4 Verdades incómodas tras la masacre de El Paso. Por Luis Orozco (@LForzko)

1.) Trump no es un supremacista blanco. Decir lo contrario es caer en el vergonzoso agujero negro de teorías conspiranóicas y acusaciones descerebradas dignas de cualquier fanático reaccionario que se aferra al ad hominen en lugar del debate racional.

El argumento detrás de esta idea se basa no solo en la corrección política y obsesión identitaria que ha caracterizado a los demócratas y la izquierda occidental en esta década, sino en gran medida a las tibias e irresponsables condenas que Trump ha tenido con los supremacistas blancos en diferentes oportunidades, especialmente tras los incidentes de Charlottesville en Agosto del 2017.

Para entender la idiotez de este argumento solo haría falta decir con absoluta franqueza que si Trump es un supremacista blanco entonces Barack Obama es un terrorista islámico, ya no por la tibieza, sino por el blandenguismo casi cómplice con el que él y la mayoría de los políticos socialdemócratas a nivel mundial se expresaban luego de todos los atentados terroristas perpetrados en países occidentales por islamistas radicales.

¿Si notan la estupidez del argumento, cierto?

La única diferencia es que Trump ha condenado de manera tajante el racismo y el supremacismo blanco, mientras que Obama y la izquierda mundial nunca lo hicieron con el terrorismo islámico al ni siquiera referirse a él por su nombre.

2.) Las armas no son el problema. Y sí, a mí también me parece insólita la manera en la cual en Estados Unidos se pueden comprar armas de guerra como si fueran juguetes. Aunque a la vez he de reconocer que habiendo vivido las casi tres décadas de mi vida en Venezuela, habría preferido estar armado hasta los dientes en lugar de ceder mi protección y seguridad al aparato policial. Me atrevería a decir que esta es la misma realidad en casi cualquier país de Latinoamérica, en los que la policía, el ejército y el crimen organizado son las facciones que acaparan el monopolio de las armas.

El argumento que defiende su prohibición es tan emocional como aquel que se posiciona en contra de la energía nuclear. Es incluso ingenuo e inocente, ya que  parte de la idea de que una vez eliminadas las armas de fuego la delincuencia y los asesinatos se reducirán o desaparecerán, como si no fuese a existir un mercado negro al que los criminales recurrirán para mantener su poder de fuego.

La figura que mejor describió este fenómeno fue el famoso científico Neil deGrasse Tyson, quien en un tweet publicado un día después de las masacres apuntó que además de las 34 personas fallecidas en estos incidentes, en las últimas 48 horas han muerto en los Estados Unidos quinientas personas por negligencia médica, trescientas por la influenza, doscientos cincuenta por suicidio, y doscientas por accidentes de tránsito. Luego de estos números, Tyson cerró su tuit apuntando: “Por lo general nuestras emociones responden más al espectáculo que a las estadísticas.”

En lugar de las armas de fuego, el verdadero problema detrás de los mass shootings son los trastornos mentales de quienes ejecutan estos actos y la falta de controles y restricciones  para acceder a diferentes armas de fuego con las que se podría invadir algún país tercermundista.

Aunque se antoje incómodo e insuficiente para quienes piensan que la piedra angular de todo crimen violento es el arma homicida, la solución pasa por encontrar la forma de restringir el acceso a las armas de fuego a toda persona que padezca algún problema psicológico o cuente con algún tipo de antecedente que llame la atención de las autoridades.

Sí, es mucho más comprensible evitar que un criminal tenga acceso a un objeto que pueda matar a alguien. De lo contrario se deberían prohibir el uso de cualquier clase de vehículo por el bien de la humanidad.

3.) Los medios masivos norteamericanos son herramientas propagandísticas del partido demócrata. Más allá del escozor que esto genere por ser Trump alguien que lo repite a menudo, lo cierto es que se trata de una realidad que solo el más candoroso de los biempensantes podría negar. Y pues, no emitiré semejante aseveración sin mostrar hechos que la demuestren.

Si bien la llamada mainstream media siempre tuvo cierta inclinación pro-demócrata, lo que se ha visto tras la victoria de Barack Obama no es más que activismo político y militancia en lugar de periodismo. Incluso de un periodismo tendencioso.

En los últimos años, el desbalance informativo y el grotesco sesgo demócrata ha sido tan evidente que de acuerdo a una investigación realizada por la universidad de Indiana, solo un siete por ciento de los periodistas en Estados Unidos son republicanos.

Por otro lado, diferentes estudios revelaron que en las elecciones presidenciales entre Hillary Clinton y Donald Trump, de los casi 400 mil dólares que los medios donaron para ambos políticos, 382 mil fueron para la controversial ex Secretaria de Estado. Nada más y nada menos que un 96 por ciento.

Quizás estos detalles podrían pasar desapercibidos si no fuera por el hecho de que  los medios más importantes como el New York Times, el Washington post, la MSNBC o CNN repiten los discursos, consignas, creencias, posiciones, reclamos y hasta talking points de los políticos demócratas más resaltantes del momento.

Es como si el mensaje emitido tanto por los políticos liberales (en términos estadounidense) y gran parte de los periodistas de la mainstream media fuese un guión elaborado por el departamento de comunicaciones del partido demócrata. Y aunque parezca mentira, la mayoría de estos medios repiten incluso las idioteces más reaccionaras, y callan cuando alguna figura demócrata llega al punto de decir alguna estupidez vergonzosa e indefendible.

