Pedro Martínez colgará su placa en el Templo de Cooperstown

Pedro Martínez nunca fue de los lanzadores más altos, pero cada vez que se paraba en un montículo se creía un gigante que de faena en faena fue reclamando un sobrenombre que habrá de acompañarlo por siempre: El Grande.

Digno heredero del legendario Juan Marichal, el lanzador dominicano fue elegido como nuevo miembro del Salón de la Fama del Béisbol con el 91.1 por ciento de los votos y el primero nacido en la década de los 70, junto a los también estelares serpentineros Randy Johnson y John Smoltz, y el jugador de cuadro Craig Biggio.

“Tanta gente en la República Dominicana llegó a conocerme como jugador, pero no como persona’’, expresó el lanzador quisqueyano, y esto significa mucho para Dominicana. “Este premio quiero dedicárselo a mi familia, a República Dominicana, a Latinoamérica. Que sientan que tienen un latino más en el Salón de la Fama’’.

Sin duda, la elección de Martínez tiene un color especial, pues muchos en América Latina no vieron actuar a Marichal en su época de gloria y su exaltación al Salón de la Fama ocurrió hace ya 32 anios, en 1983.

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Pero cuando a Martínez le tocaba trabajar para los Medias Rojas en República Dominicana y en otras partes del planeta se producía lo que muchos consideraban “un toque de queda’’, donde todo se paralizaba para contemplar a El Grande.

“Muchos me decían que yo sería de la primera generación que ellos pudieron ver y disfrutar de verdad’’, apuntó Martínez, quien es el segundo dominicano en Cooperstown. “No quería decepcionar a nadie, así que cuando recibí la llamada sentí una sensación de alivio’’.

La noticia no sorprendió a nadie pues se daba por descontado que el derecho de Manoguayabo, Santo Domingo, sería uno de los hombres que el 26 de julio colgará su placa en el Templo de Cooperstown como parte de una ceremonia que será parte inseparable de la historia quisqueyana.

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Martínez ha sido uno de los pitchers más dominantes de todos los tiempos, ganador de tres premios Cy Young –en ambas ligas-, en dos ocasiones terminó segundo en la votación y finalizó tercero en otra. Desde la lomita de los Medias Rojas de Boston, cuya gorra lucirá seguramente en la placa de bronce, el dominicano lideró la Liga Americana cinco veces en efectividad, tres veces en ponches, cinco veces en menor cantidad de hits permitidos por innings, y en menos jonrones permitidos tres veces.

Durante un período de siete años entre 1997-2003, Martínez tuvo foja de 118-36 para un porcentaje de ganados de .766 con 2.20 de efectividad y un WHIP de 0.94 con 1,761 ponches en 1,408 entradas. Los números de Martínez, quien finalizó con 219 victorias, en la llamada Era de los Esteroides son sencillamente increíbles y en una división donde los Yankees solían campear a sus anchas.

“Yo lo hice de manera limpia, de la única manera en que me enseñaron mi familia y el béisbol, sin tomar atajos, con trabajo duro y dedicación’’, apuntó Martínez en clara referencia a todos los otros implicados en el uso de sustancias prohibidas. “Todo lo hice limpio’’.

No por casualidad Martínez, quien para muchos poseyó el mejor cambio de todos los tiempos, fue parte de ese conjunto patirrojo que finalmente en el 2004 logró romper la llamada Maldición del Bambino y darle a la ciudad de Boston su primer título de Serie Mundial en casi un siglo.

 DC – ENH
 Foto: Web
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