YO LO LLAMO IRONÍA DIVIDIDA

Una de las razones por la cuales me costó tanto volver a escribir fue que no daba con un tema que no estuviese relacionado con el resultado de las elecciones del pasado 14 de Abril. Parecía que todos los temas llevaban al mismo asunto. Si pensaba en tomates los relacionaba con ensalada, la ensalada lleva lechuga, cebolla, cilantro, pimienta, sal, vinagre y aceite ¿Cuanto vinagre y aceite? No sé ¿52/48? Elecciones. Si pensaba en origami, pensaba en papel, papel sanitario, supermercado, escasez, colas, trenzas, cabellos, enredos, Elecciones. Si pensaba en niños, niñeras, hora de dormir, cuentos de hadas, fantasía, mitología, dioses, Dios Supremo, TSE, elecciones. Si pensaba en Megan Fox, Fox, zorro, bosque, arboles, nidos, pajarito y ¡pum! ELECCIONES.

No existía cadena de pensamiento que no me llevara de nuevo al mismo tema y la verdad ya estaba enfermo del asunto. Pero mi incomodidad con el tema no tenía ninguna relación con respecto al resultado de las elecciones. Mi problema fue realmente el lenguaje reinante durante dicho conflicto. Las redes sociales se convirtieron en verdaderos campos minados de opiniones segregacionistas (de parte y parte). Las diferencias de opinión en las redes sociales se volvieron tan insondeables que cualquier consejero matrimonial preferiría apostar en el éxito conyugal del una mantis religiosa  en lugar de intentar unir las dos facciones políticas en Venezuela. Y es que nos hemos dedicado tanto a insultarnos mutuamente que se ha vuelto sumamente difícil conseguirlo. Términos como Nazi, Fascista, se han vuelto tan comunes que ahora para insultar la gente se llama por calificativos que, con el perdón de todos ustedes, voy a repetir aquí: Fan de Kim Kardashian, Melómano Arjonero, y la peor de todas (mamá te lo juro que yo no uso este lenguaje soez) ratón de biblioteca de Paulo Coelho.

¿Que esperanza de reconciliación social puede haber mientras la gente recurre a expresiones tan vulgares para referirse a sus compatriotas?

Señores, tenemos que dejar las ofensas, abrir la mente, el corazón y los brazos a nuestros hermanos de tierra. Ninguna canoa va llegar a lugar alguno si la mitad de los tripulantes rema para un lado mientras la otra mitad rema para el otro.

Irónicamente, desde mi retorcido punto de vista he llegado a la genial conclusión que estas elecciones si lograron unirnos en cierto modo. Ahora, en Venezuela, todos estamos de acuerdo en algo: en que la otra mitad del país esta totalmente equivocada.

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