¿Eres adicta al amor?

Y muero de amor, cada vez que me miras muero de amor…”, cantaba recientemente La Bien Querida. Una expresión que, si bien se nos hace de lo más cursi, tendría mucho sentido para la ciencia.

Frases como “estoy loca por ti” o “lo nuestro fue amor a primera vista” han dejado de ser hiperbólicas locuciones del lenguaje popular para inspirar la base de estudios que confirman que los intangibles e inexplicables caminos del amor tendrían una sólida explicación científica.

Si nunca entendiste por qué te quedaste completamente enganchada de tu ex o por qué cuando llevas tiempo saliendo con alguien de vez en cuando te dan bajones de amor, sigue leyendo. La ciencia ya tiene la respuesta a tus dudas.

AMOR EN VENA
Un equipo de investigaciones de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford concluyó en un reciente estudio que el amor era lo más parecido a la cocaína.
Y es que, según estos expertos, los sentimientos que se experimentan en la fase de enamoramiento funcionan en el individuo como analgésicos; un efecto secundario que, sumado al subidón, al bajón o incluso al “mono” que se llegan a sentir durante una relación, coincidirían a la perfección con los síntomas que se perciben tras ingerir algunas sustancias psicotrópicas.
La antropóloga y bióloga Helen Fisher ha sido una de las grandes defensoras del amor entendido como un proceso químico. Según la autora de Por qué amamos: Naturaleza y química del amor romántico, cuando estamos enamorados o incluso somos dependientes de alguien es porque la dopamina se ha activado en nuestras cabezas.
Un hecho que se explicaría de este modo: al enamorarnos, los niveles de serotonina (neurotransmisor responsable del bienestar) se disparan y producimos mayores niveles de feniletilamina (FEA), una anfetamina natural que segrega el cuerpo y que, a su vez, activa la secreción de dopamina, la molécula encargada de los sentimientos de satisfacción que también libera ciertas drogas.
Esta sustancia no solamente hace que al principio del amor nos sintamos eufóricos y llenos de energía, sino que también nos hace repetir aquellas acciones que nos proporcionan placer, como el sexo.
De ahí que en los primeros meses de una relación sintamos deseo tan a menudo por la otra persona y que nos encontremos literalmente enganchados a ella.

CIEGOS DE AMOR
Que tu amiga, esa que babea por su novio, sea incapaz de ver que comparte cama con el mayor cretino del planeta podría ser en gran medida (si no en toda) efecto de su “borrachera” de amor.
O al menos eso es lo que se desprende de un estudio llevado a cabo por unos investigadores de la Universidad College de Londres.
En dicho estudio, las conclusiones van más allá de lo que hasta ahora sabíamos sobre amor y química, y aseguran que cuando una persona ve al ser amado se inactivan las zonas del cerebro encargadas de realizar juicios y valoraciones sociales. Volviéndolo algo así como “ciego” de amor.
Una afirmación que explicaría por qué idealizamos y defendemos a alguien contra viento y marea cuando ni siquiera lo conocemos realmente.

UNA RUPTURA ANUNCIADA
Al igual que una droga, por desgracia, también el amor nos vuelve adictos y puede llevarnos a vivir auténticos cuadros de dependencia.
Cuando el estado de euforia inicial (debido a las grandes cantidades liberadas de dopamina, serotonina y oxitocina) se ha ido, aparece el síndrome de abstinencia.
¿Qué ocurre entonces? Esa energía y felicidad constantes del principio desaparecen y acabamos por habituarnos a una nueva realidad. A ese bajón de amor que en algún momento llega tras una relación de años y que para muchos supone el principio del fin.
Para que estos desajustes no pasen factura, lo mejor es tener presente que no es más que un proceso químico natural y que tiene solución. ¿Cómo? Innovando y motivando la relación de pareja (hacer nuevas actividades, tener un detalle de vez en cuando, sorprender al otro, practicar más sexo…).
Cualquier cosa que implique novedad e ilusión para ambos y que nos ayuda a recuperar así los niveles de flujo químico de la primera fase del amor.

LA HORMONA DEL CARIÑO
Por mucho que cueste creerlo, existe una hormona crucial en el hecho de que seamos más cariñosos con nuestras parejas. O que incluso dicta cuando tenemos ganas o no de sexo.
Se trata de la oxitocina. Además de ser la hormona que interviene en el parto haciendo que las fibras musculares del útero se contraigan, este neurotransmisor, secretado por la glándula pituitaria posterior cuando abrazamos, besamos o tenemos algún tipo de contacto físico positivo, hace que sentíamos una mayor empatía por nuestra pareja, siendo más generosos y más amables con ella.
Es lógico que un equipo de científicos de la Universidad de Birmingham compare esta hormona al alcohol por sus efectos similares. Pero los hay que van más allá.
Después de administrar oxitocina en aerosol a un grupo de hombres voluntarios, varios expertos de la Universidad de Bonn llegaron a la conclusión de que esta hormona los volvía más fieles.
Mito o no, da qué pensar sobre una hipotética comercialización: ¿controlarías o aumentarías tu deseo con una pastilla, si pudieras?.

DC|Cosmopolitan

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