Costa Rica es eliminada en penales y se gana la admiración del mundo (Crónica)

La selección de Holanda derrotó  a su similar de Costa Rica en tanda de penales luego de empatar a cero goles,  y clasifica a las semifinales del mundial donde se enfrentará a la Argentina de Lionel Messi.

La previa del encuentro exigía a los centroamericanos a tener que desplegar el partido de su vida, un acto heroico que los hiciera resistir las temibles llegadas de los holandeses, estando mucho mas cansados ellos que sus rivales al haber disputado 120 minutos ante Grecia. Sin embargo, si algo han demostrado los dirigidos por Jorge Luis Pinto, es que pueden ser fácilmente futbolistas y gladiadores a la vez. No hay tarea imposible para ellos.

Lo ocurrido durante los 90 minutos fue un fútbol/ajedrez en el que los directores técnicos Jorge Luis Pinto y Louis Van Gaal, movían magistralmente sus piezas con diferentes intenciones. Y es que si el técnico holandés buscaba el ataque, el colombiano buscaba el contragolpe, a sabiendas de que jugador por jugador los contrarios eran superiores.

 

En este duelo trascendió la figura de Keylor Navas, un arquero que hoy se ha consagró como el mejor del mundial, al atajar todo tipo balones, frustrando cada una de las llegadas holandesas en su área. Así mismo, la línea defensiva de Costa Rica fue un ejemplo de orden táctico y compromiso, dejando la vida en cada balón dividido, conscientes  de que no era un partido para florituras, sino  para alcanzar la gloría a través del sufrimiento extremo.

El primer tiempo culminaba con el desespero en Holanda, con el fastidio de pegar mil veces y no haber hecho daño. Los ticos por otro lado sabían que aun faltaba mucho más, que todo lo vivido no era más que el comienzo.

La segunda mitad traía en sí, la incertidumbre del saber si Costa Rica podría aguantar el ejército que les venía encima, ya que en el fútbol defensivo es la parte física la más afectada con el correr de los segundos, y Holanda no es precisamente una selección misericordiosa.

El muro de hierro y la ruleta rusa

Fue de esta forma como los europeos atacarían sin contemplaciones, poniendo a su rival contra las cuerdas, golpeando una y otra vez para no lograr nada, como si su batalla fuera con un muro indestructible que por más que intentes no lo podrás tumbar, como si fuera contra un boxeador que resiste todos los ganchos. Era un panorama irrespirable.

Con la rocosidad de Umaña, Gonzalez y Tejeda, los ticos aguantaban el pulso holandés mientras se acercaba el final, teniendo en su guardameta Navas a un ángel de la guarda que los rescataba cada vez que se veían en peligro, y con la brillantez de un estratega como Pinto, que supo cómo y cuándo realizar los movimientos más determinantes en el juego.

 

Por supuesto, la suerte también abrazó a los costarricenses, al ver como segundos antes del final Yeltsin Tejada despejaba un disparo de Holanda cuando la arquería estaba sola, y el nocaut parecía inminente. Venía la prorroga, la instancia donde se determina la grandeza de un equipo, donde las virtudes y las carencias son arrancadas de su escondite y se exhiben a los ojos del mundo entero, donde el terreno de juego se convierte mágicamente en un cuadrilátero. Y aquí Costa Rica fue mucho mejor.

Como si por alguna razón les gustaran más los tiempos extras que el tiempo regular, los centroamericanos parecían adquirir una lucidez que difuminaba la fatiga y el cansancio, mientras que los holandeses se volvían un poco más espesos, producto del desgaste y el desespero. Fue así como Costa Rica, a pesar de ser una vez más rescatada por su arquero, empezaría a salir de las cuerdas, y comenzaría a golpear a un rival que reculaba lentamente, ganando metros en la cancha, y facilitando la tarea defensiva de una defensa que fácilmente puede ser considerada como la mejor del mundial, al menos colectivamente.

Así llegaría la oportunidad más clara de gol para los ticos, cuando Marcos Ureña enganchase mil veces hasta conseguir el espacio, y quedar mano a mano ante un Jasper Cillessen que evitaría con su pierna derecha la sorpresa absoluta. Poco después Wesley Sneijder mandaría un balón al travesaño, y Van Gaal haría un cambio solemne, al reemplazar a su arquero por el suplente Tim Krul, un experto atajador en tiros desde el manchón penal. El árbitro le daría fin al encuentro, para darle inicio a la fatídica tanda de penales, a la definición por ruleta rusa.

Fue aquí donde el técnico holandés demostraría su grandeza al terminar Krul siendo el héroe, atajando dos disparos  y dándole la clasificación a una Holanda que se jugara con Argentina un pase a la final.

Los ticos por su parte, se marchan de un certamen luego de haber alcanzado su mejor participación en la historia, derrotando a campeones mundiales, y terminando invictos en un torneo en el que todas las selecciones a quienes enfrentaron, han tenido mejores jugadores.

Eso sí, menos orden, menos claridad, menos temple, menos brío, y menos garra. Han ganado la admiración del mundo entero, más nunca serán vistos como se les veía antes del mundial.

Costa Rica no perdió, y en este encuentro pareció decirle a Holanda, como el boxeador Jake Lamotta  a Sugar Ray Robinson luego de una violenta pelea “Ganaste pero no importa, no me pudiste vencer, no me  pudiste tumbar, no pudiste noquearme en ningún momento. Yo no perdí”

Luis Orozco/DC/@diariocontraste/@luisfran1