Impuestos de guerra. Por Luis Barragán (@LuisBarraganL)

Pagamos con forzada puntualidad, los servicios públicos. Por que incumplan con sus obligaciones contractuales, diligentemente honramos las facturaciones de electricidad, agua, aseo, telefonía, etc.

Versamos sobre empresas del Estado, sin que tengamos más opción que resignarnos a ellas. Más de las veces, incluyendo el dinero en efectivo, debemos acudir a sus taquillas, adivinando el monto, porque tampoco existen alternativas reales de pago.

Consabido, no hay electricidad, ni agua, sobrando la basura en las vías públicas y mudo por siempre el aparato telefónico. Rubro éste, además, que ha dado ocasión para que pequeñas o medianas mafias lo restablezcan a cambio de divisas, algo nada garantizado, so pretexto del celebérrimo hurto de cables, atraso tecnológico, las lluvias, etc.

La situación pudiera sorprender a un visitante extranjero, pues, ¿por qué seguir pagando por un servicio que no se presta? Y aún más ocurrirá con la respuesta: para no perder el cupo eléctrico o telefónico, asociados el agua y el aseo a esas facturas, porque cuesta demasiado contratar de nuevo con las empresas correspondientes.

Puede aseverarse, en definitiva se trata de un impuesto de guerra: la que ha declarado la dictadura socialista a toda la población. Parecido a muchos otros, fiscales y parafiscales, que no tienen contraprestación alguna.

Luis Barragán  / Diputado AN / @LuisBarraganL

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