Todo puede cambiar. Por Jesús Rangel Rachadell (@rangelrachadell)

Algunas sociedades cambian lentamente, avanzan o se desmoronan, otras lo hacen muy rápido y pueden pasar por transformaciones impensables para los ciudadano que las viven, estás últimas suelen ser catastróficas.

El escritor Stefan Zweig escribió la obra El Mundo de ayer, en el que explicaba como era la vida en Austria y la cultura que desapareció como consecuencia de la primera guerra mundial. Stefan Zweig se suicidó el 22 de febrero de 1942, luego de que Hitler invadiera la Unión Soviética, los alemanes tomaran Kiev, los japoneses destruyeran la flota norteamericana en Pearl Harbor y Singapur pasara a dominio Japonés. El escritor no tuvo la paciencia ni la esperanza de un cambio, aunque los Estados Unidos había entrado en la guerra tres meses antes. En aquel tiempo, Hitler parecía imparable, como opinan algunos del socialismo del siglo XXI, que su dominación durará mil años, que el Tercer Reich y la Quinta República son la misma cosa. Todo porque la mejor democracia de América Latina cayó en manos de un embaucador llamado Hugo Chávez, que trajo hambre y miseria a nuestro pueblo.

Este gobierno está dispuesto a hacer cualquier cosa por mantenerse en el poder, desde encarcelar a inocentes hasta prestar los mínimos servicios públicos, con tal de poder robarse los pocos recursos públicos que ingresan por el petróleo. El servicio público de salud y el crecimiento de la mortalidad infantil demuestran el empeño del socialismo en destruir lo que logró la democracia. La política económica y social del chavismo es, como dijo Winston Churchill de Rusia: Un acertijo envuelto en un misterio en el interior de un enigma.

Tanta locura de la autoridad no se comprende, por muy ricos que puedan llegar a ser no tienen nada garantizado. Antes se decía que los militares tenían madres e hijos que vivían la misma penuria que el resto del pueblo, ahora podemos decir que los hijos y madres de los militares tienen un familiar, un amigo, una vecina que ha abandonado el país para que los gobernantes se queden aislados con su desastre; hasta que sus propios hijos les digan que se tienen que ir por cuanto en nuestro país no hay oportunidades para ellos por más dólares que puedan tener sus padres. Con tanto dinero que tienen los chavistas lo único que pueden comprar es ser los últimos en morir en manos de la delincuencia que ellos no combaten o ser los únicos que huyan cuando la orden sea asfixiar la economía de todos.

El daño que están provocando lo vivimos tanto los del gobierno como los del pueblo: familias separadas, padres sin hijos y nietos, el abandono de las viviendas que adquirieron con mucho esfuerzo, el no poder lograr una educación de calidad por la migración de los mejores profesores; todos con la amargura del país que perdimos en manos de los seguidores de los cubanos.

Pero no hay que ser adivino; una población mal alimentada o con hambre que le presiona por obtener soluciones, sin trabajo y salario que le cubra sus necesidades, buscará emigrar, se matará entre sí, se enfrentará por los pocos recursos disponibles, se armará hasta el punto de generar una guerra civil o apoyará el terrorismo contra el Estado o los jóvenes desempleados y sin futuro serán reclutados por milicias que los harán soñar con el cambio tantas veces esperado. Si no hay nada que perder cualquier cosa que se haga es ganancia.

Es cuestión de tiempo que, al igual que el gobierno del Teniente General Jorge Rafael Videla en Argentina le declaró la guerra al Reino Unido de Gran Bretaña por la Islas Malvinas, le declaren la guerra a alguno de nuestros vecinos. Es necesario el enemigo externo para unir a la nación alrededor de su presidente, el mismo que no ha podido con la consigna de la guerra económica para justificar sus medidas económicas.

Con casi el 20% de la población emigrando o haciendo los trámites para irse perdemos el recurso humano y económico con el que se construye un país, sin saber si los que quedamos podamos reconstruir la patria saqueada por los rojos rojitos.

Yo no quiero responsabilizar al presidente Maduro por el desastre que estamos sufriendo; no quiero pensar que sea incapaz de resolver los problemas acuciantes que nos tienen perturbados; que sus políticas estén dirigidas a un genocidio; o sospechar que sus asesores se estén mirando el ombligo mientras se le ocurre algo, solo que el tiempo pasa y no hacen nada. Tampoco deseo la invasión de tropas de nuestros vecinos o de países del primer mundo, ni que suceda un cambio violento del régimen sin elecciones limpias o la persecución de los funcionarios públicos que han colaborado con el actual estado de postración del país.

La inestabilidad política es contagiosa, si el ejemplo de Maduro se mantiene en el tiempo, al igual que sucedió con Fidel Castro, será el modelo a seguir de los aspirantes a dictador, y eso lo sabe toda América.

Hay mucho por resolver, la cuestión no es por donde empezamos sino cuando se inicia la transformación del modelo político. Todo puede cambiar de un momento a otro, están dadas las condiciones, con o sin unidad de los partidos políticos, hace falta voluntad política para implantar las soluciones que ya existen; cuidando las malas decisiones de corto plazo. Por lo pronto, hay que salir a protestar.

 

DC / Jesús Rangel Rachadell / Abogado – Profesor / @rangelrachadell

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