Voluntad Popular y el endémico izquierdismo venezolano. Por Luis Orozco (@luisfran1)

En la incesante vorágine que representa buscar noticias sobre Venezuela en Twitter luego del histórico 23 de enero, uno de las momentos más interesantes (e infravalorados) en los últimos días fue el rumor de que el partido Voluntad Popular dejaría de formar parte de la internacional socialista en el corto plazo.

El hecho de que dichos rumores  no hayan tenido alta relevancia en un momento en el que incluso los llamados fake news pueden convertirse en trending topic, solo manifiesta la insólita paradoja de la que casi nadie en el país se ha percatado: el cómo Venezuela ha sido históricamente(al menos desde la caída de Pérez Jiménez) un país completamente de izquierdas, hasta el punto en el que casi la totalidad de los partidos de oposición en la actualidad son de esta misma tendencia ideológica.

La perplejidad que reina alrededor de esta verdad se debe no solo a la natural confusión de que estamos pisoteados por una tiranía socialista y nos aferramos a su oposición política, que sin preguntar asumimos que debe ser todo lo contrario a lo que Chávez y Maduro han propuesto. De hecho, de manera brutalmente astuta, el chavismo se encargo de arraigar convenientemente este error en el inconsciente colectivo, catalogando peyorativamente una y otra a vez a la oposición como lo hacen los izquierdistas occidentales con su contraparte. Esto es, llamándolos derechistas, capitalistas, fascistas, ultra derecha, lacayos del imperio, y pare usted de contar.

Históricamente hablando, esta confusión también está basada en cómo la izquierda más radical durante la cuarta república catalogaba de esta misma forma a los gobiernos adecos y copeyanos, los cuales eran sin lugar a dudas el más impenetrable establishment. Sin embargo, el detalle confuso en este caso también radicaba en el hecho de que AD y COPEI eran partido de izquierdas, entendiendo que esta ideología cuenta con numerosas vertientes en las cuales se incluyen versiones centristas y democráticas.

En pocas palabras, la izquierda no es únicamente Chávez y Fidel. La izquierda también es Michelle Bachelet, Lula Da Silva, Pepe Mujíca, Pedro Sánchez en España, o incluso el partido demócrata en los Estados Unidos. Y es entre estos mismos tipos de izquierdistas en los que cabrían también la casi totalidad de los partidos políticos que han existido en el país desde el 58. Lo que ocurre es que Venezuela ha sido un país tan de izquierdas que todo lo que sea socialdemócrata en lugar de socialista o comunista es inmediatamente etiquetado como derechista.

Lamentablemente, lejos de ser un mal endémico exclusivo de los venezolanos, esta tóxica particularidad política ha sido el denominador común en la mayoría de los países latinoamericanos, lo cual explica en gran medida el porqué esta parte del mundo no ha podido desarrollarse a la par del resto. Básicamente, la derecha (o el liberalismo) jamás ha sido la ideología imperante ni en nuestro país ni en la región.

Ya sea por mal cálculo político o por el hecho de querer mantener intacta la imagen de reales opositores al régimen, lo cierto es que en lo que va de dictadura chavista en Venezuela, ningún político opositor de peso se ha atrevido a expresar explícitamente no solo su ideología política sino también el sistema a implementar en el país. En este punto, la única excepción sería María Corina Machado, la cual podría considerarse como la única figura opositora relativamente cercana a la derecha.

A excepción de su figura, todos los partidos políticos de renombre son de izquierda. Y por supuesto, Voluntad Popular no es la excepción a la regla. De hecho, junto al MAS,  Un Nuevo Tiempo y Acción Democrática, este partido forma parte de la infame Internacional Socialista, organización que congrega a los diferentes partidos socialistas y socialdemócratas del mundo, incluyendo al PSOE de España o hasta el Frente Sandinista de Liberación Nacional de Daniel Ortega en Nicaragua.

Llegados a este punto, en caso de que Voluntad Popular realmente esté haciendo las diligencias pertinentes para salir de la internacional socialista, esto solo demostraría su intención de borrar sus antecedentes izquierdistas. Lo cual habla de la típica condición camaleónica de los partidos oportunistas que solo buscan adaptarse a las nuevas realidades y los nuevos votantes. Como se diría en occidente, el típico caso de un catch-all party.

Tomando en cuenta que María Corina Machado es quizás la única figura de relevancia dentro de la política venezolana que no tiene algún antecedente izquierdista, con la salida del régimen socialista y la convocatoria de nuevas elecciones, Voluntad Popular querrá presentarse de la manera más impecable. Es decir, evitar el posible costo político que tendrá entre muchísimos votantes el hecho de que este partido tenga más en común con la ideología que destruyó Venezuela de lo que muchos creen.

Y es que, si bien hay quien pueda confiarse de que el pueblo venezolana terminará votando a quien se oponga al gobierno sin importar sus propuestas, una de las elementos más importantes que caracterizan a todo partido político en todo proceso electoral es el extremo conservadurismo. Es decir, el no dejar ningún cabo suelto y eliminar o esconder cada mínimo detalle que pueda ser perjudicial.

Es aquí donde tendría sentido el intento de Voluntad Popular de salirse de la internacional socialista, tomando en cuenta que el ocaso del chavismo es y será un golpe demoledor para todas las izquierdas a nivel mundial por un tiempo considerable. Lógicamente, Voluntad Popular es consciente de esta realidad e intentara un lavado de imagen y cambio de identidad importante para no perder la oportunidad de ser poder en el futuro cercano.

Sin embargo, lo cierto es que materializar este plan de la manera más efectiva será casi una misión imposible. Esto se debe a diversos episodios en los que el tufo izquierdista ha sido más que notorio. Episodios como el de Lilian Tintori defendiendo el socialismo y argumentando que este no ha sido el causante de la tragedia venezolana. Episodios como la entrevista que el New York Times le hace a Leopoldo López, en la cual indica que si él formase parte de la política estadounidense, estaría en el ala más izquierdista del partido demócrata. Ala en la que se encuentran figuras tan infames como Alexandria Ocasio-Cortez y Bernie Sanders, quien además de apoyar al régimen de Nicaragua se ha negado a calificar el régimen de Maduro como una dictadura.

Si bien toda izquierda es nociva en menor y mayor medida para el desarrollo de un país, lo cierto es que las tendencias socialdemócratas y centro-izquierdistas han demostrado en algunas ocasiones el pragmatismo suficiente como para tomar las medidas pertinentes cuando estas sean cruciales. Sin embargo, también existen ocasiones en las que dichas medidas no son ejecutadas por ser contrarias a sus ideas. Y es en este punto donde el ejemplo de Mauricio Macri en Argentina se hace tenebroso, no solo por ser un caso actual sino por contar con la misma paradoja a la que se tendrá que enfrentar el gobierno que ocupe el palacio de Miraflores una vez acabe la pesadilla roja.

Y sí, Juan Guaidó es de Voluntad Popular. Y sí, él ha llegado a emitir opiniones similares a las de Lilian Tintori con respecto al socialismo. Sin embargo, en este momento Guaidó representa la necesaria piedra angular de la rebelión que más temprano que tarde acabará con la tragedia ocasionada por el chavismo. Es por ello que en este momento necesita todos los apoyos, sin titubeos.

Ya después se verá si habrá que condenar su posición política o no.

 

Luis Orozco / Comunicador Social / @luisfran1

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