Una ayudaita pa´ tachón. Por Eugenio Montoro

Por estos días escuchábamos a un expositor, en acto formal, diciendo que había visto planes para cuando cambie el gobierno, para reactivar la agricultura, para adecuar los sistemas eléctricos, para superar la escasez de agua, para recuperar la industria petrolera y otros, pero que hasta ahora no había visto un plan para recuperar la moral del País.

La moral es la forma que los ciudadanos aceptan convivir en sociedad y es una especie de “ley de costumbre” y no es igual en todos los grupos humanos. Algunos árabes, por ejemplo, consideran a la mujer como una cosa (sic) propiedad del hombre, pero las venezolanas nunca lo aceptarían. Evidentemente la moral pretende que los individuos y grupos hagan lo correcto y convivir en armonía.

Cuando algo incorrecto se repite y empieza a ser costumbre, surgen los problemas morales. Ese es el caso actual en Venezuela y cambiar las malas mañas es una de las tareas a realizar y, para muchos, una de las más importantes.

Este régimen ha sido permisivo en cuanto al manejo de los dineros públicos, indiferente en el uso irregular del poder y ha trasmutado la ley en un instrumento de manipulación y tortura. Ya estamos aceptando como costumbre las comisiones, el pago de sobornos, el tráfico de influencias y el abuso del poder. El silencio dentro del régimen contrasta con los escándalos que aparecen e implican a ex funcionarios y empresarios rojos confesando chanchullos enormes luego de que son apresados en el exterior.

La ineficiencia de estos malandros hace surgir las rutas alternas e irregulares para solucionar y por otra parte, la situación económica favorece a aceptar lo ilegal como lo inevitable. También el poder se mal usa para privilegios a familiares y amigos. Como negarle una ayudita al “tachón” del guajiro que conozco hace veinte años si yo soy el que emplea en la Dirección. Como no pasar de primera a la vecina de mamá para que se saque la constancia si, carajo, ayer me lo pidió mamaíta y yo soy el que manda en esa oficina.

Volver al orden donde los robos, las comisiones, los sobornos sean condenados y no existan privilegios de poder, va a ser difícil pues nos hemos acostumbrado a aceptar su existencia y, casi sin excepción, hemos usado alguna trácala y, aunque suene rudo, ya ni nos parece tan mala la vaina. Es casi rutina dejar tomates o un queso en la ruta del transportar víveres o pagar una cantidad para obtener alguna cosa con mayor rapidez o solucionar problemas.

Un plan de rescate moral posiblemente tendrá que emplear mucho esfuerzo en enseñanza, vía medios, sobre las conductas esperadas del funcionario y del ciudadano. Colocar individuos probos en posiciones claves y en las funciones contraloras también ayudará, pero ni eso será suficiente.

Es posible que se necesite agregar una exageración. Tal vez un sistema – proponemos- que muestre al público todos los pagos, todas las compras, todos los contratos que se hacen. Una auditoría permanente. Quizás parezca complicado, pero las herramientas de computación existen. Que todo funcione igual si se quiere, pero que, además, todos los movimientos de dinero, que entren y salgan, órdenes de pago, facturas, recibos, todo, absolutamente todo aparezca al detalle y al público en la página correspondiente del funcionario, incluyendo a la presidencia.

A grandes males, grandes remedios, dicen el refrán. Pasemos del poco control al mayor posible. Que todo el que maneje dineros públicos se sepa vigilado por miles de ojos.

Realmente no hay solución sencilla para esta infección intensa y extensa y tardaremos bastante en eliminarla. El primer paso es salir de este régimen inmoral, el segundo nombrar a funcionarios de alto y medio nivel honrados e íntegros y el tercero permear todos los rincones del País con la campaña y consigna de construir una Venezuela decente.

 

DC / Eugenio Montoro / montoroe@yahoo.es

Entérate al instante de más noticias con tu celular siguiéndonos en Twitter y Telegram
Suscribir vía Telegram

Lea también

Le puede interesar además

Loading...

Tu opinión vale...