Gloria a tí, casta Señora!

El Génesis, primer libro de la biblia, fue escrito aproximadamente, 500 años antes de la venida de Cristo y en él, aparece una maldición lanzada por Dios contra la serpiente en el paraíso terrenal, con ocasión del pecado de la desobediencia cometido por Adán y Eva: «Haré que haya enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya, ésta te pisará la cabeza mientras tú te abalanzarás sobre tu talón.» (Gn. 3.15). Dios ha hecho y preparado una sola e irreconciliable enemistad, que durará y se intensificará hasta el fin. Y es entre María, su digna Madre, y el diablo; entre los hijos y servidores de la Santísima Virgen y los hijos y secuaces de Lucifer. Es decir, que María estaba en la mente de Dios, desde el inicio del mundo, dentro de su proyecto de redención para el género humano -Historia de Salvación-. 

 

Al ser María la madre de Jesús, Dios hecho hombre, verbo encarnado, nadie puede referirse a su origen, sin reconocer el papel dentro de los designios de Dios Padre de la figura de María. Aunado a ello, la virginidad de María adquiere un valor singular, pues arroja nueva luz sobre el nacimiento y el misterio de la filiación de Jesús, ya que la generación virginal es el signo de que Jesús tiene como padre a Dios mismo. Por lo tanto, es madre del Hijo de Dios, a quien concibió virginalmente  y educó con su amor materno, contribuyendo al crecimiento humano de la persona divina, que vino para transformar el  destino de la humanidad y redimir al hombre de todas sus esclavitudes.

 

Por las razones precedentes, para los católicos, la presencia de la Virgen María en la iglesia y en la humanidad, no puede ser una figura secundaria, como algunas confesiones cristianas le asignan y en nuestro caso, para honra y alegría de los Zulianos, hace 305 años nuestra madre espiritual se hizo presente en esta tierra, cuya venerada imagen, que reposa en la Basílica, permanece como testimonio vivo de aquel momento, y proyecta hacia el futuro su presencia de fe y de esperanza permanente entre nosotros. Fue un milagro tan evidente, público y notorio, que nadie ha osado negar su autenticidad.

 

Desde 1965 se celebra la Feria de La Chinita, evento que, enmarcado en las festividades religiosas tradicionales al las cuales el pueblo zuliano siempre ha acudido con una gran religiosidad popular, tenga como propósito también resaltar el desarrollo social, cultural y económico de nuestra región.

 

Año tras año, La Chinita recibe a miles de personas que acuden a ella para darle las gracias por los favores recibidos, o para pedirle su intercesión ante dificultades confrontadas o quienes la visitan para manifestarle su amor a esa generosa madre espiritual que Jesucristo nos dio al momento de su muerte en la cruz.

 

Por esa razón, todos los años, los zulianos esperamos con gran alegría, entusiasmo y fe, el 18 de Noviembre, día en el cual brotan espontáneo de todos nuestros corazones: EL GLORIA A TI, CASTA SEÑORA!

 

DC / Prof. César Ramos Parra / @cesarramosparra

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