Papa se mantiene activo y con agenda muy ocupada

«El momento elegido revela el intento manipulador del polvorón creado». Lo escribió claramente no cualquier comentador acostumbrado a ver por doquier tramas y complots, sino «L’Osservatore Romano», es decir el periódico de la Santa Sede, que con estas palabras concluye la breve y anónima nota que contiene el duro e inequívoco desmentido del padre Federico Lombardi sobre la falsa noticia que publicó en primera plana el diario italiano «Il Quotidiano Nazionale». Y el momento, efectivamente, es crucial. Justamente ayer, de hecho, se publicaron las relaciones de los trece círculos lingüísticos de los padres del Sínodo sobre las cuestiones más polémicas, como la de la admisión a los sacramentos de los divorciados que se han vuelto a casar.
Vale la pena recordar cómo, con un tempismo significativo (si no perfecto), a la vigilia del inicio del Sínodo, el pasado 3 de octubre, explotó el caso de monseñor Krzysztof Charamsa, el oficial de la sección doctrinal de la Congregación par a la Doctrina de la Fe, que declaró públicamente su homosexualidad. Charamsa anunció la publicación de un libro con su historia. Su declaración no parecía tanto querer llamar la atención de la asamblea de los obispos sobre un tema que no estaba en la agenda, sino contribuir a dar una idea negativa del Vaticano.
Después, al principio de la segunda semana del Sínodo, llegó la publicación de la carta al Papa firmada por trece cardenales. El presunto texto y la lista de las firmas fueron divulgados por el vaticanista del periódico «L’Espresso» Sandro Magister, periodista vinculado con algunos de los purpurados más rigoristas. En la carta de los padres sinodales se planteaba la sospecha de que el Sínodo pudiera estar manipulado para dirigirse hacia la apertura, debido a algunas decisiones que tomó el Papa. Francisco, después de haberla leído, intervino en el aula sinodal pidiendo que todos en la asamblea abandonaran la «hermenéutica de la conspiración», como refirió el director de «La Civiltà Cattolica», el padre Antonio Spadaro.
La autenticidad del texto de la carta y los nombres de los firmantes, evidentemente obtenidos de una fuente considerada confiable, se reveló nula. Y la publicación asumió los rasgos de una «operación» para contaminar el Sínodo. Efectivamente, cuatro de los presuntos firmantes (cardenales de relieve como los arzobispos de Milán y París, el Relator del Sínodo y el Penitenciario mayor) desmintieron haber escrito sus nombres el mensaje. Uno de los que admitió haberse sumado a la carta, el cardenal George Pell, declaró a «Le Figaro»: «Puedo asegurar que ninguno de los firmantes trató de hacerla pública, porque tenían toda la intención de que este documento fuera privado». Sin embargo, justamente el autor del presunto «scoop», y el texto publicado por «L’Espresso» (un borrador no definitivo y nombres en parte falsos) hacen evidente que la filtración salió justamente del círculo de personas que conocían desde hacía tiempo esta iniciativa, que la apoyaban y que estaban involucradas, tal vez porque se les pidió un parecer o un consejo. Es decir, se trata de alguien que no recibió la redacción final de la carta ni el elenco definitivo de los que la firmaron.
La clamorosa falsa noticia de ayer por la mañana representa la última sorpresa de estas tres semanas de Sínodo. «L’Osservatore Romano» habla de una intención «manipuladora», y, más allá del tempismo, la gravedad de la afirmación sobre una presunta enfermedad en el cerebro del Papa (a pesar de haber sido presentada como benigna y curable) no puede más que hacer que nos interroguemos. «Una manera para tratar de minar su autoridad en un momento en el que tantas personas están pendientes de él, dentro y fuera de la Iglesia», afirma un prelado de la Secretaría de Estado.
Para Bergoglio,… solo un poco de ciática
Un día después de la publicación de la falsa noticia sobre el tumor del Papa, desmentida secamente por todos los interesados, los padres sinodales parecen querer dejar el caso en el pasado.
El cardenal Francesco Montenegro, arzobispo de Agrigento, dijo a «La Stampa»: «La reacción de la mayoría creo que fue la de pensar que se trataba de un intento por debilitar al Papa, que gracias a Dios tiene su solidez y su fuerza».
Mientras el arzobispo de Los Ángeles, José Horacio Gómez, durante la conferencia de prensa cotidiana con los periodistas, negó que haya habido ecos o consecuencias en el Sínodo: «Era una noticia falsa, el Papa está bien, no está enfermo, y, por lo tanto, no hay ninguna conexión porque la enfermedad no es verdadera».
Otros religiosos, leyendo las páginas de «Il Quotidiano Nazionale», indicaron que bastaría, cuando se comete un error, «admitir que uno se ha equivocado, y simplemente pedir disculpas a los lectores».
Pero, ¿cómo está el Papa de verdad? La respuesta que el vocero vaticano, el padre Federico Lombardi, sigue dando es la misma: pueden verlo ustedes mismos, vean todo lo que hace.
De hecho, la agenda de Francisco siempre está llena: con al viaje a África a finales de noviembre (seis días en tres etapas: Kenya, Uganda y República Centroafricana), ya son cuatro los viajes internacionales que ha hecho en 2015, después de los de Sri Lanka y Filipinas, Ecuador Bolivia y Paraguay (con alturas bastante duras) y el que concluyó hace algunos días a Cuba y Estados Unidos.
Como se sabe, Papa Bergoglio se arrodilla con dificultades y tiene algunos problemas para caminar debido a la ciática: algunos años antes de su elección se vio obligado a curarse en Roma, en donde se encontraba porque debía participar en un Consistorio y tuvo que quedarse durante algunos días.
La disminución del movimiento cotidiano y el cambio en el régimen alimenticio con respecto a cuando estaba en Buenos Aires hicieron que engordara algunos kilos (visiblemente), aunque ahora su peso parece estar bajo control.
Un elemento significativo con respecto al cuidado con el que vive Francisco se puede deducir del cambio de médico personal, que se llevó a cabo en agosto de este año. El cambio de guardia entre el profesor Patrizio Polisca, que fue cardiólogo  de Juan Pablo II y de Benedicto XVI, se debió a cuestiones de organización, puesto que Bergoglio acogió la propuesta de desvincular el encargo del médico personal del Papa del de Director del Servicio Sanitario del Vaticano.
Polisca permaneció en el Vaticano, como médico de Ratzinger, y como nuevo director sanitario fue nombrado el endocrinólogo Alfredo Pontecorvi. En cambio Francisco quiso que su médico personal fuera el profesor Fabrizio Soccorsi, primario emérito de hematología en el San Camilo de Roma, y que había sido asesor de los servicios sanitarios del Vaticano.
Obviamente, ante cualquier problema que pueda presentarse, Francisco puede contar con los mejores especialistas. Durante el primer año y medio de Pontificado, el Papa se vio obligado un par de veces a cancelar de repente algunos compromisos debido a indisposiciones debidas al cansancio, como en el caso de la misa que habrá debido celebrar en el hospital Gemelli el 27 de junio de 2014. Pero estos episodios ya no se han repetido.

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