El arma secreta de la oposición es el chavismo

En Miraflores las caras son largas y las tensiones se entremezclan con una combinación de soberbia y miedo que se propaga ante la cercanía de las parlamentarias.

No es la primera vez que el chavismo afronta un escenario electoral adverso, pero esta vez hay algo distinto. Las arcas están vacías y lo inventarios también. Ya no hay Dakas ni supermercados a quienes canibalizar a cambio de un efímero repunte en las encuestas; la escasez llega a los huesos y la gente no compra el cuento de la guerra económica.

Aunque la desorganización de la oposición también alcanza niveles inéditos, cuenta con el arma secreta del descontento popular hacia el Gobierno. Todos los días las colas en supermercados, farmacias, ventas de repuestos, gasolineras, hospitales y morgues la encuesta empírica del comentario a flor de piel arroja un saldo desfavorable para “el proceso”.

Los grafitis y franelas con los “ojitos de Chávez” no bastaron para que los revolucionarios se sintieran vigilados desde el más allá y ahora los escándalos de corrupción, así como las voces disidentes internas resquebrajan la fe de las bases populares.

El cuento de la esperanza también marchita. Más allá de la afortunada compatriota que logró cambian un mango por una casa, cada vez son más los hijos de Bolívar que no ven frutos a esta revolución y cansados de arar sin progreso, se echan al hombro un saco de sueños rotos y parten en busca de tierras más fértiles donde sembrar su futuro.

En un país donde la desesperanza puntea en todos los sondeos, ganará no la facción que logre más votos, sino la que tenga menos abstención, de ahí que en el poquísimo tiempo que queda para la contienda, el chavismo apueste más a desmotivar a su adversario que a rescatar su popularidad, ya que a fin de cuentas sale más barato.

Mientras Maduro recorre el país reinaugurando obras bajo una lluvia de mangos, topochos, nísperos, lechozas y limones tatuados con mensajes de angustia; Diosdado regaña a las bases del PSUV para mantener la frágil cohesión del partido. El resto queda en manos de los órganos “independientes” del Estado que diligentemente se avocan a inhabilitar opositores, modificar circuitos electorales y posponer más allá del descaro cualquier anuncio que disipe la incertidumbre sobre las elecciones.

Falta ver si la estrategia oficial es suficiente para contrarrestar el hastío y la indignación de los venezolanos que claman por un cambio mientras las colas se multiplican «a paso de vencedores» y la oscuridad se propaga sin moral ni mucho menos luces.

DC | LV | Foto: Web

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