De la cultura parlamentaria. Por Luis Barragán (@LuisBarraganL)

La deliberación es inherente a todo – obviamente – libre ejercicio democrático, teniendo por mejor y deseable domicilio el parlamento. No se entiende a la institución, sin la más abierta y desinhibida, organizada y eficaz discusión de los problemas comunes, fuesen o no fundamentales.

Además, significa el cabal reconocimiento de toda su representación, por numerosa que fuese. Al igual que las garantías indispensables para un cabal desempeño, frente a las desiguales y hasta desleales amenazas y peligros que pueda experimentar.

La Asamblea Nacional, en lo que va de siglo, ha sido el inevitable reflejo de todo un país, incluyendo al que ha padecido las más variadas trampas electorales. Lo que hoy se haga en ella, por sus contenidos y formas, adquiere una extraordinaria fuerza didáctica sobre todo en una hora que la hace pieza estelar y, sólo hasta cierto punto, insustituible para la reconquista de las plenas libertades públicas por las que bregamos los venezolanos, por lo demás, hundidos en una antes impensable catástrofe humanitaria.

Parlamentarizar a la sociedad significa la recomprensión y reasunción de los  instrumentos propios de la Asamblea Nacional, siendo el más relevante el reconocimiento de todos en la polémica, en las discusiones por acaloradas que fuesen y, en definitiva, en la palabra compartida. De proceder erróneamente, decidir en función de específicos y exclusivos intereses, o improvisar las iniciativas, inmediatamente irradiaría el ejemplo a los otros órganos o esferas del Poder Público, como las legislaturas regionales y municipales, u otras instancias u organizaciones de la sociedad civil, desde los gremios empresariales, sindicales o profesionaes, hasta las mismas juntas de condominio o sus equivalentes.

Un parlamento para la transición, como el actual que ha decidido la encargaduría de la presidencia de la República, confiándola en las manos de Juan Guiadó, tiene una enorme responsabilidad cultural.  Es decir, va más allá de las simples vicisitudes, escarceos y hasta anécdotas de ocasión.

Luis Barragán / Diputado AN / @LuisBarraganL

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