Castro reclama «cuantiosos millones de dólares» en la víspera de la visita de Kerry

Fidel Castro cumplió ayer 89 años, y el dictador jubilado quiso darse un regalo: aguarle la fiesta al secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, que hoy estará en Cuba en la izada oficial de la bandera de las barras y las estrellas en la embajada estadounidense en La Habana. Desde 1945, un secretario de Estado estadounidense no pone el pie en territorio cubano y la insignia del país no ondea en la capital cubana desde la ruptura definitiva de relaciones entre ambos países en 1961. Pero ayer la atención se la llevó el expresidente cubano con un artículo en el que exige a EE.UU. indemnizaciones millonarias por su política contra Cuba.

«Se adeuda a Cuba las indemnizaciones equivalentes a daños, que ascienden a cuantiosos millones de dólares como denunció nuestro país con argumentos y datos irrebatibles a lo largo de sus intervenciones en las Naciones Unidas», proclama Castro en un artículo publicado en los medios oficiales cubanos.

El exmandatario no menciona en su escrito la normalización de relaciones ni la visita de Kerry a Cuba.

Diferentes objetivos

El artículo se titula «La realidad y los sueños» y el nombre no encajaría mal con el viaje del secretario de Estado a la isla. Kerry tendrá que hacer hoy malabarismos para conjugar los diferentes objetivos que tiene su Gobierno con respecto a Cuba, algunos realizados, varios posibles, muchos inconcebibles a corto plazo: la normalización de relaciones diplomáticas, el fin del embargo, el respeto a los derechos humanos en la isla, el avance hacia un proceso democrático, el respeto a los activistas, las exigencias sobre las propiedades expropiadas a cubanos en la revolución… Kerry estará hoy embarcado en una misión casi imposible: dar un espaldarazo al acercamiento al régimen cubano sin dar la espalda a los disidentes y a los defensores de los derechos humanos. Lo mejor para él es que la visita a La Habana durará menos de 24 horas.

Derechos humanos

El secretario de Estado se reunirá con su homólogo cubano, Bruno Rodríguez, y, según ha asegurado Kerry en entrevistas con medios estadounidenses, los derechos humanos estarán «a la cabeza» de las conversaciones con el ministro de Exteriores de Cuba. Aunque no se espera de que esa reunión salga ningún avance en materia de derechos humanos, Kerry cree que la sola presencia diplomática de EE.UU. en La Habana será beneficiosa.

«Esto tiene que venir del propio pueblo cubano», dijo a «The Miami Herald» sobre la posibilidad de reformas democráticas en la isla. «Pero para mí no hay duda de que estaremos en mejor posición para luchar por los derechos humanos estando allí, con un embajador, con una embajada, estando en contacto con el pueblo de Cuba».

A día de hoy, parece que hay un abismo de separación para lograr avances en ese sentido. Solo en el último mes, Cuba detuvo a más de 670 opositores pacíficos, según la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación.

Sin disidentes en el acto oficial

Los disidentes y lo activistas por los derechos humanos en la isla, que se juegan la piel cada día con las autoridades de la dictadura castrista, no tendrán sitio en el acto oficial de la izada de bandera de EE.UU. en su embajada. «Es un encuentro entre Gobierno y Gobierno, con muy poco espacio, por cierto», se excusó Kerry el miércoles en Telemundo, aunque anunció que después habrá una recepción en la residencia del jefe de la misión estadounidense en la que habrá representación de la sociedad civil cubana «incluidos algunos disidentes».

La ausencia de la disidencia en la izada de bandera ha sido aprovechada por el senador Marco Rubio, el candidato republicano a la presidencia de origen cubano: «Este es un nuevo punto bajo para el presidente Obama y una bofetada de su Administración a los valientes activistas cubanos por la democracia», dijo en un comunicado. «Los disidentes son los representantes legítimos del pueblo cubano y son ellos quienes merecen la alfombra roja, no las autoridades del régimen castrista».

«Normalización verdadera»

A pesar de todas estas dificultades, Kerry se mostró convencido de que la visita a Cuba servirá para alcanzar «una normalización verdadera y plena entre ambos países». El avance en el levantamiento del embargo estará dentro de las conversaciones con Rodríguez y es un punto al que se han opuesto sectores amplios del partido republicano. Pero Kerry respondió que la política de confrontación de EE.UU. en las últimas cinco décadas no ha producido resultados y que aunque el cambio no se producirá «de la noche a la mañana», tanto él como Obama están convencidos de que «estando ahí seremos capaces de hacer más por el pueblo cubano».

Izada simbólica

En la parte simbólica, el secretario de Estado cederá el protagonismo a tres veteranos del ejército de EE.UU. Larry Morris, Mike East y Jim Tracy eran unos veinteañeros marines destacados en La Habana cuando Cuba y EE.UU. rompieron sus relaciones. Ellos trabajaban en la seguridad de la embajada el 4 de enero de 1961, el último día en que la bandera estadounidense ondeó en La Habana. Su último encargo fue arriar la insignia, que doblaron según marca el protocolo oficial. «Fue un momento conmovedor», recuerda East. «Supongo que tenemos un vínculo especial con Cuba. Es un vínculo que no se puede expresar con palabras», dice el veterano en un vídeo divulgado por el Departamento de Estado. Hoy ellos serán quienes vuelvan a colocar la bandera «donde debería estar», asegura Morris

DC|ABC

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