La osadía de ser policía y morir por una pistola

La estadística de policías y militares asesinados en Caracas, y el resto del país, durante el 2015, crece aceleradamente. Se ha vuelto un titular recurrente en los medios de comunicación, un tema común en las conversaciones cotidianas y un nuevo motivo de preocupación para los venezolanos, porque en apenas 112 días han matado a 142 uniformados en todo el país, de los cuales 47 fueron en la Gran Caracas.

Los modus operandi utilizados por los delincuentes venezolanos son diversos, cuando se trata de atacar a las autoridades. Principalmente utilizan las emboscadas, como fue el caso de la oficial de la policía de Sucre Osmary Tabares, de 27 años, asesinada el pasado 14 de abril en Los Dos Caminos, cuando iba junto a un compañero en una moto y un par de delincuentes los abordaron para robarles sus armas de reglamento.

Pero ahora la delincuencia venezolana además de utilizar armas de fuego de todo calibre, tienen entre sus instrumentos de trabajo granadas fragmentarias con las que han atacado en por lo menos tres oportunidades en lo que va de año a funcionarios policiales, tal como ocurrió el pasado 29 de marzo, cuando una comisión de la Policía Nacional Bolivariana fue atacada en la calle Altamira de El Cementerio, lo que le provocó la muerte al oficial Henry Eduardo Hernández, de apenas 21 años.

“El hampa está desbordada. Esa es una realidad que nos golpea todos los días, a pesar del discurso oficial de no querer reconocerlo. El policía es la nueva víctima por excelencia de los delincuentes porque les ofrece el trofeo de despojarlo de su arma de reglamento. Lo grave del asunto es que esto es una muestra clarísima de que no hay respeto hacia la autoridad”, explicó el abogado y criminólogo Omar Arenas Candelo.

Escurriendo las culpas

Al parecer, entre las autoridades del Ministerio de Relaciones Interiores y Justicia y la Comisión Presidencial para la Transformación Policial aún no se ponen de acuerdo para declarar sobre lo que sucede con los uniformados, pues mientras el ministro Gustavo González, aseguró que la ola de asesinatos de funcionarios policiales obedece a “plan para desestabilizar al país”, el ex diputado Freddy Bernal reconoció que los funcionarios se han convertido en una especie de presa para ser despojados de sus armas y sus motos, según declaró a Unión Radio.

“Tenemos pruebas de que los recientes actos en los que han perdido la vida nuestros funcionarios policiales son parte de un plan perverso”, escribió González a través de su cuenta de Twitter el pasado domingo. Justamente ese día un grupo de funcionarios de distintos cuerpos de seguridad decidieron movilizarse en Caracas para exigir protección y seguridad para ellos. En Venezuela esto fue un hecho inédito, pero al final, en la movilización no participaron más de 150 personas entre los funcionarios y sus familiares.

“Debe haber una respuesta efectiva cuando se trata de la muerte de un policía. Tiempo atrás, cuando eso sucedía, significaba muchas horas de trabajo y de investigación hasta conseguir al responsable. La única manera de que se le ponga un freno a los que sucede es que se frene la impunidad y se castigue a quienes se dedican a matar a policías”, sentenció el comisario Vicente Álamo, ex subdirector del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas.

El ex funcionario también advirtió que es el arma de fuego de los policías la principal razón por la cual son asesinados, pues es un trofeo para el delincuente. “Muchas veces para poder quitarle el arma al policía, la única manera de neutralizarlo es matándolo, porque el funcionario sabe utilizar su arma. Por eso usan el factor sorpresa, lo matan y lo despojan de su pistola”, dijo.

La situación descrita por Álamo quedó registrada en una cámara de seguridad ubicada dentro de una panadería en la población de Tácata, en el estado Miranda, cuando el pasado 9 de enero el supervisor agregado de Polimiranda Álvaro Blanco Escobar, de 49 años, entró a desayunar y fue sorprendido por un delincuente, que aprovechó el descuido del uniformado para darle un tiro en la cabeza.

En las imágenes se observó claramente que el uniformado ni siquiera se percató del peligro que corría, solo por llevar su arma de reglamento en la funda. El homicida simplemente le disparó por detrás y cuando cayó al piso lo despojó del arma y huyó del local, en compañía de otro delincuente.

“Cada vez que vemos un ataque contra un policía uniformado, es un ataque directo contra el Estado. Esto significa que la delincuencia perdió todo tipo de respeto contra la autoridad, y peor aún, contra el Estado.Llegamos a un punto en que a la gente no le importa nada. Cuando un funcionario policial muere en medio de un procedimiento, se sabe que esa siempre es una de las probabilidades, pero cuando es que lo matan para robarle el arma, sabes que la cosa en el país está muy mal”, dijo Álamo.

Según el abogado criminalista Luis Izquiel, el asesinato de un policía causa más conmoción en la sociedad, por las implicaciones que en materia de seguridad tiene. “Es lógico que la gente se escandalice, porque si matan a un policía, ¿qué queda para el resto de la población? Es normal que la gente se sienta desamparada y temerosa. El problema es que vivimos en un país donde matan policías, niños, taxistas, sindicalistas, mujeres y a cualquier persona”, comentó Izquiel.

Es una estadística en aumento

La matanza de funcionarios policiales en Venezuela es un fenómeno relativamente reciente. Fue aproximadamente en 2008 cuando comenzaron a encenderse las alarmas porque los casos se volvieron más recurrentes. En aquella época eran los uniformados de la extinta Policía Metropolitana los que cada cierto tiempo sumaban una víctima más.

