El engendro, axiología y acción, por Marlon S. Jiménez García  

No me cabe la menor duda de que en nuestro país, a raíz de la supresión de la asignatura Moral y Cívica del pensum de estudios, ahora recargado por materiales que por materias, en los colegios, liceos y universidades; además del Manual de Carreño, eliminado muchos antes, la sociedad quedó huérfana de la formación en principios y valores humanos introducidos eficazmente a principios de la etapa democrática por un Estado responsable y emulados, tempranamente, por las corrientes religiosas que participan en la educación y por otras corrientes del pensamiento humano. Los valores cívicos son principios de vital importancia para la sociedad: dignidad, ejemplo, honradez, libertad, obediencia, patriotismo, pulcritud, puntualidad, etc, que suelen ser fruto de la genética y de la inspiración de la familia y de la escuela. Pero ¿Qué ocurre cuando dichos valores son trastocados y desviados por el camino contrario? Simplemente se produce el vil engaño a la sociedad y de manera oculta se crea una faceta contraria a la inclinación natural del bien; lo digno se transforma en ruindad; la honradez en inmoralidad; la libertad en tiranía; el patriotismo en patriotería; la obediencia en una fachada acomodaticia, convertida en insubordinación a lo legal y lícito; la pulcritud en desidia.

 

Los valores éticos en una democracia perfectible se clasifican, considerando el nivel de mayor a menor incidencia social; en éticos públicos o civiles, y de valores éticos privados o personales. Justicia y bien son los valores fundamentales o básicos, todos los otros valores éticos no son sino concreciones de éstos, como los públicos o cívicos: igualdad, libertad, solidaridad, tolerancia o respeto activo, disposición al diálogo, respeto a la naturaleza y paz; privados o personales: amistad, autenticidad, felicidad, placer, ternura, creatividad y profesionalidad.

 

El valor moral perfecciona al hombre, en su voluntad, en su libertad y en su razón. Sin embargo, vivir de la mentira, hacer uso de la violencia o cometer un fraude, defraudan a la persona, a la empresa y lo deshumaniza. Las acciones buenas, vivir la verdad, actuar con honestidad, el buscar la justicia, le perfecciona.

 

En una verdadera actitud revolucionaria, su autenticidad deriva de la capacidad de crear un hombre comprometido con lo axiológico para visualizar en su acción un trabajo fecundo, sin revanchismo y sin ser cómplices de quienes rodean su entorno en actividades ilícitas. Hablar de valores, teóricamente, es bueno y beneficioso, pero que pestilente e injusto no hacer nada por aquellos que la infringen y que aun en vida, son condenados socialmente por el soberano.

 

El ¨comandante eternamente enterrado¨ es una prueba fehaciente de ausencia absoluta de valores; con un verbo enardecido, demagógico e inescrupuloso en su andar, llegó, luego de atentar contra los principios fundamentales de una democracia y causando asesinatos de miles de inocentes, en un cruento golpe de estado, a convertirse en Presidente de la República. Su gestión ha generado un daño terrible a la sociedad; corrompió el estamento militar y la institucionalizó, como filosofía de acción, en el régimen que dirigió, así como a todos los demás poderes del Estado.

 

El difunto quebró, además al país; encontró un país en vías de desarrollo estructural y lo convirtió en una piltrafa, hasta el punto que hoy somos un país que da lástima en el concierto internacional: una inflación acumulada en los dieciséis años de gestión que supera el 3600%, un derroche de más de dos billones de dólares que alimentó la chulería internacional, entre gobiernos y personas del mundo; la quiebra moral de los ciudadanos, que se debaten entre la idea de irse del país o quedarse a luchar por salir de esta plaga que a mala hora abordó los destinos de la patria. El otro, el engendro heredero, es eso, un malnacido incapaz, que asumió un rol, por mandato de los asesinos comunistas cubanos, que no estaba en capacidad de asumir, y llegó a donde tenía que llegar, a la quiebra axiológica del régimen y de sus adláteres, y pretende llevarla a todos. El 6D levantemos la moral de la sociedad y del país, cambiando la AN para crear oportunidades verdaderas de cambio trascendentales.

 

DC / Marlon S Jiménez García / Profesor Universitario / Marjimgar54@hotmail.com

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