La última ‘revolución’ de Rocío Molina: bailar embarazada

Rocío Molina se supera en el Festival de Aviñón con una experiencia extrema: la bailaora más audaz de su generación danza echándose al suelo, zapatea y carga a su madre, embarazada de casi 4 meses.

«Tienes que transformar tu baile a la vez que se transforma tu cuerpo», confía a la AFP esta española de 33 años, en esta cita internacional de artes escénicas del sureste de Francia, donde estrena «Grito pelao».

Homosexual, Molina se sometió a una inseminación artificial y este espectáculo supone una nueva transgresión, tras haber revolucionado el flamenco – un arte todavía conservador – con sus inspiraciones hip hop, su vestuario con frecuencia masculino y sus gestos sexuales.

«Grito pelao» no parte de «una idea sino de una necesidad y un deseo» de tener un hijo. «No podía pensar en dejar de bailar si tenía que intentar quedarme embarazada», subraya esta bailaora originaria de Málaga.

– Latidos –

Mientras que la gran mayoría de bailarinas de todas las disciplinas dejan de danzar durante el embarazo, Molina arquea el cuerpo sin cese, da vueltas por el suelo, carga a su madre sobre la espalda y zapatea durante este espectáculo de dos horas, con varias pausas.

En realidad «el zapateado es muy medido» en este espectáculo, sonríe Molina, que ha sido comparada con los grandes nombres del flamenco, como Israel Galván o Antonio Canales.

«He cambiado de técnica porque yo suelo saltar mucho zapateando y aquí no hay nada de saltos, para que no sufra tanto» el feto. «Experimento mucho más con el cuerpo, los brazos».

Y al asegurar que está aprendiendo a escuchar su cuerpo, lo hace literalmente.

Al final de «Grito pelao» anuncia: «Les voy a cantar una canción de amor».

Entonces, con un ecógrafo portátil, hace escuchar al público los latidos de su hija que nacerá en diciembre. Aunque no está claro si se trató de una grabación, el sonido que resonó en el patio donde se celebró el espectáculo causó efecto entre los asistentes.

«Lo primero que cambia es la energía», «el tiempo debe ser lento» en el espectáculo, explica Molina, con un pequeño vientre de 17 semanas.

«No logro moverme como debería», bromea incluso en un momento dado sobre el escenario.

Pese a deconstruir las normas del género – viste atuendos masculinos en vez de los vestidos tradicionales -, Molina asegura que no hay que buscar un mensaje político en su espectáculo, aunque «la palabra la tiene la mujer».

En el escenario, junto a la bailaora, actúan también su madre, Lola Cruz, que la acompaña con varios pasos de danza, y la cantante catalana Sílvia Pérez Cruz.

– Cuando la vida aparezca –

«Hasta ahora estoy viendo agradecimiento a las muestras de sensibilidad y de afecto que estamos mostrando. No solo por el hecho de estar embarazada, sino por la relación entre nosotras», esto es, madre, hija y el bebé que nacerá, explica.

«Grito pelao» se representará entre julio y septiembre en las ciudades españolas de Barcelona, Málaga, Sevilla, Zaragoza y Madrid. En octubre, actuará en París, en el Teatro Chaillot, de la que es artista asociada desde 2014.

Aunque la danza es un arte efímero, en este caso lo será aún más, puesto que el espectáculo finalizará en la capital francesa, en el séptimo mes de embarazo.

«Nuestra intención era ese pensamiento romántico: queremos que la obra muera cuando aparezca la vida», concluye la bailaora.

DC / AFP

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