Sinéad O’Connor es rescatada de una sobredosis de droga

La policía de Dublín acudió la noche del domingo al socorro de la cantante Sinéad O’Connor, de 48 años, después de la publicación de una inquietante serie de mensajes en la página de Facebook de la intérprete. En el último, publicado a las cinco y cuarto de la tarde del domingo, se leía: “Las últimas dos noches han podido conmigo. He tomado una sobredosis. Es la única forma de que se me respete. No estoy en casa, estoy en un hotel en Irlanda, con un nombre falso. Si no estuviera escribiendo esto, mi familia y mis hijos no se enterarían”. A la ocho de la tarde, los agentes anunciaban haber encontrado a la cantante “sana y salva” e informaban, crípticamente, que estaba recibiendo cuidados médicos. Poco después, un publicista de O’Connor le confirmó a la web musical de referencia Pitchfork que la cantante “no se encuentra bien y está bajo tratamiento”.

Es todo lo que se sabe con certeza de la historia. No está claro que O’Connor dijera la verdad sobre esa sobredosis jamás concretada, ni que estuviera en un hotel. Sólo se puede concluir que los mensajes, desgarrados monólogos sobre la soledad de una mujer diagnosticada con trastorno bipolar y alejada de sus cuatro hijos, los escribía ella misma.

La retahíla comenzó el viernes a las 10 de la mañana. “Mi exmarido quiere decirme algo”, comenzaba el primer mensaje. Sábado a las nueve de la mañana: “Necesito desesperadamente un trabajo y un lugar en el que vivir. ¿Me puede ayudar alguien? Mi familia me trata tan mal que apenas consigo seguir con vida”. Siete de la tarde: “Urgente: Acabo de descubrir que no puedo vivir sola. Necesito un lugar donde vivir con gente que no piense que soy gilipollas y me deje fumar”. Nueve: “Y necesito un abogado con disponibilidad 24 horas con enorme urgencia”. Seguía una serie de descarnadas diatribas en los que maldecía a sus cuatro exmaridos, sus esposas actuales y uno de sus hijos por aislarla de su prole. El domingo se rindió: “Soy una madre y una persona tan asquerosamente terribles que he estado sola, gimiendo durante semanas. Todos me dicen que vaya a la mierda. Soy invisible. No le importo a nadie”.

O’Connor se hizo conocida a finales de los ochenta por su primer álbum y su versión de Nothing compares 2 u, de Prince, y, desde entonces, por su facilidad para crear polémica. En 1992, por ejemplo, rompió una foto del Papa Juan Pablo II en directo en la televisión estadounidense. La llegada de los medios digitales amplificó esta tendencia. Usando su web o su Facebook ha hecho titulares al arremeter contra The X Factor, en 2013, por arruinar la música; contra Miley Cyrus, ese mismo año, por dejarse prostituir por la industria y contra Kim Kardashian, en 2015, por figurar en la portada de Rolling Stone. Su forma de escribir, con tacos, mayúsculas e hipérboles es ahora tan reconocible como su voz.

Por desgracia, la Red también ha dado alas a sus problemas personas. Diagnosticada en 2013 con trastorno bipolar y cada vez más distanciada de la música y su familia, suele usar Facebook para desahogarse con mayor o menor coherencia. Este agosto fue sometida a una histerectomía y, desde entonces, sus mensajes se han ido haciendo más erráticos. Hace 11 día se dirigió a un supuesto acosador, rogándole “de rodillas” que dejaran de mandarle correos detallándole cómo la iba a violar. Aquel mensaje, ya borrado, comenzaba con un detalle que casi pasó desapercibido: “Fui ingresada en el hospital hace dos semanas y llevo desde entonces bajo sospecha que me puedo suicidar”.

DC|LN

 

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