Durante sus casi 14 años en el poder, Chávez, que ganó otro mandato de seis años, desató una extensa ola de nacionalizaciones de compañías privadas, desde petroleras a una fábrica de inodoros.
Una de sus promesas de campaña fue poner un “cerrojo” para blindar su modelo socialista financiado por los dólares de las exportaciones petroleras a fin de lograr que todos los venezolanos tengan acceso a la educación, salud y vivienda.
Algunas firmas alimentos y financieras ya han recibido advertencias públicas de una posible expropiación por parte del mandatario, como la local Polar, la mayor productora de alimentos de Venezuela, y el banco Banesco.
En el sector alimenticio también operan en el país grandes empresas extranjeras como Nestlé, Unilever, Kraft Foods y Parmalat.
“No vamos a permitir que un grupo monopólico, un grupo con poder económico se atreva a chantajear políticamente a la sociedad”, sostuvo Jaua en referencia a las recurrentes denuncias del Gobierno sobre prácticas empresarias de especulación.
La palabra “exprópiese” ha sido el sello de muchos discursos de Chávez y equivale a una lápida para las empresas que a criterio del ejecutivo incumplen con los controles de precios, calidad o normas de protección ambiental.
Jaua, al que Chávez busca promover como candidato a gobernador del estado de Miranda en las elecciones regionales de diciembre, explicó que la ola de expropiaciones obedeció a las necesidades del Gobierno en momentos políticos determinados.
“Ellos (los empresarios) no pueden condicionar al pueblo sus decisiones políticas. Aquí hay un espacio, siempre y cuando se subordinen a la Constitución y los intereses de la nación”.