¿El venezolano es miserable…? Por Gervis Medina (@gervisdmedina)

¡Ha querido la naturaleza! premiar de grandes frutos y riquezas al pueblo venezolano. ¡Pues! la hemos decepcionado. ¡El venezolano! conforma un país a la deriva, con un Estado imbécil, un gobierno corrupto, indolente y deletéreo. Una sociedad criminógena con una legión de vagabundos, pícaros, bandoleros e hidalgos miserables; en unos campos despoblados por el hambre y la perdición. ¡Que a su vez! tiene un liderazgo “Pre-socrático en la Oposición Representativa”.

¡Todos juntos! haciendo un deterioro grande a la conducta del venezolano, a lo que le llamo, “daño antropológico”.

Las “Virtudes teologales” son los hábitos que “Dios” infunde en la inteligencia y en la voluntad del hombre para ordenar sus acciones. Han de ser la fe, la esperanza y la caridad. Estos son mal interpretados y sobre todo mal implementados por la sociedad venezolana, que vive una crisis antropológica, sociología, teológica como nunca vista en el continente.

La “Fe”, es atendida y entendida según el sincretismo más ególatra del mundo. Cabe señalar, cada quien toma la fe a su conveniencia y desarrolla en lo individual su propia Vulgata. Incluso juzgando los mandamientos establecidos, cuando a “Dios” no hay que entenderle sino admirarle, venerarle, alabarle.

La “Esperanza”, es sustituida por  “La esperanza antropológica”, la cual no se funda en el amor sino en el temor. De aquí nace una esperanza, inspirada  en el temor (temor domini) y en el sentimiento de venganza  y de alienación.

La “Caridad”, es ligada directamente proporcional a las sobras. Cuando es la virtud de amar a Dios sobre todas las cosas, aún sobre sí mismo. Tiene por frutos el gozo, la paz y la misericordia.

Venezuela, está conformada por una sociedad de “Miserables”. Donde, la acumulación de bienes y servicios es lo primordial. Todas las cosas las hacemos en nombre de “Dios”. Pero, a Él le dejamos las sobras, tal cual como actuamos con nuestros hermanos. Vamos a misa, de vez en cuando y dando propinas y limosnas cuando nos sobran.

Creamos y nos encerramos en nuestros “Sofismas” viviendo inmersos en la industria de la estupidez, inmediatez y viveza criolla. “Sincretizamos” todo lo pertinente a su palabra y a la religión.

Se ha desarrollado casi 30 millones de “Vulgatas”, conteniendo en ellas y en el inconsciente colectivo sofismas como: ¡Ser rico es malo! ¡En los negocios de Dios, no me meto! ¡No es bueno ser tan religioso! ¡Los exitosos están contados! ¡Estudiar mucho, no da dinero! ¡Votar es malo! ¿Recuerdan  esto? “Está barato dame dos” “Cuanto hay pa´ eso”, “Poneme donde haiga”, “Ellos robaban, pero dejan robar”, “No somos suizos”, “Raspa tu cupo CADIVI”.  Haciendo mucho daño y marcando la cultura generacional, en nuestra genética cultural.

Para contemplar el “Espíritu de la Verdad”, uno debe ser capaz de amar la menor expresión de la creación como a uno mismo. Y un hombre que espera a eso, no puede permanecer fuera de cualquier manifestación de la vida. Por ello, mi devoción a la verdad me lleva al campo del análisis de la política; y puedo afirmar sin el menor asomo de duda, y por supuesto con toda humildad, que aquellos que sostienen que la religión no tiene nada que ver con la política, y nada que ver con la crisis que estamos viviendo, no conocen el significado de la religión.

En Venezuela desde hace décadas, está en curso una involución social, en el cual un nutrido número de personas (políticos, funcionarios, militares, empresarios, sacerdotes, etc.). Ha emprendido la negación de las bases culturales, para imponer no sólo una nueva cosmovisión de pretensiones globales sino, más allá, un distinto modo de vida, de organización social, cuya característica principal es la reducción de todo lo existente.

Involución que se refiere entonces al freno, retroceso, ruptura, pero también refiere a transformación, en la cual quien niega es sujeto y objeto, por cuanto pretende destruir determinado orden, en el seno de la cual despliega su vida actual, que decisivamente comprende también su actuación transformadora con propósitos futuros; es participe de relaciones sociales que aspira cambiar; sujeto negador y objeto de la negación, sujeto negador y provocador de los cambios, cual transición de estado larvario a pupa y de pupa a mariposa.

Por lo que, mi recomendación no se debe apreciar la involución como experiencia meramente negativa, sino como proceso, independientemente que en la mayoría de las veces sólo destaquen los momentos más amargos y difíciles.

Hay quienes preguntan y donde está “Dios” en esta crisis. “Dios” es la única esperanza, el vendrá a acompañarte en la crisis transformadora, que es la parte donde debes ubicarte. A través de la fe, esperanza y caridad obtener serenidad, sabiduría y paz para transitar la misma. Así prepararnos para ese efecto renovador del hombre nuevo, que vendrá en el próximo ciclo social para nuestra Venezuela.

La felicidad te mantiene dulce. Los juicios te mantienen fuerte. Los dolores te mantienen humano. El fracaso te mantiene humilde. El éxito te mantiene brillante. Pero sólo la fe te mantiene en marcha. ¡A veces! no estas satisfecho con tu vida, mientras que muchas personas sueñan con poder tener la tuya.

Las virtudes teologales, nos inspiran al “Reino de los cielos y a la vida eterna” como felicidad, poniendo nuestra confianza en las promesas de “Cristo” apoyándonos en los auxilios de la gracia del “Espíritu Santo” y así lograr nuestro propósito en la vida que es ser feliz y hacer feliz al prójimo. Lo demás viene por añadidura.

Entonces, que esperas para renovar la fe, llenarte de conocimiento y prepararte para la transformación humana y divina que ha de llegar. Sino lo haces, entonces te quedaras atrás, donde se quedan los incrédulos, los fracasados y los miserables.

DC / Gervis Medina / Escritor / @gervisdmedina

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