Entre 2010 y 2014 la cifra de uniformados que han matado en la Gran Caracas aumentó 124% al pasar de 59 a 132 funcionarios asesinados. En 2011, 2012 y 2013 el número de víctimas fue de 84, 106 y 100 policías, respectivamente. La mayoría de los asesinados pertenecían a la Policía Nacional Bolivariana, y en segundo lugar aparecen los funcionarios de las policías municipales.

Izquiel indicó que la tendencia es que 2015 cierre con un número de uniformados asesinados muy superior al del año pasado, por la recurrencia de los casos, sobre todo en la capital del país.

“El arma de fuego tiene un valor importante dentro del mercado negro delictivo del país. Pero además, este instrumento policial pasa a formar parte de los arsenales cada vez más potentes que tienen los delincuentes”, dijo el experto.

“Es inquietante el discurso oficial frente a esta situación. Atribuir que a los policías los están matando a acciones de grupos paramilitares en el país es restarle importancia a la realidad y es que el hampa está desbordada y rubricada con el discurso político que elude la gran responsabilidad de las autoridades en la solución de un problema tan grave como este”, comentó Arenas Candelo, quien también es psicólogo.

Su análisis, como psicólogo, señala que existe un estado de anomia a nivel de la actividad policial. Advierte que desde las más altas cúpulas políticas del Gobierno opera una especie de factor inhibitorio promovido por el miedo y el discurso de la desesperanza, lo que genera que la población asuma una actitud de indolencia, conformismo y resignación, porque es tal la avalancha de problemas que la capacidad de respuesta del venezolano se ha perdido.

¿Prestigio o saña? 

En Venezuela, desde 2010 se impulsaron las restricciones para la libre comercialización de armas de fuego. Las policías fueron despojadas de sus armas largas y quedaron solo con armas de fuego cortas y además, el monopolio de la compra, venta y asignación de este instrumento de trabajo de los organismos de seguridad del Estado quedó en manos del Ministerio de la Defensa a través de la Dirección General de Armas y Explosivos de las Fuerzas Armadas Nacionales.

A partir de ahí, el arma de fuego del policía se convirtió en un atractivo para los delincuentes, porque las posibilidades de conseguir un arma de fuego se fueron haciendo cada vez más complejas. En la actualidad, los grupos delictivos que hacen vida en Venezuela han demostrado que cuentan con armentos desde los más básicos como son los revólveres, hasta armas sofisticadas como fusiles AR-15 y AK-47.

“La desigualdad en el poder de fuego que tienen los policías en la actualidad, en comparación con los delincuentes es insólito. En 2011 se emitió una resolución en la que se estableció que las policías municipales solo pueden utilizar pistolas calibre 9mm y una escopeta calibre 12 por cada 10 funcionarios, mientras que los malandros tienen cualquier cantidad de armas de todo tipo. El policía sale a la calle y está prácticamente de manos atadas frente a cualquier delincuentes” dijo Izquiel.

El experto también emplazó a las autoridades a investigar y explicar cuál podría ser el origen de todas las armas de gran potencia que están en manos de los grupos delictivos venezolanos. “¿De dónde salen las granadas y los fusiles? Creo que es necesario que se comience a enfocar por ahí el tema de la matanza de policías, porque el Gobierno tiene mucho que explicar al respecto”, comentó.

De manera extraoficial se supo que el valor de una pistola calibre 9mm, dentro del mercado negro en Venezuela puede oscilar entre los 60.000 y 80.000 bolívares, de acuerdo con sus características.

De nuevo la impunidad

“La impunidad que tenemos en el país hace que se cometan cada vez más y más delitos. Lo que sucede con los policías se ha dejado pasar, los asaltos a los parques de arma, los asesinatos, los ataques a sedes policiales. Lo lamentable es que seguirá sucediendo mientras no se reconozca el problema y se tomen medidas efectivas para lograrlo”, señaló Vicente Álamo.

El ex jefe policial desestima que la actuación de las bandas delictivas contra los policías se deba a la premisa de que mediante estos actos ganen prestigio, pero sugirió que el hecho de lograr despojar a un uniformado de su arma de reglamento si se convierte en una hazaña.

“El arma representa mucho para un delincuente. Es su principal herramienta de trabajo, para ellos es un bien preciado y esa es la manera más fácil de conseguirla. El debate no puede ser que si esto les da o no prestigio, sino que el delincuente entienda que si se atreve a matar a un policía, lo atraparán y lo castigarán de acuerdo con lo establecido en las leyes”, dijo.

Desmotivación

Los episodios de violencia que ocurrido durante los últimos meses en Venezuela, con los uniformados, han generado gran malestar dentro de los cuerpos policiales. Después de los ocho policías que mataron en distintos puntos de Caracas la semana pasada, comenzó a circular en Internet un video en el cual un oficial de una policía municipal que se identificó como Ramses Gutíerrez.

En las imágenes el oficial hace un llamado a todos los funcionarios activos a quienes exhorta a no quedarse callados frente a la ola de asesinatos de policías.

“Tiene que darnos luz verde para acabar con el hampa. Este país se lo están llevando todas las ruinas y de verdad digo con honestidad y sinceridad. Debemos ponerle fin al hampa y salir adelante todos, compañeros de armas, independientemente de cualquier cuerpo policial o cualquier cuerpo militar donde pertenezcamos, ambos tenemos que darle un parado al hampa”, dice el uniformado el video que se volvió viral a través de las redes sociales.

Las imágenes circularon rápidamente en todos los comandos policiales del país y la reacción de los funcionarios era la misma. Todos, aunque en silencio y sin manifestarlo públicamente, están de acuerdo con que es necesario que se ponga un freno a la matanza de policías en el país, pues los más recientes sucesos han generado gran desmotivación y temor a los uniformados.

DC | El Estimulo / Thabata Molina

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