«Usé una colchoneta como camilla para poder trasladar a mi hijo»

A Luis Alejandro Perdomo, de 32 años, los funcionarios del Cicpc de Guarenas, lo acusaron de haberse enfrentado a ellos en la urbanización Nueva Casarapa, la tarde del martes.

Según dijeron, Perdomo y otros tres sujetos intentaron asaltar a un efectivo de ese organismo, y dos cayeron heridos. Los otros dos huyeron. No se supo más.

Pero el padre de la víctima, Luis Armando Perdomo, detalló que esa versión es falsa, pues aseguró que su hijo no era ningún delincuente.

Contó el calvario que vivió para intentar salvarle la vida a su hijo, entre Guarenas y Caracas, pero al final no se logró, pues el hombre falleció a la una de la tarde del miércoles en el hospital de El Llanito.

Recibió dos impactos de bala: uno en el abdomen y otro en un costado.

Pero en el Seguro Social de Guarenas, adonde fue llevado en principio, solo le curaron la herida de plomo en el estómago y decidieron mandarlo en ambulancia para El Llanito.

«Yo trabajo como asistente de radiología en el Seguro Social de Guarenas. Cuando llegué a recibir mi guardia, a eso de las siete de la noche del martes, me enteré por mis compañeros de trabajo que mi hijo había ingresado herido de bala. Un funcionario del Cicpc me dijo que lo iba a meter preso y no me explicó más. Lo estaban custodiando», detalló el padre de la víctima.

Ese martes, Luis Armando se enfrentó a la ausencia de médicos en el centro de salud, pues no había especialistas. Era el día del médico y no fueron a trabajar.

El traslado en ambulancia era otro problema, pues no había camillas disponibles.

El doctor que le curó la herida en el abdomen le dijo a Luis Armando que se llevara a su hijo lo más rápido posible, porque estaba delicado y se iba a morir allí.

Le dio una colchoneta para que la usara como camilla.

Así fue como lo trasladó en la ambulancia hasta el hospital de El Llanito.

Pero una vez allí continuó la odisea. Aunque lo operaron de la herida en el estómago, los médicos no se percataron de la otra herida que tenía en un costado, y esa fue la mortal, pues le produjo una hemorragia interna que le quitó la vida.

«Esto es injusto, tuve que comprar hasta los tubos de ensayo para las muestras de sangre. En ningún hospital contamos con insumos. Yo que trabajo en esto no había sufrido tanto hasta que lo viví con mi hijo», refirió llorando Luis Armando, mientras esperaba la entrega del cadáver en la morgue de Bello Monte, la mañana de ayer.

Refirió, además, que su hijo laboraba como ayudante de camiones. Hacía viajes con mucha frecuencia, y esa tarde salió de su casa, ubicada en la urbanización los Naranjos de Guarenas, hacia Nueva Casarapa, a buscar a su esposa, pues ella es fisioterapeuta y estaba atendiendo a un paciente.

Incluso, se vieron esa misma tarde cuando ambos llegaban de trabajar.

«Él estaba llegando a la casa y se regresó a buscar a su esposa. Luego se encontró con ese procedimiento y los policías lo tirotearon. Ahora lo tildan de malandro. Así no más», dijo.

DC| EU/

Foto: web

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