Caso mujer asesinada en Sinamaica: Erly sacrificó su vida por amor a su familia

El pueblo indígena de Sinamaica, municipio La Guajira, ya no verá más a Erly caminar atlética, todas las tardes, y recorrer sus calles con alegría contagiante.

Ahora en las casas, plazas y comercios la gente no hace otra cosa que comentar, con aires de tristeza, estupor e indignación, el vil asesinato de Erly Kerine Larreal Quintero, de 27 años, secretaria de un colegio en “El Uverito”.

“Esperamos que actúe la justicia divina sobre la justicia del hombre,el Cicpc dice que su labor es transparente, queremos que todo este drama acabe, esperamos por el tribunal”, comenta Erminia Quintero, su prima, a quien se le nota el dolor en la mirada.

Ahora bien ¿Quién era Erly?, ¿qué drama se escondía detrás de aquel escabroso homicidio?

La víctima era la segunda de cuatro hermanos. La mayor es Iramar, con 34, le sigue Erly, Andreína (25) y Evelio (9).

El pueblo de Sinamaica, generalmente apacible, está consternado desde aquella tarde del miércoles 19 de junio, cuando conoció sobre el hallazgo del cadáver de la secretaria de la Unidad Educativa María Antonia Rincón Lubo, conocida como “El Uverito”.

La víctima, habitante del sector Corazón de Jesús, tenía una data de muerte de 3 días. Recibió golpes con una llave de tubo en la cabeza y fue enterrada en una fosa de menos de un metro, en la vía a Caimare Chico, en “Las Salinas” del sector Los Hermanitos.

El principal sospechoso del asesinato es su cuñado Rafael Benito Fernández, apodado “El Kinkin”, quien está prófugo de la justicia. Por el crimen están presos su hermana Andreína y su primo Leandro. Aparentemente su cuñado la asesinó porque ella lo sacó de la casa, al negarse rotundamente a la relación con su hermana por considerarlo a él “un hombre violento y peligroso”.

“Recuerdo a Erlita como una persona tranquila, con un amor muy grande por su hermana y por su papá Evelio. Ella me decía ‘Mina, mi más grande amor es mi padre’. Su muerte significó una gran prueba de amor a su familia, a su hermana, a su sobrina, se sacrificó por amor, porque siempre se preocupaba por ellos”, dice la mujer con tristeza.

La secretaria del colegio El Uverito quedó huérfana de madre, pues su progenitora, Ítala Quintero, falleció de cáncer de mama en el año 2011.

Fuerte como un roble, la mujer asumió la crianza de su sobrinita, de 9 años, (hija de Andreína) a quien consideraba una hija. Incluso, compartía habitación con la niña. Cuando Erly tenía 25 años sufrió un accidente en una moto en el sector Viento Bonito de La Guajira que casi le cuesta la vida. Se golpeó la cabeza con una piedra y fue operada de emergencia.

A ella, según cuentan sus allegados, se le veía hacer deportes, todas las tardes, a las 5:00 pm, por la calle de la plaza Páez, vía Las Salinas, junto a su tía Laura. Tenía sobrepeso y emprendió la titánica tarea de alcanzar su talla ideal. Logró, a punta de fuerza de voluntad y constancia, rebajar 15 kilos.

“Sus tías la llevaron a una nutricionista y a las 22 años bajó 15 kilos y más nunca engordó. Era extremadamente ordenada, limpiaba su casa, se levantaba a las 4:30 am”, cuenta su prima.

Erly era una mujer reservada y de pocos amigos. Compartía con sus primas Orielys, Olanyi y con sus amigos Fabiana y César. Era de pocas relaciones. Incluso, llevó un solo novio a la casa.

Rafael Rivas, director del colegio “El Uverito”, explicó que la secretaria tenía cuatro años en la institución. Estaba encargada de la parte administrativa, de la carga de notas, de la entrega de boletines, entre otros. Se graduó de bachiller en el liceo Carmen Ferrer Ortiz y era secretaria ejecutiva de la Unir.

“Yo llegaba a las 6:50 am y ya Erly estaba aquí esperando que abrieran el colegio, era muy puntual, trabajaba medio turno, pero se estaba aquí el tiempo que fuera necesario”, dice el director.

“El día lunes nos extrañó mucho que no viniera al colegio. Ella me había manifestado que tenía pensado viajar y como había venido a trabajar durante las festividades de San Antonio de Paduas, pues creí que se había tomado el día”, continúa el docente.

“Cuando supimos de su muerte nos reunimos 89 personas, entre personal docente, administrativo y obrero y fuimos en un autobús de la escuela a casa de su tía para dar el pésame. Su muerte es el comentario del día, a las autoridades le pedimos justicia ”, reclama.

Diego Griego, de 23 años, docente y amigo de Erly, rememoró los momentos que compartió con ella: “La conocí por medio de una prima en el 2009, era una excelente persona, muy parrandera y sincera. Perteneció al comité de comunicación e información, participó en el periódico mural del colegio y ayudó a abrir una cuenta en Facebook llamada Correo en el Aula para difundir noticias positivas de la comunidad”.

Roberto Palmar, subdirector, de la institución, resume así su pesar: “A Erly la hemos extrañado demasiado, compartir el día a día con ella y ahora ver ese espacio vacío, donde se sentaba, es muy doloroso, los niños preguntan por ella y no sabemos qué decirles”.

DC/Panorama

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