El siglo XX venezolano, por Luis Barragán

Simposio celebrado dos años antes por el CELARG, recientemente circula “El siglo XX venezolano: Análisis y proyección histórica de una centuria” (Caracas, 2014). Desde la misma presentación, el título es reclamado en el marco del socialismo, “al menos hasta ahora como aspiración de una porción relevante de la nación”, preguntándose seguidamente en torno a  la irreversibilidad del proceso. 
 
32433 Lbarragan Blog Spot ComEufemismo aparte, ya que cada vez hay un mayor  desencanto hacia el modelo hecho a la medida de los intereses inmediatos del elenco gobernante, Nelson Guzmán escribe sobre el caudillismo decimonónico y la modernidad; Steve Ellner, los valores del pasado y la construcción del socialismo; Emiliano Terán Mantovani,  historia decolonial del mito del subdesarrollo; Leonardo Bracamonte, el neoliberalismo a finales del siglo pasado; Isabel Huizi Castillo, cultura, artes, modernidad y democracia; Katty Solórzano, nacimiento de la modernidad artística;  Mariana Libertad Suárez, participación e identidad femenina; Pedro Tellez, ensayo del XX; Laura Antillano, la narrativa venezolana; y Cósimo Mandrillo, la  poesía. 
 
Académicamente calificados, aunque muy predispuestos ideológicamente, los autores ofrecen un conjunto de temas que no permiten cerrar  un siglo que se ha prolongado inadvertidamente.  Una primera lectura de los ensayos, deja la sensación de una utilitaria cercanía del siglo XX que contribuye y contribuirá a explicar los fracasos y desencuentros de la centuria siguiente: vale decir, el discurso del poder establecido en Venezuela necesita de ese pasado intacto,  como todavía el régimen cubano requiere – ya espectralmente – del batistato,  procurando así la “novedad”. Sin embargo, los autores en cuestión, emergiendo como un foco crítico de la actual dirección del Estado, señalan las pistas para un cuestionamiento más abierto de lo que hoy se dice y se hace, pues, ejemplos sobran en torno a la duplicidad de conductas, la crudeza de la represión en una sociedad militarizada, la manipulación hasta el extremo del llamado poder popular, la lumpemproletarización de un socialismo decididamente rentístico, la constante violación de la Constitución, entre otros aspectos. 
 
Creemos en una sublimación de los peores defectos de la etiquetada cuarta república hasta sincerarse, gracias a una perversa pedagogía, con lo que ahora ocurre. La recientemente denominada legitimación de los poderes, ilustra muy bien el caso: oradores del oficialismo que agotan sus intervenciones en las consabidas consignas y las frases de desprecio personal  hacia el disidente; denuncian la riqueza ostentada y hasta la lujuria ajena desde una cumbre moral, aunque no pueden explicar el precio mismo de la corbata nada común que los engalana; la designación de magistrados o rectores harto cuestionados, y la posterior acusación hacia candidatos o seleccionados que renunciaron después de contar con el visto bueno del gobierno que nunca los impugnó; la perorata sobre una diligencia institucional que deliberadamente retardaron, impidiendo el libérrimo desarrollo del debate parlamentario que muy sabe que los sorprenderá huérfanos de argumentos. 
 
El siglo XX no terminará, profundizando un legado que le es políticamente necesario al poder establecido que, por cierto, no logrará atajar las novísimas expresiones y corrientes sociales de una inconformidad que únicamente interpreta desde la teoría conspiratorial de la historia.  Una luz diferente se asoma en el presente compendio de ensayos, merecedor de una más decidida aproximación a la otra acera, más sobria, donde se palpa la tímidez de una crítica que después se hará incontenible. 
 
DC / Luis Barragán / Diputado AN / @LuisBarraganJ 

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