Teniente Delgado acusa a Carvajal de «torturarlo y amenazarlo» para forjar un testimonio

Las prácticas de tortura física y psicológica utilizadas por el general en situación de retiro Hugo Carvajal, mientras se desempeñó como jefe de la Dirección General de Inteligencia Militar de Venezuela (DGIM), están descritas en documentos de al menos 10 casos de presos políticos presentados ante la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos en Washington.

El periodista venezolano José Pernalete trae la exclusiva al Diario Las Américas. Otro caso que no está incluido en esta lista es del teniente Edmelcar Hosmel Delgado Sánchez, quien tras la persecución ordenada por parte de Hugo Carvajal, solicitó asilo en la embajada de Uruguay en Caracas y permaneció encerrado en el despacho diplomático por más de ocho meses, hasta marzo de 2005.

Este militar, asilado en España junto a su familia, conversó en exclusiva con DIARIO LAS AMÉRICAS y explicó cómo el excónsul de Aruba designado por Venezuela lo llevó bajo engaño a un restaurante para forjar un testimonio.

Alrededor de abril de 2004, algunos superiores lo asediaban en su sitio de trabajo, el batallón 826 del ejército “José Trinidad Morán”, ubicado en Fuerte Tiuna, al suroeste de la capital de esa nación. “Me preguntaban por el capitán Rafael Ángel Farías Villasmil y me decían que lo estaban buscando por conspiración […] Yo les decía que si eso era así, por qué no se lo preguntaban al capitán quien estaba de curso dentro del fuerte para ese entonces”, recordó, contando las maniobras de procedimientos legales para inculpar al militar.

El capitán Farías Villasmil fue uno de los efectivos acusados por las autoridades militares y organismos civiles de Venezuela por la supuesta participación en el caso de los paramilitares detenidos en una hacienda del municipio El Hatillo en 2004.

El restaurante de la DGIM

Después de esos encuentros, Delgado Sánchez fue notificado sobre la orden de acudir a una reunión en un local de las Mercedes, al este de Caracas. “Vístase de paisano y se va en su carro particular al restorán Maute Grill”, fue la instrucción que recibió para acudir al establecimiento con ropa de civil.

“Mientras permanecía en una mesa, se sentaron a mi lado dos coroneles, uno de ellos era Hugo Carvajal y el otro era Guido Querales Tigreda, director y jefe de investigaciones de la DGIM respectivamente”, explicó.

De inmediato, los militares decidieron ir al grano. “Pidieron una botella de whisky 18 años. Por cierto, la mitad de las acciones de ese restorán son de la DGIM”, destacó el teniente asilado.

“Me dijeron que querían la cabeza del capitán porque estaba atentando contra el presidente Hugo Chávez […] Como les dije que quienes debían averiguar eran ellos, los de la inteligencia militar, me advirtieron sobre las consecuencias”, dijo.

Tan sólo horas después debió presentarse en el despacho de Carvajal ante una citación inmediata en calidad de testigo. “Como no escribí el testimonio que me pedían, Carvajal entró con rabia a la oficina, golpeó la mesa donde yo estaba y gritaba para que escribiera lo que ellos querían”, reveló.

Luego de éste y otros encuentros similares con otras autoridades, comenzó una serie de eventos que le obligaron a tomar la decisión de solicitar asilo en la embajada de Uruguay. Su clandestinidad se extendió por tres meses, hasta que finalmente pudo entrar a la oficina diplomática de Caracas en agosto de 2004.

Los trámites regulares para el otorgamiento de un salvoconducto después de la aprobación de asilo, de acuerdo a los acuerdos suscritos por Venezuela, extienden la espera hasta por 48 horas. Sin embargo, en el caso de este militar, el esperado documento para salir de su país tardó más de ocho meses.

Recuerda como un día de semana cualquiera, mientras permanecía en la oficina del cónsul, recibió un papel por debajo de la puerta que decía “No salgas”. Sin permiso alguno y violando la normativa diplomática, cuatro funcionarios militares armados ingresaron al lugar preguntando por Delgado Sánchez.

Además, la DGIM ordenó el allanamiento de casas y negocios ligados a la familia de este teniente del Ejército venezolano. “Que me atuviera a las consecuencias, me lo dijo varias veces Hugo Carvajal quien me torturó a mí y mi familia psicológicamente al negarme a forjar ese expediente”, denunció.

Actualmente, el teniente y su familia se encuentran en España donde lograron establecerse luego de una persecución prolongada por parte de la inteligencia militar venezolana. Por cierto, pareciera que la organización castrense de su país no cuenta con mucha información oficial pues de acuerdo a un memorándum de notificación de ascensos militares en febrero de 2011, el teniente Edmelcar Hosmel Delgado Sánchez se encuentra de primero en la lista para ser promovido al grado de capitán.

Fuente: Diario Las Américas

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