Obama revela detalles sobre llamada a Raúl Castro

Atemperando su histórica modificación de política hacia Cuba con una dosis de realismo, el presidente Barack Obama dijo el viernes que el cambio podría no llegar rápidamente a la isla.

Insinuó que el Congreso mantendrá el embargo económico estadounidense hasta que los legisladores puedan medir el ritmo de los avances en esa «sociedad herméticamente sellada».

Aun así, el sorpresivo anuncio de Obama esta semana de que Estados Unidos estaba poniendo fin a su congelación de las relaciones diplomáticas con Cuba, un remanente de la Guerra Fría, pareció haber contribuido a llenar de ánimo al presidente en los últimos días de un difícil sexto año en el puesto.

«Mi presidencia está entrando en su último cuarto», dijo Obama en una conferencia de prensa de fin de año en la Casa Blanca poco antes de partir rumbo a Hawai para disfrutar dos semanas de vacaciones. «Ocurren cosas interesantes en el último cuarto».

En cuestiones internas, Obama se mostró mesurado con relación a la perspectiva de alcanzar soluciones negociadas con la nueva mayoría republicana en el Capitolio, y le advirtió a los miembros de ese partido que bloqueará los esfuerzos por desmantelar su ley de seguros de gastos médicos y de disminuir aún más la fuerza de las normas que regulan a los bancos.

No se comprometió a firmar el primer proyecto de ley que el próximo líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, se ha comprometido a presentar: la aprobación del oleoducto Keystone XL. Obama dijo que el valor del proyecto ha sido exagerado.

El mandatario habló poco después de que el FBI acusó formalmente a Corea del Norte de efectuar un ataque cibernético contra Sony Pictures Entertainment. Obama prometió responder al ciberataque «en el lugar y de la manera y el momento que elijamos», pero también criticó a Sony por enlatar la cinta satírica sobre una conspiración para asesinar al líder norcoreano, la cual desató la agresión, y consideró que la compañía de entretenimiento «cometió un error».

A pesar del ánimo optimista de Obama a medida que el 2014 llega a su fin, su sexto año en el puesto fue de muchos sobresaltos y avances irregulares. Su agenda se vio opacada frecuentemente por una amplia gama de crisis, incluido el fortalecimiento de los extremistas en Oriente Medio, las acciones rusas en Ucrania, una oleada de menores no acompañados que cruzaron la frontera con México sin autorización, y el brote de ébola en África occidental, el cual generó intensos temores en Estados Unidos.

Además, el Partido Demócrata de Obama sufrió una paliza en las elecciones legislativas de mitad de período presidencial en las que muchos demócratas marginaron al mandatario debido a su impopularidad.

Sin embargo, a pesar de todas esas dificultades, Obama hizo notar el descenso en la tasa de desempleo del país, un mayor crecimiento económico y el hecho de que numerosos estados y ciudades implementaron aumentos al salario mínimo, una causa que él ha apoyado con firmeza.

El presidente también pareció hallar terreno más firme después de los comicios, luego de que dio a conocer acciones ejecutivas en torno al control de la inmigración y alcanzó con China un sorpresivo acuerdo contra el cambio climático, medidas que fueron recibidas con acusaciones de los republicanos de que el presidente se había excedido en el uso de su poder. Y el miércoles puso fin en forma unilateral a la congelación diplomática con Cuba, la cual se ubica a sólo 144 kilómetros (90 millas) de la Florida.

El cambio en la actitud hacia Cuba está entre las acciones de política exterior más significativas de la presidencia de Obama. Pero reconoció que no espera que décadas de dictadura en la isla lleguen a su fin rápidamente, e indicó que comparte la preocupación de los disidentes cubanos acerca de los malos antecedentes del país en el respeto a los derechos humanos.

«Este sigue siendo un régimen que reprime a su pueblo», afirmó Obama. Expresó interés en visitar Cuba en algún momento de su vida, pero insinuó que dicha visita podría tener que esperar hasta después de que concluya su presidencia.

Aun así, Obama compartió un nivel inusual de detalles en torno a una llamada telefónica amistosa que sostuvo hace unos días con el presidente cubano Raúl Castro. Dicho telefonema representó la primera conversación sustancial entre líderes de ambas naciones en más de 50 años.

Obama dijo que comenzó la llamada con una amplia declaración de 15 minutos, y luego se disculpó por la longitud de sus afirmaciones. El líder cubano respondió que su homólogo estadounidense «aún es un hombre joven y todavía tiene la oportunidad de romper el récord de Fidel: en una ocasión habló siete horas seguidas», afirmó Obama, refiriéndose a Fidel Castro, líder de la Revolución Cubana y ex dictador.

Luego el líder cubano pronunció una declaración inicial el doble de larga de la de Obama. «Entonces yo pude decir: ‘Obviamente, es un rasgo familiar»’, recordó el mandatario estadounidense.

Obama se mostró cauteloso en el establecimiento de metas sobre cuántos avances espera que la isla logre hasta que él concluya su mandato, pero sí dijo que «el cambio va a llegar a Cuba». Aun así, insinuó que es improbable que el Congreso revierta rápidamente el embargo económico estadounidense al gobierno en La Habana.

«La gente va a querer ver cómo se desenvuelve esto antes de que haya ningún debate en serio sobre si le hacemos o no cambios importantes al embargo», afirmó Obama.

Durante sus vacaciones de 17 días en Hawai, se espera que el mandatario pase algún tiempo elaborando su discurso sobre el Estado de la Unión, en el que esbozará sus metas para trabajar con el Congreso encabezado por el Partido Republicano. John Boehner, miembro de ese partido y presidente de la Cámara de Representantes, ha invitado a Obama a dirigirse a una sesión bipartidista en el Capitolio el 20 de enero.

El presidente ya ha planteado la perspectiva de alcanzar acuerdos con los republicanos en lo que respecta al comercio, una de las pocas áreas en las que ambos comparten el mismo punto de vista. Y Obama dijo que su personal conversaría con los republicanos en las próximas semanas para que inicien los trabajos en la reforma al complicado código fiscal del país, aunque ambas partes reconocen que sus diferencias en torno al tema son profundas.

«Hablo sinceramente cuando dijo que quiero colaborar con este nuevo Congreso para lograr que las cosas se hagan», afirmó Obama.

GDA | DC

 

 

 

 

 

 

 

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