¿Cómo trabajar para un idiota?

 Sea éste idiota o no, puede traernos un problema. Quizá por esa costumbre que tenemos de reírnos de las desgracias, propias y ajenas, este libro es uno de los mayores divertimentos en que podemos incursionar, especialmente si tenemos larga experiencia laboral. Ya que todo lo que el autor describe con maestría y sistematiza como biotipos de oficina, lo hemos vivido.

 Te dejamos un pequeño extracto que nos pareció divertido sobre los tipos de jefes.

Jefe dios: Dirigirse a él tal y como quiere que se dirijan a él. Seguir sus reglas. Perder las batallas para ganar la guerra, ofrecerle sacrificios (regalos), pedir perdón por anticipado (¿Te parece bien que…?), reconocer su presencia, jamás ignorarlo.

Jefe maquiavélico: Usar con frecuencia la expresión “ya me encargaré de ello por ti”, siendo “por ti” lo más importante. Ponerlo al corriente de todo, aceptar todas sus invitaciones.

Jefe masoquista: nunca elogiarlo ni darle buenas noticias. Necesita castigo. Destacar siempre lo negativo -obstáculos y desventajas- de cualquier tema. Lo mejor es huir de él (salvo que sea sea sádico) porque nunca estará contento. Si uno hace algo bien, dirá: “Me alegro por ti, ahora seguro te ascenderán y me harás a un lado”.

Jefe sádico: es más difícil huir, porque no deja ir a su presa para poder seguir torturándola. Hay que fingir que la carga del trabajo es superior a lo que realmente es. Quejarse por demás. Mostrarse ocupado, concentrado y nunca, nunca, expresar la menor alegría.

Jefe paranoico: toma todo lo que uno hace como una conspiración en su contra. Para escapar, lo mejor es hacerle creer que se está conspirando. Es muy fácil, basta con cruzar una mirada cómplice o una tosecita con otro colega en una reunión o callar apenas él entra en nuestra oficina.

Jefe colega: no tiene amigos, necesita hacerlos en la oficina. Para estar bien con él, convocar a una reunión de grupo al menos una vez por semana: el jefe colega disfruta viéndose rodeado de sus polluelos. Los trabajadores entregados son los que peor la pasan porque deben trabajar horas extra para hacer lo que tendrían que haber hecho en vez de estar hablando de actualidad, del tiempo y de deportes con sus jefes colegas. 

 El buen jefe: Es el que sabe que compartir información de manera concienzuda y puntual hace que la gente se sienta partícipe, respetada y reconocida por su contribución. Convierte la comunicación abierta y sincera en una prioridad. Y es receptivo al feedback.

 

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