Porque si hubiera alguna mínima pizca de crítica hacia este tipo de mensajes, Alexandria Ocasio Cortez o Ilham Omar ya habrían sido retiradas de sus cargos como congresistas por tonta y antisemita respectivamente.

Y por supuesto, todos estos elementos se conflagraron de manera descarada luego de la masacre de El Paso, con la mainstream media repitiendo las idioteces conspiranóicas y reaccionarias de los demócratas.

Por un lado, CNN dedicó segmentos enteros acusando a Trump de ser un supremacista blanco por su política migratoria y por cómo el asesino de El Paso usó palabras similares a las que Trump ha dicho en discursos previos. En estos segmentos, los periodistas que emitieron acusaciones tan inverosímiles e irresponsables fueron Chris Cuomo y Don Lemon.

Por su parte, la figura de MSNBC  Joe Scarborough emitió en vivo una editorial en la que alentaba a todas las empresas y empresarios que financian a Trump a dejar de hacerlo por estar apoyando a un racista y supremacista blanco.

De hecho, el presentador estrella de Morning Joe llegó al punto de decir que de seguir financiando al presidente estadounidense, estas empresarias serían cómplices del supremacismo blanco. Lo mismo hizo el presentador Donny Deutsch, quién en su programa llamó a la comunidad a perseguir y hacer escraches en contra de quienes donan para los republicanos por ser responsables de El Paso y tener también sus manos manchadas de sangre. Así de bajo y cutre.

Pero el episodio mediático más vergonzoso y que demuestra con mayor transparencia cómo el Partido Demócrata controla a la mainstream media ocurrió con el New York Times como protagonista, luego de que su editorial el día después de que Trump condenase el racismo y el supremacismo blanco fuese “Trump llama a la unidad contra el racismo”.

Tomando en cuenta que este titular despedazaba la narrativa que todo los candidatos presidenciales demócratas seguían al dedillo, el partido estalló en indignación contra el histórico periódico neoyorkino, al punto de llamarlo cómplice de supremacismo blanco, la cual en sí es una acusación mucho más grave que cualquiera que haya emitido Trump.

¿Qué hizo el New York Times luego de que los demócratas condenaran su titular? Pues cambiarlo al día siguiente, pedir disculpas públicas, y emitir un patético comunicado en el que aseguraban que la presión demócrata no tuvo nada que ver en el cambio de su titular, y que incluso se habían dado cuenta de que este no era acorde con la realidad.

¿Imaginan si hubiese sido Trump o el Partido Republicano quienes cometiesen estas acciones en contra del New York Times? Se derramarían galones de tintas y horas en espacios televisivos acusándolos de atentar contra la libertad de expresión, comparándolos con líderes y partidos autoritarios, o incluso asegurando que Estados Unidos es un lugar inseguro para los periodistas.

4.) Nadie es culpable de que alguien cometa un disparate basándose en el discurso. Y es que siempre habrá algún psicópata que cometerá alguna idiotez inspirándose en las palabras de determinada figura, y no por eso esta última se convierte en una especie de autor intelectual indirecto.

Esto no solamente debería ser algo obvio sino que también debería existir un temor generalizado cuando alguien trata de relacionar el discurso con las acciones violentas de algún enfermo mental, ya que además de amenazar la libertad de expresión, este es el argumento que a lo largo de la historia suelen utilizar los líderes autoritarios. Y sí, es aquí donde señalo el juicio circense por parte del chavismo contra Leopoldo López, a quien encarcelaron por su “discurso incitador a la violencia.”

En Julio del 2016, un miembro de la agrupación Black Lives Matter asesinó a varios policías en la ciudad de Dallas por lo que él consideraba un racismo sistémico por parte del aparato policial estadounidense contra la comunidad negra. Poco antes de esta masacre, Barack Obama había dado un discurso a la nación culpando a la policía de haber sido siempre racistas y de asesinar a negros de forma indiscriminada y desproporcionada en comparación con el resto de razas y comunidades.

En Junio del 2017, un fanático del candidato presidencial por el Partido Demócrata Bernie Sanders disparó contra varios congresistas republicanos en la bucólica ciudad de Alexandria, hiriendo de gravedad a Steve Scalise. Luego del incidente, diferentes investigaciones por parte de las autoridades estadounidenses determinaron que el criminal había trabajado como voluntario en la campaña presidencial del político socialista y habría gritado al momento de iniciar el tiroteo contra los congresistas determinadas consignas que Sanders también había dicho pocos días atrás.

Ya hace algunas semanas, un miembro de Antifa habría intentado perpetrar un acto terrorista en las instalaciones de ICE, habiendo reclamado previo al ataque que esta institución era responsable de tener a los inmigrantes ilegales en “campos de concentración.” Las mismas idioteces repetidas por Alexandria Ocasio Cortez días atrás.

¿Alguien culpó a cualquiera de estos demócratas por los crímenes cometidos inspirados en sus palabras? Pues ni siquiera Fox News lo hizo, ya que para nadie es debatible que  un discurso pueda ser la pieza angular detrás de algún crimen cometido en su nombre. A menos que este llame a la violencia de forma explícita.

Así que si alguien sale a disparar contra una multitud gritando “nadie es culpable de que alguien cometa un disparate basándose en el discurso,” ya saben a quién no deben señalar.

 

Luis Orozco / @LForzko

Entérate al instante de más noticias con tu celular siguiéndonos en Twitter y Telegram
Suscribir vía Telegram

Lea también

Le puede interesar además

Loading...

Tu opinión vale...