Antonio Ledezma escribió carta a su hija por su graduación

El alcalde mayor Antonio Ledezma escribió una carta a su hija Antonietta, debido a que no pudo estar presente en su acto de graduación.

Ledezma consideró que el acto de grado es una victoria a la perseverancia y aseguró sentirse orgulloso del coraje y valentía de Antonietta.

A continuación la carta:

Villa Magna, 12 de mayo de 2015.

Adorada Antonietta, hija de mi vida:

Con mi alma convertida en un torrente de emociones, te hilvano estas letras que tratan de expresarte lo orgulloso que me siento de ti.

Siempre presumí de que serias capaz de alcanzar tus objetivos y de realizar  tus sueños, simplemente porque eres inteligente; porque has demostrado ser persistente y resuelta; porque tienes valores y te has forjado sobre principios que te sirven de base sólida para mantenerte firme, aún, en las circunstancias más difíciles en que te ha puesto a prueba esta vida, proporcionándote la  maravillosa oportunidad de crecerte como persona.

Eres tal cual como se te ve, como lo sugieren todos los que han tenido la dicha de conocerte, que no vacilan en estimar y enaltecerte, sabiéndote un ser humano noble y dulce; sin que te falte ese recio carácter del que se ufana tu abnegada madre, solo que lo sabes administrar con mesura.

Tu hermana Mitzy dijo, recientemente, en una entrevista televisada desde Lima, Perú “que mi padre está preso, pero más sereno que nunca porque él sabe lo que crio”. Y es así, efectivamente. Fueron lactadas en el fragor de la lucha social y con el néctar que les dio médulas para asumir con fuerza y determinación, los desafíos que juntos hemos vivido, por y para el pueblo, más allá del estribillo populista que no encaja con la autenticidad con que han sido levantadas en medio de tantos avatares. Tu briosa madre Mitzy, lleva más de dos décadas, extasiada, relatando cómo las amamantaba en el mero centro de la histórica plaza Bolívar caraqueña. Lo recuerdo y me rio solo con aquella estampa de tu madre lidiando con las palomas que le revoloteaban al mismo tiempo que te “daba pecho”, mientras mujeres del pueblo se le aproximaban entregándole papelitos con solicitudes, y tu hermana Mitzy regando las cotufas sobre los instrumentos que ejecutaban los músicos de la Banda Marcial que animaba las domingueras retretas.

Orgulloso de tu esfuerzo para coronar esta carrera que apenas comienza, porque te sabemos voluntariosa y seguirás esa ruta inesquivable de superación personal que te distingue.

Orgulloso de tu coraje, que te mantiene indoblegable, que te ayudo a no ceder cuando las dificultades se te presentaron como una emboscada. ¡Seguiste y triunfaste mi tortuga bella!

Orgulloso de tu exquisita valentía para encarar los desplantes autoritarios de quienes querían amilanarte y someterte a la sumisión de los que pierden el decoro apenas con un soplo de terror. Orgulloso de tu radiante audacia  para salir airosa de cualquier  encrucijada en la que te han querido ver perdida, los que miserablemente nos someten a esta penosa situación, desatando sus furias y fraguando acusaciones falsas, perversas y absurdamente temerarias.

Pero la vida nos recompensa, por eso este sábado cuando estés en la cima de tu paraninfo, engalanada con toga y birrete, sonaran campanas de victoria, porque eso es para nosotros tu graduación, una victoria de la perseverancia que ofrendamos a un país que necesita de sus mejores talentos para rescatar a nuestro pueblo que se hunde en un pozo de pobreza y desengaño.

¡Hija, aguza tu tímpano! y en medio de las salva de aplausos que celebraran tu éxito, escucharas mi corazón acurrucado en las palmas de tu madre. Y desde aquí, desde esta casa por cárcel, que asumo como una responsabilidad que no duele porque no se sufre lo que se enfrenta con inconfundibles convicciones de libertad, recibiré tu diploma como una bandera que izare en señal de resistencia que no será estéril. Y mi alegría no se confundirá con sentimientos revanchistas porque mi espíritu esta desprovisto de desquites. Y hare honor a las enseñanzas con las que han crecido, porque siempre las educamos para la vida esperanzadora, para la concordia, para la solidaridad, nunca para aprender a odiar.

Te regalo mi bendición de padre que Dios escogió para ti; te regalo mi frenesí sosegado de luchar por la Venezuela que nos vio nacer y por la que debemos proseguir nuestros afanes de libertad y de justicia para todos. Te regalo “mi decisión a seguir decidido” a dar lo que tenga de fuerzas por las ideas en las que comulgamos como familia y como ciudadanos de bien, comprometidos con el mejor destino de nuestra patria amada; te regalo mi alquimia de intrepidez para desafiar los riesgos propios de un régimen que no soporta más democracia, entendiendo que la esencia democrática no tolera más intolerancias;  mi rectitud de ciudadano humilde con la experiencia dispuesta a la osada renovación; mi fe en el tiempo que está en cada uno de nuestros propios instantes; mi ímpetu para seguir adelante apostando a una Venezuela sin vencidos ni vencedores; y mi renuncia a la venganza como testimonio de mi creencia de que si es posible lograr la solución pacífica y civil de nuestras diferencias .

Y por último hija adorada de mi vida, gracias por ayudarme a mantener en alto la moral, gracias por no dejarte encarcelar tu alegría, gracias por sobrellevar con placentero sacrificio esta expiación para decirle al mundo que ore por Venezuela, por la paz de nuestro pueblo, por la libertad de nuestros queridos Leopoldo, Daniel y de los estudiantes acorralados por la persecución, que con estoico pundonor han sido capaces de derrotar el derrotismo.

Que Dios te bendiga;

Tu orgulloso padre, Antonio Ledezma.

DC | EN | Foto: Web

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