El psiquiatra no está loco, por Golfredo Dávila (@golfredodavila)

La primera impresión que causa Jorge Rodríguez cuando emite sus declaraciones y opiniones, es que está loco. Lo cierto es que en el marco de la estrategia comunicacional del régimen, le interesan voceros que condensen las deformaciones que él expresa, siendo las más resaltantes, el sadismo, la mentira y su gran habilidad para manipular, propio de un individuo con personalidad sociopática.

Según el psiquiatra Franzel Delgado, los trastornos de personalidad sociopáticos se manifiestan en las personas que están diseñadas biológicamente para violar las normas; no ejercen la lealtad; no actúan con la verdad; tienen vidas afectivas sumamente inestables; carecen de sensibilidad; no hay arrepentimientos; viven con el conflicto; no saben vivir en paz con los demás; y son expertos en manipulación. Se creía que una de las características de los sociópatas era la inteligencia, pero, con el tiempo se comenzó a percibir que su aparente inteligencia, era sólo una enorme habilidad para manipular a los demás. Las personas con esa estructura no tienen una identificación genuina con el dolor y la necesidad de los otros. Todo gira en torno a sus beneficios.

Ese es el papel de esta excresencia llamada Jorge Rodríguez, quien se ha convertido en esbirro del micrófono, que le ha tocado hacer el rol de Joseph Goebbels, por aplicar con lujo y detalles los principios de la publicidad y propaganda que éste instituyó en la Alemania Nazi para debilitar a sus enemigos. Ahora bien cuál es la intención del régimen en seguir con esa cantaleta, si saben que su farsa se descubre solo con contrastar el discurso con la realidad, además las encuestas les deben estar diciendo que las locuras que antes les dieron resultados, hoy no les sirven como instrumento mediático; pues el único objetivo es lograr, en medio de su afán por no perder el poder, desmoralizar e irritar a la gente, vomitan veneno para sumergir al pueblo en la violencia, que es el camino que les queda para justificarse.

Hace unos años dijimos que en Venezuela subsistía un fascismo tropicalizado, porque cumplía con cinco de sus características principales: 1. La presencia del caudillo carismático con capacidades histriónicas y de dominio y control psicológico sobre la población y por tanto el uso del culto a la personalidad como mecanismo de manipulación; 2. La fuerza y la violencia, expresadas en un poder militarista, autocrático, hegemónico, totalitario, despótico y represivo, combinado con el uso de grupos paramilitares y parapoliciales para enfrentar a la disidencia; 3. El uso cotidiano de la mentira, la manipulación y el populismo, como parte de maniobras para el control social; 4. Una economía absolutamente centralizada y 5. El corporativismo estatal, mediante el cual todas las organizaciones de la sociedad formaban parte del Estado, sin el menor rasgo de autonomía. Hoy no podemos decir lo mismo, por la desaparición de una de las tipologías intrínsecas al “comandante intergaláctico” y con él la fraseología que permitía que fluyera el engaño, sin embargo, sus sucesores siguen apegados al resto de los componentes, para seguir saqueando al país, solo que el hambre y la pobreza no comen cuentos, ya no hay pueblo subordinado, ni dispuesto a caer en provocaciones, ni a dejarse embaucar de nuevo.

Hoy la gente está uniendo su sufrimiento en las colas y su descontento expresado a través de la creciente protesta social, con un ferviente deseo por salir del régimen y por lograr el 20% de las firmas que activarán el revocatorio de Maduro.

 

DC / Ing. Golfredo Dávila / Secretario General de Vanguardia Popular en el Zulia / @golfredodavila

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