesto. Sin embargo, el 20 de octubre el Gobierno secuestró judicialmente el revocatorio. El 21, se supo de la venida del enviado del papa y el 23 se dio el asalto del Palacio Legislativo

El sábado 22, hubo dos reuniones en la Unidad. Una del G4 (Primero Justicia, Voluntad Popular, Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo) donde se discutió a fondo el tema del diálogo y los planteamientos que se iban a hacer. Todos estábamos de acuerdo con la idea de que, ya que venía el enviado del papa, íbamos a participar en ese proceso. La primera reunión del sábado 22-O fue entre las 9:00 am y las 12:00 m en la sede de Primero Justicia en Los Palos Grandes. Después de esa reunión, hubo otra acá (en el edificio Pascal) del llamado G9 (VP, PJ, AD, UNT, Alianza Bravo Pueblo, Vente Venezuela, La Causa R, Avanzada Progresista, Movimiento Progresista). Los cuatro partidos (G4) le iban a plantear al resto de las nueve organizaciones (G9) sus ideas sobre el diálogo. Cuando se instaló esa segunda reunión a las 2:00 pm, nos llegó la información de que VP ya no tenía tan claro si iba a participar en el diálogo, pero estaban aquí. Eso descentró la reunión, sobre todo porque los amigos de AD dijeron que si Voluntad no estaba, probablemente, ellos tampoco.

El lunes 24, estaba acá el enviado del papa, Monseñor Emil Paul Tscherrig. Estábamos reunidos allá (en el Meliá) discutiendo en un saloncito, decidiendo íbamos o no (al diálogo) y recibí la llamada de un colega de Madrid que me dijo que tenía confirmación de que Maduro haría escala en Roma y lo iba a recibir el Papa. Le digo a los compañeros de los partidos: “sepan cuál va a ser la foto: Maduro en Roma con el Papa y nosotros aquí con el enviado”.

Todos llegaron nuevamente a la conclusión de que era importantísimo ir al encuentro. Pero luego, VP dijo que no podía ir porque no había establecido contacto con Leopoldo López y no contaba con instrucción clara. AD repitió: “si no va Voluntad, no vamos nosotros”. PJ dijo: “si no va AD, para nosotros es muy difícil sentarnos”. Entonces, UNT añadió que no tenía sentido una presencia en solitario de su partido en tales circunstancias. Pero todos coincidían en que había que ir. Entonces se pusieron de acuerdo en ser representados por Jesús Torrealba. En todas las reuniones anteriores pre diálogo, habían ido los partidos, jamás había ido Jesús Torrealba. Voy a esta reunión porque soy comisionado por estos amigos.

-¿Por qué aceptó?

– Porque mi trabajo es ser vocero de ese colectivo. Además, porque después de que el Gobierno nos había robado el referéndum el 20-O y asaltaron el Legislativo el 23-O, era evidente que íbamos a una confrontación muy dura, que con réferi sería peligrosa y sin réferi, suicida. Además, yo tengo claro que como no quiero ser candidato a nada, no me importaba pagar un costo político, porque no tengo ningún proyecto político a futuro.

-¿Y falló el diálogo?

– Esa experiencia de diálogo no funcionó. Pero el diálogo como racionalidad e instrumento, siempre tiene que estar en la caja de herramientas de cualquier demócrata. En esta ocasión falló por tres razones, una imputable al gobierno que no cumplió.

-¿Pero iba a cumplir?

– Hay otra razón imputable a la estructura del diálogo que fue no crear mecanismos de verificación de cumplimento y una imputable únicamente a la oposición, que es no haber tenido claridad en los objetivos de ese proceso.

-Borges y el diputado Henry Ramos Allup han insistido en que el foco de 2017 deben ser las regionales ¿Nos olvidamos entonces del cambio de Gobierno para este año?

– Creo que tenemos que recuperar el derecho al voto. Si nos deben las regionales y las elecciones de alcaldes, y estamos convencidos de que el país necesita de un adelanto de las presidenciales, esto no quiere decir que no se reclame y se ejerza el derecho al voto en las regionales.

Pero hay un hecho claro, el Gobierno no va a ganar ninguna elección de este país, entonces no las va a facilitar. Digo esto por lo siguiente, nosotros, y es una reflexión que he hecho y no ha sido del agrado de algunos, tenemos que ubicar con humildad que ese planteamiento nítido de para dónde quieres conducir al país, no es tan nítido. Creo que una estrategia de poder no es lo mismo que un mecanismo para sacar del poder a Maduro. Un mecanismo (revocatorio, enmienda etc.) es parte de una estrategia. Hoy en día, pasaría por reconocer que no hay cambio político en Venezuela si no hay calle activada. Es también importante entender que si voy a activar esa calle no es para que pase cualquier cosa sino para que haya un cambio democrático.

Tengo que tener un modelo de gobierno de unidad nacional conocido y sustentable que no debe tener como único objetivo sobrevivir sino también reconstruir. Una estrategia de poder pasa por calle activada, ruta electoral, proyecto país y gobierno de unidad nacional. Hasta ahora, dentro de la Unidad, uno se encuentra con gente que dice “hay que salir de esto ya y como sea, nada peor puede ocurrir”. Eso es una compulsión. Luego, otra gente habla de transitar el camino electoral y dice que hay que ir a elecciones de gobernadores y alcaldes y a la presidencial aún si es en 2018. Pero a la gente que te dice eso uno le pregunta cómo garantiza que haya elecciones y que sean competitivas.

Tenemos un peligro claro: el proceso de relegitimación de los partidos fue creado de una manera que sea una carrera de obstáculos difícil de cumplir. Además, tenemos la amenaza expresa del Gobierno de anular el registro de la MUD.

-¿Entonces cuál será el mecanismo?

– Hacer una estrategia. Ni la compulsión, ni la inercia. Hay que diseñar una estrategia de poder para el logro de un gobierno de unidad nacional, que tiene que estar definido, y el logro del proyecto país, que tiene que estar ubicado. Si logramos establecer cuál es el gobierno de unidad nacional y cuál es el proyecto que se va a desarrollar, le quitas todo el dramatismo a la angustia interna de quién va a ser candidato.

-¿Cuál es el próximo paso de Chuo? ¿Va a retomar el Radar de los Barrios?

– Generalmente, las ONG’s suelen estar asociadas a una persona, pero hace dos años y cinco meses, cuando di este paso, había mucha gente preocupada de qué ocurriría con el Radar como asociación civil y como proyecto comunicacional. Dos años y medio más tarde, el Radar ha seguido actuando. Está al aire todos los días a las 10:00 am en Radio Caracas Radio y como asociación civil, se ha extendido a todo el país. El Radar tiene vida propia. No me planteo regresar, pero seguiré siendo un activista social y un comunicador popular.

DC|El Estímulo

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