Comunidad de El Naranjal y La California está consternada por la noticia del abuso de la niña

El sacerdote Agustino Iván Merino Padial, detenido por cometer actos lascivos contra una niña de 12 años, frecuentaba a diario la casa de la menor, ubicada en la urbanización El Naranjal, en el norte de Maracaibo y a unas dos cuadras de la iglesia María Inmaculada, donde era párroco.

El religioso de origen español está detenido desde el sábado 24 de noviembre en la noche, cuando funcionarios de la brigada motorizada de la Policía del estado Zulia lo encontraron dentro de su carro Volkswagen manteniendo una relación íntima con la víctima.

El cura llegaba todos los días a la vivienda, donde reside la niña con su mamá y su hermana, y compraba cigarros y café en una tienda que está justo al lado de la casa, aseguraron los vecinos de la familia. Al padre de la menor no lo conocen. “No se sabe quién es. Ahí nunca ha vivido con ellas”, contó un residente de la urbanización, una zona de clase media.

De la madre nadie quiere hablar. Sus vecinos confirman que no trabaja y que hasta hace un año vendía plátanos en el frente de su casa.

La comunidad de El Naranjal y La California, donde está ubicada la iglesia, está consternada por la noticia. La tristeza es colectiva, al igual que el asombro por pensar que el cura, a quien señalan como colaborador y preocupado por la comunidad, abusaba de la niña.

En la calle donde vive la menor, los vecinos están encerrados en sus casas. En la vivienda de la familia, un grupo de personas se congregó para apoyarlos en la situación que causó conmoción. Nadie habla. Hay una mezcla de asombro, de tristeza y hasta de rabia.

El hombre de 35 años violaba a la menor, que estudia primer año de bachillerato desde hace tres años, es decir, desde que tenía nueve. Esto lo precisa una nota de prensa del Ministerio Público, en la que además se informa que el Tribunal 1° de Control de Violencia contra la Mujer dictó el martes la medida de privación de libertad a Merino tras ser imputado por la Fiscalía 35° de Zulia por el delito de abuso sexual continuado.

Nadie dice nada

A los vecinos de la menor les cuesta hablar sobre el tema. “Es difícil la situación porque se trata de una niña que vimos crecer, que criamos en esta calle”, soltó una ama de casa, y completó en la conversación: “La culpa es 50-50, entre el cura y la mamá”.

A la rabia y a la tristeza de los vecinos se suma que Merino confesó antes las autoridades que mantenía una relación con la menor y que abusaba de ella.

La niña tenía año y medio asistiendo a la iglesia María Inmaculada y formaba parte del grupo de monaguillos junto a otros menores, según confirmó una trabajadora del templo, quien comentó que nunca “vio nada extraño en el padre”. Dijo que al templo acuden a diario los grupos de jóvenes y agregó: “A veces la madres creen que esto es guardería”.

Un feligrés, que vive al lado de la iglesia y acude a misa todos los domingo y martes, manifestó su rechazo y asombro por el hecho. Dijo que al sacerdote nunca le notaron una acción extraña con los niños y jóvenes que asisten al templo, y que se quedaban un rato más después de la misa. “Hay señoras que dicen que no van a ir más porque están dolidas por lo que hizo el cura, pero uno va a la Iglesia es por Dios”.

Otro miembro de la comunidad eclesiástica indicó que desde que el padre Merino llegó a la iglesia, hace unos cuatro años, “revivió” la feligresía. Dijo que promovía actividades para apoyar a las comunidades, incluso hace cinco meses instauró la jornada de alimentar a la gente pobre todos los sábados. “Esto ha sido muy doloroso”.

En la iglesia Santa Inmaculada las actividades religiosas no cesan. La misa del miércoles la ofició Eddy Polo, el mayor representante de la orden de los Agustinos Recoletos, a la que pertenecía Merino Padial, que fue excomulgado de la Iglesia católica.

El Pitazo

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